“¿Qué es el cuerpo sino un repositorio de marcas indelebles?”, se cuestiona el artista colombiano Carlos Motta, que en los últimos meses se ha permitido redescubrir el cuerpo humano a partir de la crudeza de las enfermedades y la estigmatización que aún hoy generan muchas de ellas.
Este sábado, Motta inaugurará Lágrimas, su nueva instalación, que explora representaciones culturales y médicas del cuerpo humano para dar a entender cómo se han concebido la enfermedad, la muerte y la ‘normalidad’ a lo largo del tiempo.
La obra se alojará en el Claustro de San Agustín (carrera 8.ª n.° 7-21, en Bogotá) del Museo de Arte de la Universidad Nacional.
“Hay diferentes tipos de marcas que se quedan en el cuerpo”, aclara Motta: “Unas son producidas por la enfermedad, pero muchas otras están atadas a tradiciones o cuestiones culturales. Todas son, al fin y al cabo, testimonios de la experiencia vital”.
Para esta instalación, Motta trabajó con una colección de piezas precolombinas y objetos médicos que pertenecen al Museo de Historia de la Medicina de la Academia Nacional de Medicina, en Bogotá.
Los elementos, muy diversos entre sí, se unen para dar un vistazo sobre cómo ha cambiado la manera de abordar ‘lo diferente’, pero no es necesariamente es una evidencia de una evolución en la manera como lo percibe la sociedad.
La pieza central es un video de 14 minutos que se divide en tres partes: Lágrimas antiguas, Lágrimas forzadas y Lágrimas ciertas.
La estructura del video se basa en la pieza musical Lachrimae (1604), del músico inglés John Dowland. “La composición fue una guía para pensar en que las lágrimas podían ser una metáfora de la diferencia social y de lo que no se puede ver o decir”, afirma.
La primera parte del video, Lágrimas antiguas, muestra representaciones de enanismo, deformaciones craneanas, experiencias eróticas entre personas del mismo sexo y figuras hermafroditas, todas ellas representadas en esculturas precolombinas que datan del año 400 a.C.
En Lágrimas forzadas, la segunda sección, aparecen máscaras de cera que fueron usadas para enseñarles a estudiantes de medicina acerca de enfermedades dermatológicas y otras patologías. Y en Lágrimas ciertas se exhiben fotografías reales de pacientes que padecieron enfermedades como la sífilis en la década de los treinta.
“El video presenta imágenes impactantes. Hay personas que tienen dificultad para ver enfermedades de cerca. Yo, por el contrario, estoy absolutamente fascinado por ver cómo se han representado culturalmente ese tipo de realidades”, cuenta Motta.
El artista colombiano ya ha trabajado con temas sobre el respeto por las diferencias con proyectos como Deseos (2015) y Beloved Martina (2016), con un enfoque hacia la no discriminación de la comunidad LGBTI. Lágrimas estará abierta al público hasta marzo de 2018.
Claustro de San Agustín (carrera 8.ª n.° 7-21) del Museo de Arte de la Universidad Nacional, hasta el 3 de marzo.
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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