"Una de agosto de 1999, no me había incorporado de la cama cuando alguien de mi casa se acercó y me dijo: ‘Mataron a Jaime’. Jaimes hay muchos, pero Jaime era solo él. Estremecimiento, desconsuelo, desesperanza por la recuperación de esta patria herida. Asesinaban el humor, moría la juventud, moría el hijo para una madre dolorosa. Que ella era como una casita vieja, solía decirme doña Daysi, a la que cada día le aparecía un daño: ella misma se asimilaba a su propia casa de San Diego, donde todavía hace cuna el recuerdo. No sigo”. Final del prologo del caricaturista y escritor Héctor Osuna al libro 'Jaime Garzón: mi hermano del alma', que escribió Marisol.
Se cumplen dos décadas de ese viernes trágico, sin que hasta hoy se haya hecho justicia; sin que el humor político y la sátira social local hayan encontrado reemplazo para quien sofisticó el chiste, lo hizo inteligente y lo adjetivó con valentía y honradez.
Jaime Garzón Forero (1960-1999) solía decirnos a sus amigos del Rotundo, con inusual seriedad, que él no llegaría a los cuarenta años; y nosotros, entre abrumados y escépticos, dejamos de darle importancia a esa sentencia que por repetirla se hizo inane.
Sin embargo, la multiplicación de amenazas y los consejos de algunos enterados para que Garzón se fuera volvieron su presentimiento un hecho de posible ocurrencia, así el sentido común reorientara el pensamiento hacia la insensatez de individuo o asociación criminal capaces de asesinar la risa, sin medir consecuencias.
Pero no valieron razones a la hora de ordenar los disparos. Lo que sus asesinos nunca imaginaron fue la respuesta espontánea y dolida de cientos de personas. El cariño y el dolor unidos, como tal vez no se veía en un país que llevaba ya años enterrando líderes, se tomó las calles de Bogotá y de otras ciudades, en entierros simbólicos, sin redes sociales que convocaran ni partidos políticos que pudieran autonombrarse como organizadores.
Y, hoy como ayer, cuando se lo oye y se lo ve, sucede como con las películas de Charles Chaplin o con los programas de televisión del Chavo del Ocho y de los Simpson, producen tanta risa y gozo como si se oyeran y vieran por primera vez, porque el humor de Garzón no tiene fecha de vencimiento. Le pedí a amigos y conocidos que describieran cómo se imaginaban a Jaime Garzón de 59 años: ¿qué haría y cómo lo haría?

El inolvidable 'Heriberto de la Calle' embola a su creador, el humorista Jaime Garzón.
Filiberto Pinzón/EL TIEMPO
María Teresa Herrán, periodista y escritora
Ya próximo al sexto piso, y como a todos nos ha pasado, le asomaría, en 2019, la calma que dan los años. Imagino a Jaime desde sus dos personalidades, que se reflejaron hasta su muerte. La primera, un ser ingenioso, de chispa siempre alerta, de inteligencia vertiginosa, pero ahora menos apresurada, ahora de coqueteos cansados y redescubriendo el amor de su vida. La segunda faceta de su carácter, padeciendo en 2019 más intolerancias, y él, lamentando el desconocimiento, por parte de sus admiradores, de sus profundidades interiores.
Rafael Pardo, excandidato presidencial
Me lo imagino burlándose de Álvaro Uribe. Aún más irreverente y crítico como corresponde a los años. Habría gozado mucho con la paz, a pesar de que la lograra Juan Manuel Santos, que fue blanco de sus sátiras. Estaría defendiéndola a capa y espada. Qué falta le hace a Colombia Jaime.
Aura María Barrero, trabajadora social. Movimiento Rotundo Vagabundo
La imagen de Jaime que mantenemos es la de nuestro último encuentro en Madrid unos meses antes de su asesinato: Fraternidad, alegría, entusiasmo porque nuestro hijo menor de 14 años era seguidor incondicional de su programa de televisión, risas por su disparatada pero inteligente versión de la realidad del país, y en algún momento ante la pregunta: ¿y por qué no participas directamente en política? Respondió: no descarto presentarme como candidato; y aunque no dijo a qué, ni con quién, sí podemos imaginarlo ahora, elegido por votación popular defendiendo con convicción y compromiso la paz.

Facebook: Heriberto de la Calle
Hernado Corral Garzón, periodista. Movimiento Rotundo Vagabundo
Algún día le escuché elogiar al filósofo y literato Albert Camus por frases como la de “Lo que se llama una razón para vivir es también una excelente razón para morir”. Si a Jaime le hubieran permitido llegar a sus sesenta, estoy seguro de que sería el mismo que conocimos: contestatario, irreverente, amante de la paz y enemigo de la injusticia. Garzón, en contravía de muchos colombianos, no hubiera perdido su capacidad de perplejidad ante la creciente corrupción, la impunidad, ni, mucho menos, su gran sensibilidad ante la injusticia social. A lo mejor se hubiera reinventado, combinando todas las formas de “locha”, el periodismo y el humor con la sátira política, pero a lo Bertolt Brecht, a través de la dramaturgia. Hubiera seguido derrochando su dinero con sus amigos y, en especial, con sus múltiples amigas. Perdonaría a sus enemigos gratuitos, a quienes lo calumniaron y a sus propios asesinos, ya que, ante todo, tenía como militancia el Goce Pagano.
Estuviera donde estuviera, la de Jaime sería una voz permanente, activa, incisiva, polémica
Mónica Savdié, artista plástica
Describo a Jaime Garzón como el hombre que cumplió dos exitosos periodos presidenciales al derrotar –mediante abrumador sufragio– a Uribe Vélez después de su primer nefasto mandato. A partir del 2006 rigió los destinos de un país adolorido y temeroso. Garzón nos trajo la alegría de una ansiada paz. Una vez unidos, los colombianos celebramos sus dos colosales periodos como lo mejor que le ha sucedido a esta patria, después de los cuales entregó en 2014 la posta al profesor Mockus. Ahora, Garzón, más jovial que nunca y desentendido por completo de su título de gran maestre, sumará sus sesentas octubres más atractivo que nunca.
Eduardo Arias, periodista
Me cuesta mucho trabajo imaginar en qué andaría hoy día. Y por varias razones. La primera, porque era una persona muy impredecible. Me parece igual de probable que fuera presentador de algún programa de humor o de alguna sección en un noticiero, senador, profesor universitario, youtuber. El humor era para él una herramienta, no una finalidad. A través del humor intentaba incidir en los ciudadanos y educar. Lo único que tengo claro es que, estuviera donde estuviera, la de Jaime sería una voz permanente, activa, incisiva, polémica. Una buena parte de los colombianos estaríamos muy pendientes de él. Como aún lo estamos hoy, 20 años después de su muerte.

Jaime Hernando Garzón Forero nació el 24 de octubre de 1960 en Bogotá.
Filiberto Pinzón / EL TIEMPO
María Victoria la ‘Toya’ Uribe, antropóloga
Si Jaime Garzón viviera, todo sería más llevadero. Esperaríamos con ansias sus apuntes de humor negro, y la realidad que vivimos, tan confusa y opaca, se transformaría en risas y hasta en carcajadas. Su ausencia es irreparable.
Omar Rincón, crítico de medios
Jaime Garzón era casi imposible que hubiese llegado a los 60 años; su humor informado e irónico, que criticaba a las élites y al poder, poco hubiese gustado al nuevo dueño del país, el señor Uribe. Los dueños del país se caracterizan por su solemnidad a prueba de humor, una solemnidad de la maldad y en nombre de Dios. Pero, bueno, si hubiese sobrevivido, estaría de youtuber independiente, ya que sus personajes fueron youtubers antes de tiempo y porque nuestros medios tan entregados al poder no le darían puesto. Tal vez se hubiese convertido en guionista de series sobre el poder en sus múltiples formas, donde juntaría a Santo Domingo con Uribe y Timochenko reunidos con Ardilla Lülle, Sarmiento Angulo y los Gillinski en una isla con Santos, Samper y Marta Lucía (sí, sin mujeres porque no caben en este país de machos). Y sería el rey del Twitter, ya que por su sagacidad irónica, cada uno de sus tuits sería un espectáculo de la inteligencia informada y autocrítica.
Estaría de youtuber independiente, ya que sus personajes fueron youtubers antes de tiempo y porque nuestros medios tan entregados al poder no le darían puesto
Keshava Liévano, escritor y grafitero (20 años a Garzón quita’o)
Encuentro de Dioselina y John Lenin en Transmi:
—Uyyy mi profe John Lenin, ¿es usted? ¿El mismísimo John Lenin aquí en el Transmi ? ¿A usted no le pasa el tiempo, no? y ¿nada que suelta su mochila?
—Vea compañera Dioselina, el tiempo es solo un constructo social e ideológico del patriarcado capitalista. EL TIEMPO no es más que un periódico igual que El Espacio, de la misma manera que libertad no es más que una estatua; justicia, un palacio; Ley, un almacén; Éxito, una cadena, y fama, una carnicería de barrio. Por eso, compañera, como dice una pared: TODOS PROMETEN NADIE CUMPLE. VOTE POR NADIE.

Dioselina Tibaná, una trabajadora doméstica que sabía todos los secretos que pasaban por la cocina del país.
Archivo Particular
María Jimena Duzán, periodista
Me lo imaginaría defendiendo el acuerdo de paz; exigiéndole a Iván Duque su destete de Uribe y sin espacio para su programa de humor sarcástico. Sus almuerzos, que extraño, serían una mezcla de comensales entre Carlos Lozada, Emilio Archila, la ‘Mencha’, el embajador norteamericano, Petro y Marta Lucía Ramírez. No sé si los resistiríamos. Habría sido señalado por el uribismo de ser el primer castrochavista, título que no le importaría. Sobre Odebrecht habría hecho una novela en la que saldrían todos los untados.
Gloria Amparo Acosta, socióloga. Movimiento Rotundo Vagabundo
Si Garzón viviera, siento que hubiesen sido 20 años de humor político en Colombia, a través del cual la conciencia social habría crecido, su flanco de denuncia habría virado hacia lo ecológico. La minería, el fracking, la deforestación hubiesen sido el centro de su denuncia. La aceptación y el afecto hacia él habrían crecido exponencialmente, lo habrían llevado a ser senador defendiendo los derechos humanos y los de la naturaleza. Hoy sería el candidato a la presidencia de mayor opción.
Habría sido señalado por el uribismo de ser el primer castrochavista, título que no le importaría
Carlos Rodríguez Mejía, abogado defensor de derechos humanos
A sus sesenta años, Jaime estaría dedicado, de lleno, con su gran capacidad de análisis político y su enorme visión de futuro, promoviendo el cumplimiento del Acuerdo Final de Paz, utilizando toda su capacidad dialéctica, con humor e ironía; eso sí, con algunas arrugas en el rostro y en las manos y el pelo encanecido. ¡Qué falta le hace Jaime a Colombia en esta coyuntura!
Sylvia Suárez, curadora de arte
Garzón fue el narratólogo más audaz y visionario de la vida política colombiana… veinte años después de su asesinato, miro videos suyos y encuentro respuestas sobre la actualidad. Me niego a proponer una idea de qué haría si estuviera vivo porque su ausencia ha sido irreparable, y al menos este vacío debe seguir siendo visible y prominente en nuestro cotidiano. Es una herida que continúa abierta en nuestra imaginación social y política.

El 13 de agosto de 1999, a las 5:45 a.m., Jaime Garzón es asesinado por sicarios frente a Corferias en Bogotá. En la foto, el carro y el lugar en el que fue asesinado el humorista.
Archivo ELTIEMPO
MYRIAM BAUTISTA
Especial para EL TIEMPO