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Cine y Tv

Ciro Guerra debuta en las grandes ligas de Hollywood

Johnny Depp y Ciro Guerra en una escena de

Johnny Depp y Ciro Guerra en una escena de

Foto:Ambi Entertaiment

El director colombiano habla con EL TIEMPO sobre ‘Waiting for the Barbarians’, con Johnny Depp.

Andrés Hoyos
Ciro Guerra ha sido un director de lavar y planchar. Es de esos realizadores cuyas ideas claras son el motor de películas en las que ha batallado por lograr lo que quiere y cómo desea contarlo. ‘La sombra del caminante’, ‘Los viajes del viento’, ‘El abrazo de la serpiente’ y ‘Pájaros de verano’ testimonian la libertad y rigurosidad creativa de este cesarense, de 38 años.
“Fue difícil encontrar un proyecto que sintiera como propio, que me gustara, que tuviera los elementos que a mí me interesan. Cuando el productor Michael Fitzgerald -que llevaba ya varios años tratando de hacer esta película-, me ofrece la adaptación de ‘Waiting for the Barbarians’ (‘Esperando a los bárbaros’), que fue hecha por el mismo escritor de la novela, el sudafricano ganador del Nobel J. M. Coetzee, encuentro que es totalmente coherente con todo lo que yo he trabajado, con los temas que me interesan”, explica Guerra.
Su vinculación a este proyecto ocurrió hace tres años, después de que la adaptación había enfrentado miles de obstáculos desde 1990, cuando fue propuesta para llevarla al cine por primera vez. El viaje en el que se embarcó y que significa su primera película en inglés está por ver la luz, en el próximo Festival de Venecia, que se celebra del 28 de agosto al 7 de septiembre. Allí competirá por el León de Oro, en la selección oficial.
Guerra, cuya carrera parecía tocar la cima con la nominación al Óscar en 2016 con ‘El abrazo de la serpiente’, pone un punto más alto su trabajo al dirigir en ‘Waiting for the Barbarians’ a estrellas como Johnny Depp, Mark Rylance y Robert Pattinson, en una producción que entrará en disputa con los títulos de figuras de la dirección como Steven Soderbergh, Olivier Assayas, Roman Polanski y el chileno Pablo Larraín.
¿Cuál es la importancia de competir en Venecia?
Quedamos seleccionados en la competencia oficial del festival más antiguo del mundo (este año llega a su edición 76), el que más tiene tradición, el que reveló a los grandes maestros: Kurosawa, Fellini, Bergman, Agnès Varda… y más recientemente, las películas de Alfonso Cuarón o Guillermo del Toro. Fue muy sorprendente, porque la película todavía no está lista, estamos en la fase final de posproducción, así que no sabíamos si era posible clasificar, pero cuando nos dan la noticia, lo asumimos con un honor muy grande. Es estar en la sección principal con cineastas que uno ha admirado de toda la vida. Es muy extraño, un día estás estudiando la obra de Roman Polanski, y al otro, estás en la competencia con él.
¿Cómo llega el proyecto de ‘Waiting for the Barbarians’ a sus manos?
Después de que ‘El abrazo de la serpiente’ fue muy exitosa en Estados Unidos y en Europa, me empezaron a ofrecer muchas películas y proyectos. Cuando me enseñaron este hallé una historia poderosísima e importantísima en estos tiempos, además de la posibilidad de juntar a un gran elenco y equipo. Inmediatamente tuve claridad sobre cómo hacerlo, podía ver la película absolutamente clara.
Era un desafío, pero era de esas historias que tenía que ser contada por alguien de la periferia, en manos de un gringo o de un británico perdía gran parte de su esencia y de alguna manera, la narrativa de Coetzee es muy cercana y trata todos esos temas que me interesan, entonces fue muy sencillo.
De hecho, él mismo estuvo presente en el rodaje en Marruecos, charlamos varias veces, fue muy generoso con todo lo que me dijo.
La historia de la novela es muy política, sobre un principio idealista que deriva en una tragedia de odio. ¿Pasa igual en la película?
Estamos muy sorprendidos porque cuando empezamos la película, era como la alegoría de un lugar y un tiempo lejanos, y a medida que la fuimos haciendo, empezamos a notar que el discurso extremista, de odio, xenofóbico, que se está viendo en todo el mundo parecía encajar con lo que hacíamos en la pantalla. El mundo está más dividido que antes y mucha gente se aterra de cómo la novela pareciera estar contando el proceso político real y actual en países como Estados Unidos o Italia, en el último año. La película tiene mucho que decirle al público.
¿Fue complicado dirigir a un elenco como el que tuvo?
Cuando uno empieza se plantea esa posibilidad, de que la cosa sea difícil o nueva y sí, definitivamente, es una forma diferente de trabajar porque es una industria que gira en torno a sus actores, ellos están por encima del director, por encima del productor, y por encima de todo el mundo. Pero, al final, lo importante es que ellos también son artistas y contadores de historias y lo que buscan son relatos para contar y gente que quiera contarlos con ellos. Y cada actor, sea natural, sea no natural, sea colombiano, sea famoso, no famoso, de cualquier parte, es un reto, hay que encontrar el lenguaje para cada uno, y en este caso ellos ya venían con un bagaje muy grande, pero al mismo tiempo, superabiertos, superentusiasmados, con muchas ganas de hacer esta película; todos estaban muy conectados con la novela de Coetzee, con mi trabajo previo, entendíamos la importancia de contar esta historia y de hacerlo de la mejor manera posible.

Era un desafío, pero era de esas historias que tenía que ser contada por alguien de la periferia, en manos de un gringo o de un británico perdía gran parte de su esencia

Seguro compartir con estas figuras le exigió mucho más como director…
Trabajar con estos actores es como ponerte a pintar un cuadro con Dalí, Van Gogh y Picasso. El hecho de que se hubieran apasionado por esta historia significa que ponen todo su oficio, su talento, completamente abierto para lo que se requiere. Tuvimos una muy buena relación de amistad, no hubo egos, y todos creían en lo que estábamos haciendo. Eso influyó mucho.
Es que este no era un proyecto comercial, de estudio, sino es un passion project, así que para ellos fue reconfortante.
Aunque como actores son exigentes, estos tipos vienen de trabajar con Steven Spielberg, Tim Burton y Christopher Nolan. Ahí dices: ‘ellos tienen claro cuando un director sabe lo que quiere, sabe lo que está haciendo, y cuando no’. Entonces te obligan a subir tu nivel, a tener una interpretación muy profunda de la historia, una claridad muy grande sobre el camino a seguir. Es lo que ellos esperan.
Y cuando ellos sienten eso, también suben su nivel…
Exacto. Johnny y Mark estaban felices de compartir. El uno le subía el nivel al otro, como en una competencia tácita dentro de lo que estaban planteando. Fue muy impresionante ver a estos artistas de talla mayúscula en escena, ver a estos artistas en la cima de su arte.
De alguna manera todos se están reinventando, haciendo papeles muy distintos a los que la gente les ha visto o espera verlos, particularmente a Robert Pattinson, que tiene hambre de explorar nuevos caminos, eso lo hace un actor muy dinámico, vivo y sorprendente, que en cada toma está exigiéndose más.
Pattinson, que será el próximo Batman, llama especialmente la atención en el elenco.
Él es un actor cinéfilo, que busca a los directores con los que quiere trabajar, no le importa el presupuesto ni el estudio, sino el proyecto y poder compartir con gente a la que respete y que lo estimule. Eso hace que esté teniendo una de las carreras actorales más interesantes de su generación.
¿Qué tan nueva y diferente fue la experiencia de dirigir un proyecto con este?
Yo venía con la idea de que iba a ser una experiencia muy diferente, pero la verdad, en términos cinematográficos es lo mismo: el lenguaje es uno y en esta película pude trabajar con la misma libertad y estímulo creativo que tengo en todas mis películas.
El productor es de la vieja escuela de Hollywood (ha trabajado con gente como John Huston, Orson Welles, Tommy Lee Jones, Sean Penn), de crear ese espacio para que el director y los actores puedan trabajar con libertad y exprimir al máximo su creatividad. Él me puso todas las facilidades y la producción al servicio de la idea que tenía sobre la adaptación.
En el camino rechacé proyectos grandes y exitosos, porque no sabía cómo hacerlos. A veces dudo de si debí aceptar algo grande solamente por el dinero, pero al final hubiera sido un error porque en esto es importante sentir que puedes hacer la película, que la puedes visualizar y saber cómo contarla.
Sin duda, la libertad es muy importante en términos creativos…
Es una película independiente, alejada del esquema del estudio, donde hay un ejecutivo a 10.000 kilómetros de distancia diciendo lo que hay que hacer...esa es una experiencia que aún no he tenido, pero que no parece muy grata.
Sin embargo es una película muy grande, con cientos de personas en el equipo: lo que en Colombia hace una persona, aquí lo hacían 15. Eso facilita y agiliza el trabajo. Pero los retos son los mismos: nunca hay suficiente plata ni tiempo. Siempre se están resolviendo cosas sobre la marcha, eso hace parte del oficio del director ya sea en una película de mil dólares o en una de cien millones.
¿Cuál es el recuerdo más grato de este rodaje?
Haber trabajado con la actriz de Mongolia Gana Bayarsaikhan (con apariciones en Ex Machine y Mujer Maravilla). Ella abrió todo el espectro cultural de su pueblo para la película: tuvimos contacto con gente de allá, actores, jinetes, la música, la cultura...y eso le abre un corazón a la película muy interesante. Fue una experiencia grata para mí, aprender de Marruecos (donde se realizó el rodaje) y de Mongolia.

Más sangre colombiana

Además de Ciro Guerra en la dirección, un grupo de colombianos integró la producción de ‘Waiting for the Barbarians’, que es una coproducción entre Italia y Estados Unidos. Los connacionales que estuvieron fueron Andrés Barrientos, como segundo asistente del director; Luz Ángela Bravo, en el departamento de arte, y David Gallego, que se unió al equipo del director de fotografía Chris Menges, ganador de dos premios Óscar.
“Era muy interesante ver esta sinergia. Lo bueno de estos equipos es que están al servicio de la visión del director y por eso es importante tenerla clara”, dice Guerra.
Sofía Gómez G. – Redacción Cultura 
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Andrés Hoyos
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