“¿Cómo no apoyar el talento de este par de mujeres y ampliar sus horizontes?”. Carlos Vives habla de la pedagoga musical Mari Escobar y de la gestora cultural Ana María Aponte, que desde hace siete años forman a niños en el mundo musical con su proyecto ‘La vaca mariposa’.
La semana pasada se anunció la alianza de ‘La vaca mariposa’ con GML Auditorio (en Gaira Café).
Es la escuela Río Grande, un lugar de formación integral en música, teatro y danza para niños entre los 6 meses y los 12 años, en un ambiente de inmersión.
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“Esto de tener un estudio propio es un sueño cumplido –comenta Vives acerca de uno de los espacios del nuevo edificio en Bogotá–. Ahí funcionará la escuela, así que los niños van a tener una experiencia directa con la industria de la grabación. Es un todo, desde pasar por el camerino hasta tener una canción terminada. En una semana puedo mostrarles el proceso de la creación artística”.
Hace poco más de un año, cuando empezó la construcción del GML Auditorio, las fundadoras de ‘La vaca mariposa’ se reunieron con Vives y su esposa, Claudia Elena Vásquez, para sellar la alianza. La amistad entre ambas partes surgió cuando los hijos del artista samario empezaron a tomar clases en la escuela de Escobar y Aponte.
“Desde hace rato estábamos soñando con una escuela de música, pensando en esos tiempos muertos de La Provincia (la agrupación de Vives) cuando no hay conciertos, grabaciones ni giras, para aprovechar el talento de estos maestros”, cuenta Vásquez.
Vives, que se encargó de bautizar el proyecto, acompañará varios procesos de la escuela y se encargará de algunas charlas.
Para él, Río Grande es una metáfora de la vida y refleja la importancia en la música del país de un afluente como el Magdalena.
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“Es la marca de nuestra historia. Este proyecto es el rescate de la tradición oral. A mis hijos les leo cuentos en las noches, les echo historias de la colombianidad. Y estoy seguro de que ellos se quedan con eso”, explica el artista.
El proceso de aprendizaje en Río Grande incluye la estimulación musical temprana (para los bebés y párvulos), la experimentación del movimiento en las clases de teatro y danza, así como la posibilidad de aprender a interpretar tiple, gaita, bajo, guitarra eléctrica, teclado y batería, o de tener prácticas colectivas de coro y técnica vocal.
“La idea es que los niños conecten y relacionen cómo hay cosas similares en todas las artes: hay tono en el teatro y en música, y hay armonías en la danza y en los instrumentos. Queremos que puedan cantar, bailar y actuar”, agrega Mari Escobar.
El samario es enfático acerca del tipo de música que van enseñar. “La música es una sola (…). En mi casa se oía de todo, nos enseñaron a querer de todo. En mi trabajo en el vallenato me empecé a dar cuenta de que me sumergía en cualquier género de África, Europa, las montañas de Cuba o en el Mississippi. El aporte grande de Gaira Música Local (GML) es que a través de la música de Colombia, los niños conocerán los sonidos del mundo”.
Más en: www.riograndeescuela.com
SOFÍA GÓMEZ G.
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO