El segundo episodio de la octava temporada de la serie dejó más incógnitas que respuestas.
La lluvia de plomo y una inusitada preocupación por darle una bocanada de acción, claro, sin perder ese mensaje de reconciliación que parece sacado de la Convención de Ginebra (que por cierto no existe porque el mundo de esta ficción perdió ese tipo de instituciones), parecen ser los elementos con el que los productores de la serie pretenden llegar al equilibrio narrativo de otros tiempos. Pero luego de la emisión de este segundo capítulo se va perdiendo ese rastro.
Es cierto que las balaceras, los actos heroicos y las peleas de Rick, pueden emocionar a los devotos más radicales de ‘The Walking Dead’, pero viéndolo en perspectiva hay un círculo de situaciones que tienen frenada las ganas de avanzar de esta serie.
Morgan rompe sus ideales y se convierte en el mejor ejemplo de un Charles Bronson en un violento recorrido de rabia y pistolas. Ezekyel demuestra sus actitudes histriónicas levantando el ánimo de sus guerreros en un plan maestro lleno de fisuras y reaparecen viejos personajes (Morales) para dar un tono sorpresivo que, en realidad, no alcanzó el nivel que se esperaba.
El plato para el drama ya fue anunciado y los conflictos morales siguen siendo el mayor error de esta temporada; no porque estén mal, sino porque se aplican de una manera casi infantil. Como en el caso de Jesús que, emulando una compasión manejada de una manera cuestionable, le robó ritmo al capítulo.
Se espera que uno del equipo vaya a morir; además, si se quiere, es factible sacar una lista de unos tres que se podrían despedir (Morgan es el que encabeza mi grupo); pero con ese elemento no se salva esta historia que, por ensimismarse en un laberinto de reflexiones, sigue buscando afanosamente la salida.
La respuesta no está en las balas, ni en los zombis o las batalla interna entre vengarse o perdonar, sino en acelerar el ritmo y cerrar esas historias que no aportan o que se han revelado tanto que ya no rompen ningún esquema y aburren... Ese es el verdadero miedo que ronda a ‘The Walking Dead’.
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