En agosto de 2009, la editorial La Silueta sacó un delicioso cuaderno de tapas negras rayado con grafito. En la portada había un pequeño universo de personas comunes y corrientes, con cierta onda de los años 70 y un título que se convirtió en un santo y seña solo para entendidos: Virus tropical.
Era una historia autobiográfica de una niña que nace en un hogar de un sacerdote retirado con cuatro hijas más. La historia tenía feminismo duro y puro, mucha ternura y cierta crudeza punketa, críticas a una sociedad pacata y rezandera y, sobre todo, unos trazos geniales y la narrativa de una gran escritora.
El nombre de su autora comenzó a regarse, pronto hubo todo un culto alrededor suyo –entre otras cosas, me declaro uno de sus primeros fans– y Power Paola –¿es necesario decir su nombre ‘real’?– se convirtió en el mayor referente del cómic en Colombia. Virus tropical fue llevado al cine, ella creó nuevas novelas gráficas igual de poderosas –entre otras, Diario y Todo va a estar bien– y ha acompañado a varios escritores en sus aventuras literarias.
Las viñetas de Power Paola, sin duda, merecían impecables marcos de madera, paredes blancas y unos precios más altos que los de un fanzine, o mejor: los power precios de una subasta. Ella –con la despreocupación de una punkstar– no se deja tentar: “No me gusta poner precios altos; quiero que mis amigos los compren”.
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Su exposición en la galería Sextante (cra. 14 n.º 75-29) es una oportunidad de lujo para encontrarse con sus viñetas en un nuevo tamaño y toparse con una narrativa del país que, sin duda –¿todavía alguien lo duda?–, es absolutamente incómoda. Porque Power Paola decidió ir con sus dibujos a la selva colombiana.

Irana Douer se autorretrata obsesivamente con alas y cuerpo de diferentes insectos.
Cortesía Galería Sextante
Power Paola no está sola en la exposición. Su compañera de excursión en La última selva es la artista argentina Irana Douer. Y su visión personal, íntima, resulta ser un poderoso contraste con la visión colombiana. Douer utiliza la naturaleza como una metáfora de sus demonios y sus sueños. En la Argentina –claramente– la selva no causa miedo.
Douer se autorretrata obsesivamente con alas y cuerpo de abeja; se pone en el lugar de un pájaro o explora su sexualidad sin ningún límite. Los colores que usa en sus acuarelas también le dan un sentido armónico; su obra es una invitación a mirar debajo de las piedras o a deleitarse con la belleza de las alas de un colibrí o con la barriga negra y dorada de una abeja.

Power Paola narra en sus imágenes la vida de una guerrillera.
Cortesía Galería Sextante
Los dibujos y los cuadros de Power Paola resumen nuestra relación con nuestros parques naturales: son lugares lejanos y agrestes, preciosos y dignos de postales, pero llenos de peligro. No parecen lugares para disfrutar ni siquiera en carretera: una de las primeras imágenes de la muestra es un carro en el fondo de un barranco.
Sus volcanes –nuestros volcanes– son inaccesibles. Y –en la memoria de todos– todavía hay un eco de una frase que, lejos de ser bucólica, era un mensaje de terror: “Desde las montañas de Colombia”.
Power Paola –más allá del paisaje– narra en sus imágenes la vida de una guerrillera; sus cuadros presentan elementos femeninos en medio de la guerra, botas pantaneras, uñas pintadas de rojo, tacones con traje camuflado; unas gotas rojas que pueden ser de una menstruación o de un aborto forzado.
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Sus cuadros se unen en una línea invisible y también cuentan una historia tan poderosa y tan estructurada como uno de sus cómics. En sus imágenes se puede ver un paisaje lleno de árboles fantásticos y el verde único de Colombia, pero también un cielo teñido de rojo en el que los protagonistas son las aves carroñeras.
Las caminatas que narra no tienen el glamur del trekking en el Cruce de los Andes o el de un grandioso paisaje de El señor de los anillos en Nueva Zelanda, sino el cielo apocalíptico de un filme del fin del mundo.
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La exposición deja un nudo en la garganta. Los gigantescos ojos de la mujer detrás del pasamontañas no dejan de mirarnos con incertidumbre, y las montañas, la selva y nuestra naturaleza, sobre todo nuestra naturaleza, merecen una segunda parte. No dejen de verla.
Fernando Gómez Echeverri
Editor de Cultura EL TIEMPO@LaFeriaDelArte

Los dibujos de Power Paola resumen nuestra relación con nuestros parques naturales: lejana y agreste.
Cortesía Galería Sextante
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