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Arte y Teatro

Pueblo, protestas, revoluciones y grandes obras de arte

'El 3 de mayo en Madrid’ o ‘Los fusilamientos del 3 de mayo’, de Goya.

'El 3 de mayo en Madrid’ o ‘Los fusilamientos del 3 de mayo’, de Goya.

Foto:Museo del Prado- Madrid

Goya, Delacroix, Débora Arango, Yoko Ono, Banksy... ¿quiénes son los "artistas rebeldes"?

Goya –señala el crítico de arte Robert Hughes en uno de sus iluminadores ensayos de 'A toda crítica'– probablemente no estuvo en la calle durante alzamientos del pueblo español contra Francia en 1808; pero eso no le impidió lograr una de las grandes obras de todos los tiempos: 'Los fusilamientos del 3 de mayo'. La obra se exhibe en el Museo del Prado al lado de 'El dos de mayo de 1808 en Madrid', y es imposible no caer de rodillas ante todo lo que narra: rebeldía, horror y un pueblo mártir y furioso.
Delacroix pintó la estampa heroica de las marchas y las revoluciones con 'La libertad guiando al pueblo' en 1830. En Colombia, la manifestación popular más rabiosa de nuestra historia, el 9 de abril de 1948, dejó varias obras. En 2003 tuve el honor de entrevistar en su casa en Envigado a Débora Arango. Ya tenía 96 años y sus recuerdos eran borrosos, pero el 9 de abril lo tenía absolutamente claro: estaba sentada en la sala de su casa y pegada de la radio. Tenía una libreta sobre las piernas y dibujaba lo que decían los locutores: iglesias y edificios quemados, desolación, caos y muerte.
Fueron los bocetos de 'Masacre del 9 de abril', una pintura que hoy está en el Museo de Arte Moderno de Medellín y condensa la furia del momento. Enrique Grau, en esa misma época, dice el historiador y crítico Álvaro Medina, también pintó una obra clave: 'El tranvía incendiado'.
La pintura de Grau es una explosión de color. Se ve un vagón de tranvía consumido por las llamas. Tiene un fondo rojo que lo devora todo, y sus vidrios rotos parecen los dientes de un tiburón cinematográfico. Medina anota dos obras más del 9 de abril: una de Alipio Jaramillo y otra de Alejandro Obregón.
La libertad guiando al pueblo’, de Eugène Delacroix.

La libertad guiando al pueblo’, de Eugène Delacroix.

Foto:MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS

No hay que olvidar a los fotógrafos”, me dice el también crítico Eduardo Serrano. “Sady González, Nereo, Carlos Caicedo... sus fotos no solo son documentos”, afirma.

***

En los años 70, El Taller 4 Rojo, formado por los artistas colombianos Carlos Granada, Diego Arango, Umberto Giangrandi, Nirma Zárate, Jorge Mora y Fabio Rodríguez Amaya, produjo una serie de obras comprometidas con las marchas y las causas sociales de la época. Y –con ellos– hay otro nombre fuerte de la protesta en el arte colombiano: Clemencia Lucena (1945-1983). La artista Nohemí Pérez, tras una charla sobre el tema, me envió por WhatsApp una obra suya en la que dos campesinos llevan un cartel que dice: ‘La tierra para el que la trabaja’. Pérez también recuerda una obra esencial para el arte latinoamericano que se conserva en la colección del Malba de Buenos Aires: 'Manifestación', de Antonio Berni. Y dentro del arte colombiano contemporáneo es imposible no mencionar la obra de Gabriela Pinilla y las piezas que hoy están en el Banco de la República en la exposición ‘Ires y venires’. Es la pelea de todo un barrio contra la Policía.
El coleccionista José Darío Restrepo –que con su editorial La Bachué publicó un poderoso libro de Taller 4 Rojo– también recuerda las obras de Augusto Rendón, Luis Ángel Rengifo, y resalta uno de los cuadros icónicos de Alfonso Quijano: La cosecha de los muertos.
'Masacre del 9 de abril’, de Débora Arango.

'Masacre del 9 de abril’, de Débora Arango.

Foto:MUSEO DE ARTE MODERNO DE MEDELLÍN

Álvaro Medina trae a colación una obra de un artista rebelde por naturaleza: 'Aquí no cabe el arte', de Antonio Caro, de 1972. Es un gran cartel en el que, debajo de cada letra, aparecen los nombres de personas asesinadas o desaparecidas. “Bajo la segunda letra A figura el nombre de un vecino mío de infancia, estudiante de bachillerato que se refugió en el jardín de una casa cerca de la Universidad del Atlántico cuando huía de una arremetida policial durante una protesta y allí fue asaltado por el Ejército y asesinado sin más ni más”, recuerda Medina. “Vivía tres casas después de la mía, era bastante callado y era bastantes años menor que yo. Un buen pelao. Su hermano mayor era casi de mi edad”.
Eugenio Viola, curador jefe del Mambo, pone en el tapete obras como las de la venezolana Teresa Margolles, la de la guatemalteca Regina José Galindo, la cubana Tania Bruguera o la de Miguel Ángel Rojas. Y menciona a Yoko Ono con 'Bed In', la obra con la que, con su esposo, el ex-Beatle John Lennon, se manifestaron en contra de la guerra de Vietnam en 1969. Ono y Lennon, en un ejemplo de protesta pacífica, aprovecharon su popularidad e invitaron a cientos de periodistas a su luna de miel en el hotel Hilton de Ámsterdam. Estuvieron en la cama durante una semana entera y, rodeados de arengas pacifistas, no se cansaron de hablar. La acción la repitieron luego en Montreal.
Hay que mencionar también –dice Eduardo Serrano– todas las obras que se hicieron en Estados Unidos en los años 60 y 70 en contra del racismo. El Black Power, sus protestas y su puño en alto tienen nombres como Hack Whitten, Faith Ringglod y Elizabeth Catlett. Las marchas por el feminismo también tienen una expresión mayor en la obra de las Guerrilla Girls. Y Putin ha sufrido más de un dolor de cabeza con las Pussy Riot.
‘Aquí no cabe el arte’, de Antonio Caro.

‘Aquí no cabe el arte’, de Antonio Caro.

Foto:MUSEO LA TERTULIA DE CALI

En China no soportan la obra de Ai Weiwei, y mucho menos su dedo corazón levantado en la plaza de Tiananmen.
En nuestra época el mayor ícono de las protestas ha sido un grafitero: el inglés Banksy. Hasta ahora nadie conoce su identidad. Sus murales –cada vez que aparece uno nuevo– siempre generan un debate intelectual y otro económico: hoy sus obras se venden por millones de dólares, y los gobiernos que las consideran vandalismo no saben si borrarlos o conservarlos. Y hay una obra suya que vale la pena revisar en este momento. Ya es todo un clásico: un esténcil, hecho en una pared de Jerusalén en 2005, en el que un joven, en lugar de lanzar una piedra o una bomba molotov, está listo para tirar un ramo de flores.
'Soldado lanzando flores’, de Bansky

'Soldado lanzando flores’, de Bansky

Foto:Cortesía

FERNANDO GÓMEZ ECHEVERRI
Editor de Cultura
En Twitter: @LaFeriaDelArte

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