No obstante su apariencia de muchacho descomplicado, Alberto Conejero, un andaluz de 38 años que llega esta semana a Bogotá para asistir al estreno de la versión colombiana de su obra La piedra oscura, es hoy uno de los dramaturgos más premiados de España.
Hace un mes conversé con él en Brasil sobre la obra que Víctor Quesada estrenará mañana en Sala Uno, un nuevo espacio teatral, al norte de Bogotá.
La piedra oscura ganó en el 2015 varios de los premios Max, el galardón más importante en artes escénicas en España, entre ellos el de mejor autoría y mejor espectáculo, y ya se ha montado en Uruguay, Rusia y Grecia. La pieza tiene como protagonistas a Rafael Rodríguez Rapún, el último amor de Federico García Lorca, y a su joven carcelero, Sebastián, personaje creado por Conejero, y ocurre horas antes de que Rapún sea fusilado.
¿Cómo surge esta obra?
La obra nace del magisterio que para mí ejerce García Lorca. Me preguntaba ‘¿A quién están dedicados Los sonetos del amor oscuro?’ Ahí surge Rafael, sobre quien tan solo había dos páginas en la biografía de Lorca. ¿Cómo alguien tan importante en la vida de Federico no aparece más? Si hubiera sido una mujer, habría páginas y páginas. Y empiezo a pensar sobre esa ausencia. Leo todo lo que han publicado y tengo la suerte de contactar con el hermano de Rafael, Tomás.
¿Tomás vive aún?
No, murió cuando estaba terminando la obra en 2013. Tenía 92 años. Cuando lo llamé me dijo: “¿Qué quieres escribir tú sobre mi hermano?”. Yo balbuceé porque aún no había empezado a escribir. Dijo: “Vente para acá, muchacho”.
Federico había vivido con Rafael los últimos dos años y medio de su vida. Federico murió el 19 de agosto del 36, y Rafael, el 18 de agosto del 37, un año después. Fueron compañeros de La Barraca...
La Barraca, el grupo de teatro universitario que dirigió Lorca. ¿Rafael fue actor?
No exactamente. Rafael era estudiante de ingeniería de minas y derecho, un cerebro superdotado. Hacía las veces de contable y conductor. Se convirtió en la mano derecha de Lorca. Fue una historia sometida a la clandestinidad. Parte del sufrimiento al que se someten era porque resultaba imposible. Rafael, que amó a Federico, era incapaz de asumir su condición sexual.
Le pregunté a Tomás de todo lo demás, yo sabía que poco me iba a contar sobre la relación. Su familia fue muy generosa, me entregó las llaves de la casa en donde se encontraban sus documentos y libros, primeras ediciones firmadas por Lorca y dedicadas a Rafael…
¿Qué expectativas tiene sobre la obra en Colombia?
Colombia va a ser un buen laboratorio sobre cómo funciona el texto en el ámbito castellanoparlante pero con otra realidad. A Víctor (Quesada) le enamoró porque yo creo que es un texto que dice mucho en este momento histórico, porque habla del encuentro de dos seres que están en lados opuestos. (Rodríguez Rapún era republicano, laico, socialista, mientras que su carcelero era un joven del ejército de la derecha católica y fascista que terminaría triunfando). Los dos personajes al principio no pueden hablar, se los impide el protocolo, pero cuando estás forzado a pasar horas con ese otro, cuando sostienes la mirada en el otro ser humano, algo ocurre ahí con el que crees que no tienes nada en apariencia. Desde ese lugar del encuentro de los opuestos algo va a reverberar en Colombia.
ALBERTO SANABRIA
Crítico de teatro
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