“Este es el atril”, dice Luis Ángel Parra, “aquí estará el Purgatorio”. Parra señala una monumental estructura de madera oscura para un libro que esconde los misterios de las ánimas y el fuego purificador. El gigantesco volumen es la gran apuesta de su editorial Arte Dos Gráfico para ArtBo; solo son 25 ediciones con la firma de un artista mayor: José Alejandro Restrepo. En una de las planchas se lee:
Perdón
Pido
Perdón
El Purgatorio –según la tradición de la Iglesia católica– era el lugar al que iban a parar las almas que todavía tenían “deudas pendientes” con el Altísimo. Su comportamiento no había sido del todo ejemplar y, para purificarse, tenían que sufrir unas cuantas quemaduras de tercer y cuarto grado para llegar al cielo. Era una suerte de infierno intermedio. Las llamas con vocación eterna que lamían sus cuerpos y sus almas eran un peaje justo. Dante lo puso en las mejores palabras:
“y cantaré a aquel segundo Reino,
donde se purifica el espíritu humano,
y se hace digno subir al Cielo”.
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El origen del libro es una talla de un “Ánima sola”, de Corozal, Sucre, que le dieron a Restrepo. La figura hizo que se interesara por su historia y por la del Purgatorio. La gente le reza a su figura. El ‘Ánima sola’ intercede por los vivos y por las ánimas que todavía buscan su redención. Su figura, con los brazos alzados y las llamas subiendo por su cuerpo, es uno de los íconos religiosos más populares del catolicismo.
La portada del libro es de cartón y tiene repujada en fuego la palabra Purgatorio. Restrepo lo pone sobre una mesa con un mantel vinotinto y me pide que lo abra. Y las llamas comienzan a devorar los ojos de todos. Restrepo usó una gubia para tallar el fuego en las planchas de madera. Fotografió la talla del ‘Ánima sola’ en distintas posiciones y la ubicó en su infierno gráfico. Pasar cada página se convierte en una experiencia angustiosa y placentera al mismo tiempo. El ‘Ánima sola’ pide piedad y levanta los brazos. En algunas páginas aparecen otros personajes que parecen sacados de un cuadro de Munch. El libro –con sus grabados en blanco y negro– ofrece el calor de las llamas y la desolación de esas almas enfermas.
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La figura del ‘Ánima sola’ convive con esos personajes y otros habitantes del Purgatorio sacados de un cuadro de la iglesia de Santa Bárbara, en Bogotá.
La experiencia estética se ve interrumpida al final. Restrepo –como un mago de la narración– reserva el golpe definitivo para las últimas páginas; de la nada aparece un collage de recortes de periódico con titulares y fragmentos que giran en torno al perdón:
“Ejército pide perdón”.
“Ojalá algún día seamos perdonados”.
“Perdón a la sociedad colombiana: Corte Suprema de Justicia”.
“El bloque central pide perdón”.
“Perdón para las víctimas de Arauca”.
“Así fue el perdón que los ex-Farc pidieron a las víctimas de las ‘pescas milagrosas’ ”.
“Las Farc deben pedir perdón todos los días de su vida”.
“Quisiera aprovechar la oportunidad para pedirles perdón de todo corazón por estos hechos...: Mancuso”.

Purgatorio, de José Alejandro Restrepo
Cortesía del artista
La última imagen del libro tiene algo de ironía; hay un hombre arrodillado que, sin duda, reza para expiar sus pecados y no terminar abrazado del ‘Ánima sola’ y arropado por el fuego del Purgatorio.
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FERNANDO GÓMEZ ECHEVERRI
Editor de Cultura
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