Cada temporada de los premios Óscar suele incluir un drama emocional con ecos sociales.
Ese es el caso de 'Manchester junto al mar', una cinta que se ha hecho acreedora a seis nominaciones, incluidas las de 'mejor película', 'actor principal' y 'director'.
Aunque el filme ha quedado un poco opacado por las cuantiosas candidaturas de 'La La Land', 'La llegada' y 'Moonlight', sin duda constituye un plato digno de disfrutar.
Un hombre solitario se dedica a hacer arreglos en las casas de un pueblo costero, pero su frenético trabajo no es otra cosa que una válvula de escape para el tremendo dolor que lo embarga y lo lleva a protagonizar grandes trifulcas en el bar local.
Un día le avisan que su hermano ha sido hospitalizado, y cuando llega a verlo se encuentra con que ha fallecido y le ha confiado la custodia de su hijo de 16 años, dejándolo ante una situación que parece imposible de manejar.
Más que una historia llena de giros argumentales, 'Manchester junto al mar' es el estupendo estudio de un personaje.
Casey Affleck –hermano del también actor Ben Affleck– hace una brillante representación en el papel de un hombre desolado que está siempre al borde de estallar, en una faena que muy probablemente le signifique el premio Óscar.
A su lucimiento contribuye un guion logrado, que enfatiza las relaciones entre los personajes y diálogos bien escritos, así como una cuidadosa puesta en escena que explota la desolación que evoca la luz grisácea de la costa en otoño.
Hay que advertir que las secuencias son largas y la acción se mueve perezosamente, pero el balance final es más que favorable.
MAURICIO REINA
Crítico de cine
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