El 16 de diciembre se conmemorarán seis años de la tragedia que, desde entonces, ha mantenido a los más de 3.000 habitantes del municipio de Gramalote, en Norte de Santander, sin pueblo y sin casa.
Se trataba de un lugar empinado, construido en la ladera del cerro de La Cruz y que con algo más de 200 años de fundado, se erguía alrededor de la iglesia de San Rafael Arcángel. Un templo con dos capillas y doce arcos, adornado con rosetones y vitrales que resguardaba a su patrona, la Virgen de Monguí.
Un pedazo de lo que fue su iglesia es quizá el único de los restos que da cuenta del lugar en donde un día creció uno de los pueblos de tradición más conservadora del país y que la población no permitió que tumbaran. De los escombros de las casas, el hospital, la alcaldía o del convento que evacuaron a fuerza a sus monjas de clausura no queda nada.
La recuperación física del municipio es inviable y, a cambio, se levanta lentamente una nueva versión de Gramalote a pocos kilómetros de su antiguo territorio.
Pero es claro que la pérdida fue mucho más allá de su infraestructura, los valores simbólicos relacionados con la tradición de su sociedad o la salvaguarda de su memoria a través de bienes patrimoniales de carácter objetual o mobiliario ya es casi inexistente.
Sin embargo, desde hace algunos años la artista María Belén Hernández de Román, nacida justamente en Gramalote, se dio a la tarea de fotografiar lo que la falla sísmica de esa parte de la cordillera dejó de su pueblo.
‘Contra el tiempo’ es el nombre de la muestra, que, curada por Susana Quintero, estará abierta hasta el próximo 14 de diciembre en el Colombo Americano de Cúcuta y que reúne 20 obras que apuntan a la reparación simbólica del territorio, sus vestigios y raíces.
Las fotografías, intervenidas con diferentes técnicas, reconstruyen algunos de los espacios del pueblo; por ejemplo, con hojilla de oro fueron dibujados los faltantes de la iglesia.
Sin duda, se trata de una gran oportunidad de hacer conciencia sobre la historia y la tradición, sobre el valor del patrimonio tangible e intangible y sobre la herencia que ha definido la identidad de un pueblo que se niega a desaparecer.
Un recorrido por lugares que se fueron repletos de recuerdos de quienes, aún sin pueblo o sin casa, no pueden quedar sin historia.
NELLY PEÑARANDA
Crítica de arte
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