Con 'My Way' fue recibido Fernando Gaitán en la iglesia del Gimnasio Moderno, en Bogotá, donde este jueves 31 de enero se llevaron a cabo sus exequias.
Fue en una voz de mujer y sonó mientras entraba la gente a la iglesia, sobre el mediodía, con unas nubes muy negras en el cielo, aunque al final no llovió.
Actores, amigos, familiares estaban allí, con una vela blanca en la mano, así como gente del común. Los actores de 'Betty' y de 'Café', los de 'Hasta que la plata nos separe', novelas que son sus hijas. Los de 'Diomedes El Cacique de La Junta' y otras series que Gaitán produjo y ayudó a estructurar. Los libretistas, que fueron sus hijos, presentadores que fueron sus amigos, como Jorge Alfredo Vargas; los directivos del canal para el que trabajó, como Gabriel Reyes (expresidente de RCN) y Paulo Laserna.
Y también, las mujeres que amó, sus hijas, sus nietos y el más pequeño de sus hijos: Julio Valentín, de tres años, ese que, según la última pareja de Gaitán, Maia Landaburu, ella ayudará a ser grande. “Me quedo, dijo, con estos ocho años y un Valentín de relación”.
Una foto gigante del libretista estaba al lado de su ataúd. Jorge Enrique Abello, su inolvidable ‘don Armando’, de Betty, lloró durante la misa, mientras en el costado contrario, sentada, Ana María Orozco, su gran Betty, también se veía derrotada, triste, muy triste.
La misa también incluyó una versión de otras de las canciones favoritas de Gaitán, 'Stand by Me', mientras se oyeron, de los que hablaron, palabras que dieron a conocer aún más al gran libretista de la televisión colombiana.
Como las de su sobrino Andrés Gaitán, que contaba que en los almuerzos dominicales que organizaba el libretista atendía a los suyos con una gran dedicación. “Fue el mejor tío de sus sobrinos y todos lo adoramos”, comentó. Y agregó que pese a lo buen anfitrión, en medio de la comida se daba sus escapadas para tomar una siesta.

Un homenaje a Gaitán, que falleció el pasado martes.
Rodrigo Sepúlveda. EL TIEMPO
Alejandro Villate, uno de los mejores amigos de Gaitán, también ofreció unas palabras. Aviador de profesión, agradeció su vida y antes de dejar el micrófono se quitó la corbata, “esa que a usted, Fernando, no le gustaba”.
El sacerdote Eduardo Valencia lo despidió en su sermón hablándole directamente al Gaitán que se iba, tuteándolo con cariño y agradeciéndole porque, entre otras cosas, “acompañaste al país, a la familia, a los niños”.
Al final, un gran aplauso llenó la iglesia, largo, sentido, bonito. Andrés Gaitán agradeció a todos, agregó que su tío, como Gaviota, "había volado muy alto" y dijo que de ahí en adelante solo seguía un acto para la familia.
Los que habían encendido velas blancas al momento de la paz siguieron con ellas prendidas y a la entrada del Gimnasio Moderno, sobre la carrera 9, en el norte de Bogotá, varias señoras mayores esperaban que saliera al carro para despedir al “papá de todas las novelas buenas”, como dijo una de ellas.
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