El director francés François Ozon escribió y dirigió una película basada en uno de los casos más polémicos de Francia: el de Bernard Preynat. En ‘Por la gracia de Dios’, Ozon retrata los hechos insólitos que fueron denunciados por un grupo de hombres que sufrieron abusos del sacerdote Preynat cuando eran niños. Relataron los hechos 30 años después a pesar del efecto devastador que tuvo en ellos.
La película empieza con Alexandre, quien lleva una vida tranquila, pero con un pasado que lo atormenta. Un día se entera de que el mismo sacerdote que abusó de él cuando era pequeño aún dirige un grupo de niños. Esto detona el escandaloso caso de Preynat que no solo puso los ojos en él, sino en las personas de la Iglesia que conocían la situación, pero nunca denunciaron. Es una situación que movió a Francia y al mundo.
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El largometraje llega a salas nacionales el próximo 28 de noviembre. Las audiencias podrán descubrir la vida de los hombres y las consecuencias que traerán las acusaciones a ellos y a su familia en un caso que todavía no se ha cerrado... Esto es lo que dice Ozon.
Es su primera película basada en una noticia, y con tantos personajes...
Mi idea inicial fue hacer una película sobre la fragilidad de los hombres. Yo he trabajado generalmente con muchos personajes femeninos fuertes. Pero esta vez quería centrar mi atención en los hombres que sufren y son sensibles, cosas que generalmente asociamos con el género femenino. La primera idea para el título fue en realidad ‘The Crying Man’. Entonces me encontré con la historia del caso Preynat. En el sitio web de las víctimas La Parole Libérée (La Palabra Liberada) leí historias de hombres que habían sido abusados de niños en la iglesia. Me conmovió especialmente Alexandre, un ferviente católico que contó cómo había luchado en silencio hasta los cuarenta años, cuando finalmente se sintió capaz de contar su historia. El sitio web también presentó entrevistas, artículos y correspondencia por correo electrónico entre Alexandre y miembros de la jerarquía católica de Lyon, incluidos el cardenal Barbarin y Régine Maire, la psicóloga de la Iglesia a cargo de brindar apoyo a las víctimas de los sacerdotes. Encontré estos documentos fascinantes, así que contacté a Alexandre.
¿Cómo fue contactarlo?
Trajo consigo un archivo de su correspondencia con la Iglesia hasta cuando presentó su denuncia. Me conmovió mucho que me confiara esas cartas. Algunos de esos audios están en voz en ‘off’ al comienzo de la película. Al principio consideré usar este material increíble para escribir una obra de teatro, luego me volví a la idea de un documental. Me reuní con Alexandre con frecuencia e hice un poco de periodismo de investigación, conocí a otras víctimas como François y Pierre-Emmanuel y personas cercanas a ellos, sus esposas, parientes, la madre de Pierre-Emmanuel, sus abogados... No filmé estas entrevistas, pero escuché y tomé notas.
¿Qué lo hizo cambiar de documental a ficción?
Cuando comencé a discutir mi proyecto en términos concretos con las víctimas, sentí que estaban decepcionadas y reticentes acerca de la idea del documental. Ya habían dado muchas entrevistas a los medios y aparecieron en reportajes de televisión y documentales. Estaban intrigados cuando un cineasta de ficción se les acercó. Se imaginaron una película en el espíritu de ‘Spotlight’ en la que se convirtieran en personajes de ficción interpretados por actores famosos. Entonces pensé: ‘Esto es lo que quieren de mí, y esto es lo que sé hacer’. Pero me acerqué a la ficción con cierta inquietud, porque realmente me gustaban estas personas y temía no poder llevarlas a la pantalla de una forma que les hiciera justicia.
Entonces, eligió el elenco...
Es inusual conocer los rostros de los verdaderos protagonistas sin necesidad de buscar actores que se parezcan porque el público no los conoce. Había trabajado dos veces con Melvil Poupaud, un actor que trabajó con Eric Rohmer en su juventud, y me gusta mucho. Se está volviendo aún más interesante con la edad, y sabía que él mismo estaba explorando el lugar de la fe en su vida. También trabajé con Denis Ménochet, así que sé que su energía y su fuerza física enmascaran una mayor sensibilidad, lo que lo hace un buen candidato para François. En cuanto a Swann Arlaud, lo acababa de ver en ‘Bloody Milk’ y sentí una inquietud y una fragilidad que correspondía exactamente a lo que quería para Emmanuel. En el papel del padre Preynat, Bernard Verley, otro actor que trabajó con Eric Rohmer, aportó carisma, fuerza y una amabilidad que agrega complejidad al personaje. Además, no tenía miedo de jugar un papel tan poco halagador. Lo aterrador de este personaje es que parece completamente ajeno a la gravedad de sus acciones.
François Marthouret, quien interpretó al padre en ‘Sitcom’, interpreta al cardenal Barbarin...
Siempre me ha encantado el tono de su voz y su dicción algo teatral. Barbarin puede tener algo en común con el padre en ‘Sitcom’. Ambos hablan verdades incómodas en voces suaves, llenas de comprensión y simpatía, luego no hacen nada. Esto fue cómico en ‘Sitcom’. Aquí es mucho más aterrador, dada la seriedad de la situación y la terrible desconexión entre sus palabras y sus acciones.
¿Y Josiane Balasko?
Pensé de inmediato en Josiane Balasko. Rara vez es elegida para papeles dramáticos. Me emocionó que estuviera dispuesta a aceptar un papel de apoyo. También tenía muchas ganas de trabajar con Hélène Vincent, pero no estaba seguro de si elegirla como la madre de François o Régine Maire. Ella misma eligió el papel de madre, y hace un hermoso trabajo encarnando a una mujer muy humana plagada de culpa. Martine Erhel interpreta a Régine Maire. Ella estaba en mis cortometrajes cuando era estudiante en el Fémis. Se parece mucho a Régine Maire, y sabía que transmitiría perfectamente la fascinante mezcla de frialdad y amabilidad del personaje.
Le mostré la película a un sacerdote que dijo: ‘Esta película podría ser una oportunidad para la Iglesia
Los únicos efectos de cine son los ‘flashbacks’...
Dado que casi todo aquí se basa en palabras, en cierto punto necesitamos imágenes para encarnar la violencia inherente a lo que estos hombres experimentaron cuando eran niños. Creé ‘flashbacks’ para cada personaje que muestran muy poco (un camino, la apertura de una puerta, el cierre de una tienda de campaña), pero sugieren mucho en el espacio de un instante a través de la ubicación, la iluminación ... Conocemos los hechos, se han declarado. Ahora el público los imagina, completando la horrible imagen ellos mismos. François tiene el único ‘flashback’ con diálogo. Para él, el recuerdo más doloroso no es tanto lo que hizo Preynat como cuando sus padres le dijeron que Preynat podía ir a prisión. Cuando era niño, no quería ser responsable de eso.
¿Cómo fue el rodaje?
Había una urgencia por hacer la película. Las noticias avanzaban rápidamente y el tema era difícil de financiar. La temática de la pedofilia asusta a las personas. El proyecto no se consideró financiable. Muchos lugares estaban prohibidos para nosotros (los interiores de la iglesia fueron filmados en Bélgica y Luxemburgo). Me encontré enfrentando limitaciones similares a las que experimentamos en ‘Bajo la arena’. Afortunadamente, mis productores y todo el equipo creyeron en el proyecto y lo apoyaron, por lo que, en lugar de desanimarnos, los obstáculos que tuvimos que superar nos dieron el coraje de impulsar la película y demostrar que era necesaria.
¿Cree que esta película podría ayudar a cambiar las cosas?
Le mostré la película a un sacerdote que dijo: ‘Esta película podría ser una oportunidad para la Iglesia. Si lo acepta, tal vez finalmente asumirá la responsabilidad de la pedofilia en su medio y combatirá el flagelo de una vez por todas’. Esperemos que así sea.
EL TIEMPO*
* Entrevista cedida por Cine Colombia.