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Tino Fernández: el asturiano que puso su danza en Colombia
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El grupo de danza L'Explose le rindió homenaje póstumo a su fallecido director, Tino FernándezLa Factoria L’explose confirma la muerte en la madrugada del hoy a partir de una complicación medica de nuestro director y coreógrafo Tino Fernández.(1961-2020)
Tino Fernández nació en 1966, en Asturias (España). Estudió en su país y también en París.

Factoría L'Explose

Tino Fernández: el asturiano que puso su danza en Colombia

En la madrugada de este 17 de enero falleció el coreógrafo y bailarín.

Tino Fernández era alegría y vivacidad, además de inteligencia. Los dolores del país e incluso los de su propia familia los volvió arte en el escenario a través de la danza. Basta recordar ¿Por qué lloran mis amores?, un montaje con 400 vasos y una bailarina que con maestría hacía este espectáculo alrededor de la gran cantidad de cristales.

Ese fue uno de sus muchos montajes que deja como legado, pues la vida de este asturiano, nacido en 1966, terminó la madrugada de este viernes, en la clínica Reina Sofía, de Bogotá, donde era tratado en la unidad de cuidados intensivos por un cáncer linfático, según ha trascendido.

Juliana Reyes, quien fuera su compañera en L’Explose, la compañía que Tino estableció en Colombia a su llegada, escribió ayer: “Tino Fernández deja una familia creativa y un legado para la danza en nuestro país. Español de nacimiento y colombiano de corazón y por adopción, amó este país profundamente. Se estableció en Colombia con la convicción de que la danza estaba escrita en el cuerpo de sus habitantes”.

Fernández llegó al país en 1995, gracias a la obra Orestea ex machina, de Mapa Teatro, en la que participó. En 1996 decidió instalarse en Bogotá.

Por su parte, La razón de las Ofelias, otra de sus creaciones, es un homenaje a su mamá, quien durante mucho tiempo luchó contra la esquizofrenia. Y El carnaval del diablo fue la visión de L’Explose sobre los riesgos de la paz.

Como se publicó en este diario, “al principio, la idea con esta pieza era hablar de paz, pero el proceso fue mostrando que el camino era hablar sobre el conflicto”.

Fernández lo explicó de esta manera: “Una vez que empezamos la creación nos dimos cuenta de que estábamos tan sumergidos en el conflicto que es muy difícil hablar de la paz. Yo creo que hace falta una mayor distancia con la problemática”.

Así era su trabajo, además, transgresor y sin olvidar la denuncia. Según el crítico de teatro Alberto Sanabria, su obra “era provocadora, irrumpió con nuevos elementos de gran teatralidad, y eso lo vimos en El carnaval del diablo, que nació a partir de la investigación de esta fiesta y todo lo que hay en el territorio donde se realiza, inclusive la violencia. Tino nos sorprendió en esta obra con un bailarín al que le faltaba una pierna”.

También pudo mostrar lo sagrado, con Diario de una crucifixión, que se estrenó en el 2012 y con la referencia “de la obra pictórica de Francis Bacon –y específicamente su estudio del Retrato de Inocencio X de Velázquez–, un solo danza-teatro que expone la vulnerabilidad del cuerpo exhibido, juzgado y desnaturalizado, en una urna de cristal; espacio cercado, donde la privacidad no existe y la transparencia revela con nitidez la fragilidad humana”, se lee en la página de la compañía.

Para Sanabria, “ninguna obra de Tino pasó derecho. Él irrumpía con elementos que generan reflexión y choque. Mezclaba aspectos de gran emotividad, todo unido con la poesía. Fue un artista que no solo se comprometía con su historia personal, sino con la de su entorno y lo traducía en poesía en la escena. En esa traducción dramatúrgica le ayudaba Juliana Reyes, con quien hizo un grupo artístico increíble, y en el que también estaba Fernando Fernández, siempre a la sombra, encargado de la parte ejecutiva”.

Ninguna obra de Tino pasó derecho. Él irrumpía con elementos que generan reflexión y choque

Durante un poco más de una década, la compañía trabajó en distintas salas de la ciudad, hasta que en el 2008 inauguró su Factoría L’Explose, un espacio en el sector de Galerías, en Bogotá, donde presentaban sus montajes, enseñaban y además ofrecían circulación para otros grupos.

“Tino fue fundamental porque abrió espacios no solo físicos sino que con Impulsos (encuentro bienal de danza, que dirigió con Adela Donadío y Juliana Reyes, en coproducción con el Teatro Nacional, y que tuvo 3 ediciones) puso en contacto a la danza local. En su Factoría se presentaron propuestas que la Universidad Nacional y de la Asab, promoviendo encuentros y logrando que su sala fuera el epicentro de la danza contemporánea y el lugar para difundir nuevas propuestas”, dice Sanabria.

Lo anterior lo ratifica Jorge Prada, director del Teatro Quimera, para quien Fernández fue “el gran innovador de la danza contemporánea. Llegó al país con herramientas claras que propiciaron el desarrollo de la danza teatro. Él hizo una transformación determinante y aportó a la corriente del teatro contemporáneo y al desarrollo de la coreografía”.

Fernández estudió arte dramático en Madrid a principios de los años 80 y luego se instaló en París, en 1983, cuando decidió dedicarse a la danza contemporánea.
Hizo parte de varias compañías francesas y en 1991 creó L’Explose, compañía que trajo a Colombia. Con el grupo realizaba, al menos, cuatro giras internacionales al año. Escenarios de Europa, Estados Unidos, América Latina y Asia conocieron su trabajo de danza contemporánea.

Vamos a bailar por Tino Fernández, qué triste que se vaya tan pronto tanta gente valiosa. Buen viaje, hermano

En el 2006 recibió el Premio Nacional de Danza y en varias ocasiones se hizo acreedor a becas de creación y estímulos, tanto del Ministerio de Cultura como de la Secretaría de Cultura de Bogotá.

En su grupo cercano, además de Juliana Reyes y Fernando Fernández, tenía a Lina María Gaviria, Marvel Benavides y Luz Ángela Londoño Estrada.

Fabio Rubiano, dramaturgo, actor y director del Teatro Petra, también cercano de Fernández, puso en su Twitter: “Vamos a bailar por Tino Fernández, qué triste que se vaya tan pronto tanta gente valiosa. Buen viaje, hermano”.

En un video de L’Explose, Fernández habló de la danza, de lo que significaba para él: “Quizá nos hemos olvidado de la importancia del lenguaje del cuerpo y un espectáculo de danza es un ritual, por eso hay que dejarnos invadir por esos movimientos, de los pasos”.

Eso era Tino, pasos, y los dio mucho en Colombia. Aunque ya no bailaba, nos enseñó que había otras formas de sentir la danza.

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