Alejandra Borrero fue la más llorona de niña. Tanto así que estaba tranquila, y sus hermanos la miraban y decían: “Alejandra va a llorar”, y salían las lágrimas. “Esos me hacían 'bullying' ”, dice divertida. “Y cuando mi mamá me preguntaba por qué lloraba tanto, pues lloraba”.
Poco a poco fue saliendo de “esa sensación de vida, de dolor, solté en el camino esa parte de víctima y decidí ser feliz, cambié la actitud”, cuenta Borrero, una de las más reconocidas actrices de Colombia, mujer de teatro, gestora y luchadora contra la violencia de género.
Ella va y viene por sus varias vidas, que, en esta época, la han llevado a pensar, reorganizar, rehacer. No ha sido fácil para Borrero y su Casa E, uno de los espacios teatrales más importantes de Bogotá, que tiene como sede a una edificación de conservación en el barrio Park Way en la que ella, señora de esa casa, ha construido un mundo, montando obras, dirigiéndolas, actuando, educando, generando empleo.
Con preocupación ve el decreto que expidió el Gobierno para regresar a la actividad teatral presencial. “Por lo general, antes de esto, era un lujo estar al ciento por ciento de las salas, siempre llegábamos al 60 por ciento. Ahora es el 50 por ciento. No he tomado aún una decisión. Hay que pensar bien. Yo era grande, ahora soy chiquita como empresa. Los protocolos son costosos y esos ¿quién los paga? La gente no está para eso”, dice.
Vivió con angustia las primeras semanas. De la Casa E llena a la vacía de un día para otro, “silenciosa, apagada. Yo sentada en esa casa, con una sensación horrorosa. La puerta cerrada, el teatro empolvándose. Tantos años sin parar, y esto. Pero me tocó vivir este presente y empecé a hacer, a tomar decisiones, muchas duras. Esto, yo creo, nos ha puesto en ese lugar de tomar decisiones de vida, qué quiero y a dónde voy. Durante dos meses pude sostener todo, pero tuve que parar”.
Mientras tanto, participa en el programa ‘Teatro en casa’, del formato chileno The Cow, de los que Tu Boleta compró los textos y los adapta a Colombia. Borrero actúa con Patrick Delmas y Rafael Zea.
El que se estrena el viernes, a las 8:30 p. m., se llama Los honorables y tendrá además a Marcela Benjumea. El 29 se podrá ver el estreno del 21 de agosto, SOS hogar. Cada actor trabaja desde su casa, y entrar (en Tuboleta.com, con el apoyo de Experiencias Aval) cuesta 25.000 pesos. Es una nueva forma de ver teatro que se impone, y según cifras de Tu Boleta, a la 6 p. m. del viernes pasado se habían vendido 600 entradas, que, haciendo cálculos de que cada comprador lo vea con dos personas más, da 1.800 amantes del teatro, como si se completara el aforo del teatro Jorge Eliécer Gaitán, de Bogotá.
Pero ahí no termina esta nueva iniciativa. Además de Colombia, compraron entradas usuarios de Argentina, España, Australia, Ecuador, México y Perú.
“A mí me ha sorprendido de este tiempo, por ejemplo, que aunque la escuela física de Casa E no esté, yo tenga hoy en la virtual alumnos de Nueva York, Costa Rica, Perú y de muchas ciudades de Colombia”, dice Borrero. “No es lo mismo lo vivencial, claro, pero esto me obligó a sentarme y pensar qué tipo de clases dar, qué cambiar, qué aprovechar”.
Y ella aprendió más allá de lo digital que entendía antes de la emergencia. “Ahí voy en el camino. Ya manejo bien los lives, porque sería el colmo después de tantos no saber”.
Payanesa, nacida el 25 de abril de 1962 en una familia tradicional caucana, terminó ‘avallunada’ cuando todos se fueron a Cali. Habla fuerte y claro. Y se ríe duro. Su carcajada es genial.
Y decidió volverse actriz en el colegio. Su profesor era Sandro Romero Rey, y con el grupo escolar participaron en un festival de teatro colombo-francés. “La verdad es que en la obra yo no hice mayor cosa, y en la final me dieron el premio a mejor actriz. ‘¡Carajo!’, me dije, yo voy a estudiar eso”.
Pero primero se fue a estudiar inglés y al llegar de Estados Unidos, el novio que tenía por esos días era el sonidista de la película Carne de tu carne, de Carlos Mayolo, que seguro le vio el talante y la nombró asistente de producción. “Yo ni sabía qué era eso, pero el loco de Carlos me mandaba a conseguir animales –no actores– para la película, yo me iba en un jeep desbaratado por las fincas cercanas buscando cerdos, gansos, burros. Me acuerdo llevando un cerdo que gritaba como loco”.
El mismo Mayolo la llevó de la mano a ser Caridad Solaz en la primera versión de Azúcar, en 1989, con él como director. “Era el caleño épico que quería mostrar su Valle con el amor que le tenía, hay tomas de ese Azúcar que son como el camino de la vida, la naturaleza, es que allá las hojas de los árboles son más grandes que la gente. Ese olor del aire es dulce, a caña, no tiene comparación”.
Y de paso se siente agradecida por haber estado en la nueva versión, la del 2016, en el personaje de la tía Raquel Vallecilla, que hizo en la primera, magistralmente, Vicky Hernández, y ella no defraudó. “Fue otra cosa, nostálgica, regresar a los mismos lugares y hoteles, el mismo olor, y poder ver uno la vida distinto”.
No importa qué personaje interprete, Alejandra Borrero siempre lo hace bien, incluso cuando fue la malvada Lucía de Café, que generaba solidaridad porque sufría por amor y todo el mundo estaba con la amante (Gaviota) y no con la esposa, que era ella.
Con este regreso a la actuación en el formato digital han vuelto las noches sin poder dormir, pensando en su personaje. “¡Qué respiro! Volver a la ficción me tranquilizó, puedo expresar mi alma. No se puede vivir sin arte. Es un gimnasio actoral para todos, nos divertimos porque lo hacemos en vivo, y cuando al final se abren los micrófonos, vemos a la gente aplaudiendo, tomándose un vinito y hablándonos”.
Pero, ojo, que no se crea que por eso no sienta que el teatro en vivo es lo mejor. “No hay nada como la obra con la gente ahí. Es algo social: ir a la sala, uno se pone otra chaqueta, se viste para salir, se conecta, es parte de la magia, y un buen espectáculo en vivo no lo olvida nadie”, comenta.
“Uno les presta su alma a los personajes, yo paso las noches pensando en los problemas que ellos tienen y hasta me los invento. Lo lindo del aquí y del ahora de la actuación es que siempre sucede algo mágico que lo lleva a uno por otro camino”.
Por eso, en las tablas ha sido un placer verla en Ella en Shakespeare, que mostró, además, videos de hombres que entraban a centros comerciales a matar a mujeres. “Habla de violencia, porque Shakespeare fue muy violento con las mujeres, mostrando la superioridad física del hombre”.
Y otro gran personaje suyo en teatro es el de Pharmakon, creación de Mayolo con el diálogo entre un paciente y su médico, donde el primero le confiesa sus adicciones y la relación entre las drogas y la poesía.
“Desde el primer día que Mayolo me la dio, me dijo que quería que fuera su ángel y la guardara; es una de las obras más bellas, y quisiera moverla por toda el país para que se vea la magia de cada palabra y lo que el talló en mí, el trabajo intimista”.
Su organización Ni con el Pétalo de una Rosa, que lucha contra la violencia hacia la mujer, sigue también. “El camino me ha permitido conocer el país profundamente y a sus mujeres, carentes de todo y golpeadas; he podido ver la maravilla de la mujer rural, de las lideresas, a las que les cabe el mundo y podrían ser las mejores presidentas; tienen mucho dolor, pero están llenas de valor, son sobrevivientes de cosas horribles y siguen cuidando al único hijo que les queda. Debo devolver un poco”.
También ha pasado estos días haciendo 'castings' virtuales para televisión, “que casi toda ha sido bien hecha y profunda y donde me he ganado la vida llorando, ¡buenísimo que le paguen a uno por llorar!”.
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE
EL TIEMPO