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Cine y Tv

Exclusivo: Cristina Gallego escribe sobre denuncias contra Ciro Guerra

Ciro Guerra y Cristina Gallego, directores de Pájaros de verano, durante el estreno mundial de la película en la Quincena de Realizadores en el Festival de Cannes.

Ciro Guerra y Cristina Gallego, directores de Pájaros de verano, durante el estreno mundial de la película en la Quincena de Realizadores en el Festival de Cannes.

Foto:Mateo Contreras

La cineasta expone sus puntos a raíz de las acusaciones de abuso sexual contra su socio y expareja.

Sofía Gómez
Para mí escribir cualquier cosa al respecto es muy difícil. Es un tema profundamente doloroso que me divide, una acusación sobre el hombre al que conozco hace más de veinte años y como militante feminista que soy.
Me parece que está muy bien hacer conciencia y dejar de normalizar los comportamientos abusivos, los maltratos inconscientes, los piropos que nos hacen sentir como basura, los ‘manes’ que se pasan en las fiestas, la relación poder/sexualidad, presente en este y otros medios, pero no a costa del linchamiento público, sin argumentación seria ni posibilidad de defensa, y de la destrucción de la vida profesional y personal, que para un cineasta está vinculada absolutamente con la vida pública.
¿Han notado que el artículo sobre Ciro en Volcánicas es el lanzamiento del periódico virtual, un lanzamiento en el que trabajaron por cinco meses y coincide con el lanzamiento internacional de su película Esperando a los bárbaros? ¿Una coincidencia o, más bien, una actitud barbárica de linchamiento?
A Ciro lo conozco de toda la vida, crecimos juntos, lo conocí cuando tenía 18 años y hoy tiene 39. Fuimos amigos, fuimos novios, esposos por 16 años y a pesar de sus infidelidades (y del dolor o el resentimiento) seguimos siendo socios y amigos, incluso después de separarnos, porque, habiendo tenido conflictos, siempre ha sido un hombre franco. Puedo decir con absoluta certeza, yo que soy treinta centímetros más pequeña que él, que nunca sentí ningún tipo de temor ni mucho menos agresión de él, ni hacia mí ni hacia mis hijos.
Pero es a Ciro a quien le corresponde pronunciarse sobre los hechos que se relatan en el artículo, tomar las acciones legales, de comunicación y personales que crea que correspondan. Sin embargo, no puedo dejar de ser crítica ante lo que sucede.

Sería un acto terrible del feminismo linchar a todos los hombres, por sus carencias a la hora de conquistar o por la falta de asertividad

Catalina Ruiz Navarro (coautora del artículo de Volcánicas en el que se hizo la denuncia en contra de Guerra) en entrevista radial decía que si se tuvieran que demandar a todos los hombres acosadores del país, la mitad de ellos estarían en la cárcel. Y acá es donde creo que radica el fondo visceral de la cuestión. Las mujeres en Colombia y en muchos lugares del mundo, como México y Argentina, hemos tenido o al menos escuchado experiencias de abuso y acoso sexual y también hemos sido ofendidas ante conductas machistas que nos han hecho sentir como objetos.
Eso tenemos en común las mujeres, hemos sido víctimas, no solo por extraños, sino por cuenta de amigos y familiares y nos hemos quedado ofendidas y calladas. Así que el silencio y el dolor están ahí, sin salir a la luz.
Sin embargo, como creo que debe hacer el arte, el ser humano, la familia, la sociedad y ojalá lo hiciera también el periodismo, una sociedad se transforma con el aprendizaje, las buenas prácticas, la tolerancia, la empatía y sobre todo con el amor. Sería un acto terrible del feminismo linchar a todos los hombres, por sus carencias a la hora de conquistar o por la falta de asertividad. Estoy de acuerdo en que hay que madurar en la masculinidad, que el feminismo debe lograr cambios, pero con los hombres y no ‘a pesar de ellos’.
Tampoco estoy de acuerdo con buscar solidaridad y empatía con títulos incendiarios y “volcánicos” como el de la publicación, y que, además, no corresponde con los supuestos testimonios, pero que genera una reacción en masa, porque desafortunadamente en la era del hiperconsumo digital lo que la gente lee y replica es un titular, un tuit, un hashtag y no analiza críticamente la profundidad del artículo o de los testimonios.
He vivido en un país en guerra donde muchos han tomado la justicia por mano propia, dejándonos en un escenario lleno de grupos armados en medio de los que la población se debate ante el miedo. ¿Y no es eso quizá lo que está pasando ahora? Catalina Ruiz y Matilde de los Milagros Londoño (la otra autora del artículo) han tomado, impropia y abusivamente, la justicia por su mano, siendo las voces de los supuestos “testigos” y reemplazando arbitrariamente a los fiscales y los jueces.
En una entrevista radial, Catalina dice que no está linchando a Ciro, pues no está atacando su cuerpo ni su dignidad. ¡Claro que la está atacando! Y no solo la de él, sino la de la familia, en particular la de mis dos hijos hombres, menores de edad que escuchan que su papá es acusado de violación, cuando no hay tal cosa en ninguno de los supuestos testimonios.
También es triste que se mezclen en un solo recipiente noticioso todo lo ocurrido en Colombia en esa semana: el alcalde de Medellín acusado de acoso sexual, la violación de la niña embera a manos de siete soldados y las acusaciones de abuso y acoso contra el único nombre ‘famoso’, el de Ciro Guerra, convirtiéndolo en la representación de todos.

Estoy de acuerdo en que hay que madurar en la masculinidad, que el feminismo debe lograr cambios, pero con los hombres y no ‘a pesar de ellos’

Pareciera un circo romano montado para la gente, aún en cuarentena, que necesita ver desde su palco cómo los leones se comen al gladiador que conocen, que han querido, el que ha sido su orgullo. Como cuando vemos la caída del héroe con el que nos hemos familiarizado en la novela o en el reality, o cuando seguimos con deseo morboso la vida de los famosos. Al fin, ya somos tan Hollywood que tenemos nuestro propio depredador.
Respecto a las denuncias, según Catalina le dice a la revista Semana: “Van en un rango de cosas muy sencillas como comentarios incómodos o inapropiados en espacios de trabajo”, cosa totalmente falsa, pues todos los eventos están en espacios de fiesta. También hace referencia la revista a que Ruiz Navarro relató en qué consiste la denuncia más grave que, según la víctima, ocurrió cuando el director la invitó a su casa por un tema laboral.
Sobre cualquiera de las acusaciones, pero particularmente por la gravedad de esta última, que es por la que se rotula a Ciro como un “abusador sexual”, esperaría que las periodistas guardaran especial rigurosidad en su investigación, preguntando directamente al implicado sobre tales hechos puntuales, dándole la oportunidad de considerar pronunciarse sobre los mismos y aportar pruebas, si las tuviera, de la realidad de cómo se dieron los hechos.
De esta manera el público podría hacerse su propia opinión y no simplemente seguir el juicio de culpabilidad generado por las periodistas.
Sobre los testimonios que citan eventos previos al año 2014, cuando Ciro andaba en bus y empujaba mi carro Renault 9 para que prendiera, valdría preguntarse dónde residía su poder y su fama, esos que subyugaban a las posibles víctimas.
En cada una de las entrevistas dadas por Catalina hasta ahora no se refiere al artículo publicado ni a los testimonios específicos. Se ha ido por otros temas y generalidades, como si un delito fuera una generalidad, hablando de los depredadores del cine colombiano y de los fondos públicos con los que se hace el cine.
¿Por qué lo hace? Porque en el artículo no hay nada que corresponda con el título ni con los delitos que le acreditan a Ciro. Porque lejos de ser una investigación profunda, como ellas lo indican, muestra un solo lado de la historia, habiéndose obviado revisar los hechos desde las dos caras de la moneda, amparándose en la idea, muy personal, de que el periodismo es subjetivo y no objetivo. Es decir, no está buscando justicia sino venganza por mano propia.
¿Cómo entender que cinco meses de investigación, de recolección de testimonios y pruebas, según las periodistas, sean contrastados con una llamada a quemarropa de cinco minutos, trascrita al final del texto?
En una conversación publicada por El Espectador, Catalina Ruiz Navarro le manifiesta a Mariángela Urbina que debe ser el final de la carrera de Ciro y de otros abusadores, para abrirles paso a las directoras mujeres en Colombia, como si nosotras necesitáramos que se linche a los compañeros para poder surgir. Esa motivación dice mucho de las autoras de las historias que se han presentado.
Nunca, siendo miembro de la Academia de Cine, habiendo sido representante en mesa de gremios y trabajando de cerca en el sector, he escuchado nada que se le parezca; por el contrario, somos un gremio que trabaja unido entre hombres y mujeres, que goza de tener directoras, productoras, gestoras, directoras de instituciones.
Dice también Catalina que no es justo que el Estado le dé tres mil millones de pesos (aludiendo al Estímulo Integral del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico-FDC) o darles el dinero a hombres abusadores para hacer sus películas, en lugar de dárselo a las mujeres.
Esta es una afirmación totalmente falsa, entre otras porque en cuatro años de vigencia del Estímulo Integral se hicieron tres películas rodadas por hombres, Rubén Mendoza, Jorge Navas y Carlos Moreno; una codirigida por Ciro Guerra y Cristina Gallego y una dirigida por Laura Mora, que casualmente produzco yo, con otro equipo de mujeres. Supongo que también desconoce que el año pasado se entregaron, sin ningún lineamiento de género y solamente basados en la calidad de los proyectos, tres premios a mujeres, de cuatro posibles, para producir largometrajes.

Respecto a Ciro, no estoy justificando sus acciones, que frente al artículo estoy segura no corresponden al tono en que son contadas

Todo esto refleja el nulo fondo de realidad, de conocimiento del gremio y de profesionalismo que muestran los señalamientos. Las cineastas no necesitamos que ni Catalina Ruiz Navarro, ni Matilde Londoño ni nadie más nos trate como víctimas que necesitan de su mano justiciera, porque no lo somos. Por favor, no nos victimicen, no nos ofendan, tenemos herramientas y podemos valernos por nosotras mismas.
Hoy, pese al pánico de los hombres en el ambiente del medio audiovisual, del teatro y la televisión, por el anuncio y la ‘moda’ del escrache, y de este particular linchamiento, impuesto y llevado a cabo por Volcánicas y Las Igualadas (un canal en YouTube en el que se discuten temas de género), creo que el medio se ha sacudido. He recibido mensajes de hombres y mujeres, reflexivos, que se han juntado porque quieren hablar y también saber qué es lo que tiene que cambiar, qué es lo que nos molesta. La intención es que esos espacios de encuentro, conciencia y reparación se den en privado, pero no con el ánimo de linchamiento, sino de crecimiento y transformación.
Respecto a Ciro, no estoy justificando sus acciones, que frente al artículo estoy segura no corresponden al tono en que son contadas y que la intención de las supuestas víctimas de buscar solamente que él no lo volviera a hacer dista mucho de la sanción social y el linchamiento que han buscado las periodistas.
Puedo decir con absoluta convicción que no merece el injusto y desproporcionado linchamiento por unas supuestas conductas y que, además, no han sido ni serán analizadas por los estamentos a los que corresponde hacerlo y a pesar de lo cual estas colegas condenan a la cadena perpetua su nombre, su dignidad y su carrera.
Por último, quiero citar un testimonio dado por Catalina Ruiz Navarro a la revista Arcadia en el año 2017 y también publicado en https://catalinapordios.wordpress.com/category/uncategorized/ en referencia a su historial de plagio, denunciado en su tesis de grado y en muchas de sus columnas, en el portal Plagio S. O. S. https://www.plagios.org/tag/catalina-ruiz-navarro/.
“Es necesario dejar algo claro: el plagio es un delito. Un delito tipificado en el Código Penal, cuya prueba se establece siguiendo conductos regulares y ante las autoridades competentes, como ocurre con cualquier otro. Si todas las autoridades pertinentes han declarado que Sánchez no ha cometido plagio, nada tiene que hacer un portal que declara que resolverá el asunto por su cuenta, al mejor estilo paramilitar. Plagio S. O. S no es un cancerbero de la moral en lo que a derechos de autor se refiere, es solo un portal hecho y diseñado para acosar y molestar a la gente de manera cobarde en internet, sin darles derecho a réplica. En esa medida es solo una página para calumniar, injuriar y atacar moralmente a las personas en su honra y en su intimidad”.
La pregunta es: ¿este “estilo paramilitar” aplica cuando las acciones son practicadas contra ella, pero no por ella? ¿Acaso la ética funciona en una sola dirección? Muchas preguntas, muchas subjetividades y un solo linchado.

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Cristina Gallego 
Especial para EL TIEMPO
(*) Gallego es productora y directora de cine.  Cofundadora de Ciudad Lunar, junto a Ciro Guerra. Responsable de los filmes ‘La sombra del caminante’ (2004), ‘Los viajes del viento’ (2009), ‘El abrazo de la serpiente’ (2015, nominada al Óscar) y ‘Pájaros de verano’ (2018), que codirigió. Hoy es una de las directoras de la serie de Amazon sobre la conquista de México.
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