En 1932, el francés Henri Cartier-Bresson compró su primera cámara fotográfica. Sin duda fue un momento crucial para la historia de la fotografía y también para la construcción de testimonios sobre la vida de muchas naciones en diferentes momentos decisivos del agitado siglo pasado.
Para la década del 50, ya había sido fotógrafo del ejército francés, documentalista en la liberación de los campos de prisioneros en Alemania y de la guerra civil española. También estuvo en la caída del antiguo régimen chino.
Entrevistó a Gandhi el mismo día en que murió y cubrió su funeral, y fue el primer fotógrafo occidental en visitar la Unión Soviética luego de la muerte de Stalin.
Además, en 1947 fundó, junto con Robert Capa, David Syzimin y George Rodgers, la agencia Magnum Photo.
Nacido en 1908, Cartier-Bresson recopiló en sus imágenes, hasta su muerte en el 2004, buena parte de las narraciones que, para muchos, nos mostraron el mundo, ya que vivió el siglo XX.
Ese mundo de los momentos decisivos de guerras y conflictos, así como los de la cotidianidad y el trascurrir de la vida de la gente del común, por los cuales también se le conoce como el padre de la fotografía de calle.
Una gran oportunidad para visitar una exhibición que, más allá de ser un recorrido por diferentes momentos de su producción, evidencia la rigurosidad con que asumió su profesión.
Cada una de las fotografías expuestas, sus procesos de revelado y copiado, así como la selección de las piezas fue hecha por el mismo Cartier-Bresson.
En ellas se puede ver el respeto por la organización rigurosa de cada elemento a la hora de componer la imagen y, por si fuera poco, no hay edición, pues como él mismo afirma en el texto que acompaña la muestra, “fotografiar es retener la respiración cuando todas las facultades concurren para captar la realidad fugitiva”.