Una de las características de lo que se llama gobiernos de derecha es el desprecio por lo cultural. Para estos gobiernos la cultura solo es negocio y espectáculo poco tiene de soberanía o constitución de la identidad.
Este desprecio es más evidente en los medios públicos, por eso, gobiernos como el que acaba de pasar de Macri en Argentina, o Bolsonaro en Brasil, o Duque en Colombia abandonan, destruyen y vacían los medios públicos.
Emanuel Respighi escribió, para 'Página 12' en la Argentina, el siguiente diagnóstico que puede suscribirse para Colombia: “Más allá de algunos matices, hay un hecho insoslayable: tanto la radio como la TV pública carecieron de identidad, producción y audiencia durante la gestión de este gobierno. Los medios fueron más noticia por sus problemas y recortes que por sus estrenos, al punto que los históricos lanzamientos de programación dejaron de realizarse por una sencilla razón: no había mucho que anunciar”.
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Pongamos que estamos hablando de Señal Colombia. Y es que este diagnóstico se aplica a Duque, Bolsonaro, Macri, Piñera, Lenin Moreno y vaya sumando.
Este desprecio por la televisión y por los medios públicos es solo por lo nacional y propio porque a los naranjitos les parece que Netflix si es la maravilla, que los medios privados son buenos porque dan billete y son amigos del gobierno, y que la televisión solo sirve para mostrar índices de billete.
El desprecio es por lo público. Y es que, por ahora, el humo digital solo produce 'shows' naranjas pero no economía. La plata digital sigue atada a la televisión, las plataformas y empresas de internet, ya que es muy difícil sacarle billete a los emprendimientos digitales. Lo que toca un celular da ganancias, pero a Claro, Google, Facebook, Uber pero no a los productores.
El desprecio por lo público llevó a que Señal Colombia, que era el mejor canal cultural de televisión de América Latina, sufriera tres embates destructivos durante este gobierno: El huracán Bieri que entró a acabar con todo sin tener una propuesta para construir algo y con un irrespeto ignorante por la libertad de expresión. La ley Constain, que puso a la televisión pública como súbdita en contenidos y presupuesto de Mintic. Y la naranja del viceministro Felipe Buitrago, que afirma que la televisión, el periodismo y los medios están muertos y que basta con ser digital y grabar con celulares.
A pesar de estos embates, este año Señal Colombia se calmó. No hubo escándalo, pero tampoco pasó nada: todavía no sabemos cómo va a ser la nueva Señal. Llevamos 17 meses de este gobierno y apenas algunos embustes digitales con contenidos precarios y que venían de atrás.
Esperamos que en el 2020 los medios públicos despierten y salgan de su letargo. Esperamos que Señal Colombia produzca y cree nuevos formatos, promueva otros talentos, juegue a los contenidos de la identidad y revolucione las pantallas. Todavía es posible que este gobierno apueste por la soberanía audiovisual y respete nuestro saber cultural.
ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión
orincon61@hotmail.com