Una foto publicada en este diario para acompañar la reseña del libro Virgilio Barco, el último liberal, de Leopoldo Villar Borda, muestra al fallecido expresidente departiendo con sus copartidarios y las manos ocupadas: en la derecha, el tejo, y en la izquierda, una botella de cerveza.
Es una forma de mostrar que esta práctica, que ya es deporte nacional desde el 2000 y cuya ley para establecer que sea patrimonio cultural de Colombia fue aprobada este miércoles por la Cámara de Representantes, está ligada con la política.
Para ratificarlo, hay que devolverse más de 60 años y recordar que el líder asesinado el 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán, era aficionado a jugar tejo.
En una crónica publicada en EL TIEMPO en abril del 2013, Guillermo Villamil Riaño, que en ese momento tenía 85 años, contaba que el campo de tejo Villamil, propiedad de su familia, “un espacioso local en la calle 67 con carrera 22 de Bogotá, se convirtió con los años en el punto de encuentro de los más poderosos jefes liberales y expresidentes de otras corrientes del país”.
Villamil contaba que cuando llegaba Jorge Eliécer Gaitán, "el campo se paralizaba. Se nos llenaba de gente que venía de todos los barrios con la única intención de ver al doctor Gaitán probando puntería".

Jorge Eliécer Gaitán jugando tejo en un campo del barrio Samper Mendoza del centro de Bogotá.
EL TIEMPO
“Al terminar el juego, daba rienda suelta a su apetito voraz por los platos de la cocina colombiana”, sigue la crónica.
Otro expresidente que jugaba fue Alberto Lleras Camargo. Según un documento del Banco de la República, “de sus años de bohemia, Alberto no olvidó el placer de conversar con los amigos, ni el hábito de fumar. Acostumbraba montar a caballo, jugar golf, realizar largas caminatas y andar en bicicleta, participando también en juegos más populares como el tejo y el billar”.

El expresidente Alberto Lleras Camargo hacía gala de su elegancia, incluso, en los campos de tejo.
EL TIEMPO
En una nota de 1999 en este diario, se escribe que el expresidente Julio César Turbay Ayala fue otro aficionado al tejo, y que “Klim, en un magistral perfil, cuenta que su caudal electoral se fabricó jugando tejo, entre huesos de marrano, eructos y jartando amarga”.
El actual presidente Iván Duque estuvo jugando tejo poco antes de la segunda vuelta e hizo ‘mecha’.
La historia de este deporte tiene más de 500 años y es originario, según algunos estudios, de Turmequé (Boyacá), donde era practicado por los indígenas muiscas en sus ceremonias tradicionales en el altiplano cundiboyancense, según cuenta Eufrasio Bernal Druffo, un ingeniero tunjano que se ha dedicado a reconstruir la historia de este deporte y de otros aspectos culturales de su departamento.

Monumento en honor al tejo en Turmequé, Boyacá, municipio de donde sería originario este deporte.
EL TIEMPO
El juego, incluso, tiene su propio himno, escritor por José Néstor Rodríguez Jiménez y con música de Néstor Julio Herrera Ladino, con coro y tres estrofas.
Y no ha sido ajeno a la farándula. Una telenovela, Novia para dos, que contaba la historia de un grupo de obreros de la construcción, los mostraba jugando tejo después del almuerzo.
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