Más allá de su tono de comedia romántica, la obra Shakespeare enamorado plantea una entretenida visión de cómo hubiera sido el proceso tras bambalinas del teatro isabelino, que fue el epicentro de creaciones tan definitivas como Hamlet, El rey Lear y Otelo.
En el centro de la historia está, por supuesto, William Shakespeare, el dramaturgo inglés por excelencia, quien en la historia atraviesa por un difícil momento en su producción artística.
El bardo inglés pasa entonces de creador a personaje en esta pieza, del dramaturgo checo Tom Stoppard, que este viernes se estrena en el Teatro Colón de Bogotá, bajo la dirección de Diego León Hoyos.
La obra nació como una producción cinematográfica, que Stop-pard escribió junto con Marc Norman y que en 1999 ganó el premio Óscar a mejor película.
“Es un gran divertimento en el que Stoppard hace una conjetura sobre cómo nace Romeo y Julieta a partir de una crisis de creatividad de Shakespeare y en el que personajes históricos como Marlowe y Henslowe empiezan a construir, en un despelote monumental, la obra romántica por excelencia”, cuenta el actor Nicolás Montero, quien encarna al célebre dramaturgo.
Para Montero, uno de los aspectos más interesantes de la obra es desmitificar la figura de Shakespeare, que no se presenta entonces como aquel genio introvertido que creó algunas de las piezas más importantes del repertorio universal, sino como una persona que simplemente debía trabajar.
Es algo que, según el actor, encuentra semejanzas con el discurso de aceptación del Nobel del músico Bob Dylan, quien aseguraba que nunca se preguntó si lo que estaba escribiendo era literatura, que está demasiado ocupado viendo qué canción iba con qué disco, pero que agradecía profundamente que alguien se hubiera tomado el trabajo de hacerse esa pregunta y responder si esos temas eran literatura.
“A Shakespeare en el teatro isabelino le pasaba un poco lo mismo, él escribía para obras que tenían que ser puestas con mucha prontitud en el escenario, lo hacía por encargo, estaba muy ocupado sobreviviendo, y cuando el mundo lo redescubre termina aceptando, como dice Harold Bloom, que él se inventó lo humano, que se inventó varios de los personajes que definen la condición humana moderna”, argumenta Montero.
En esos afanes por montar una obra de teatro, aparece el otro personaje principal de la pieza: Viola de Lesseps, encarnada por Carolina Ramírez. Es una mujer apasionada por la escena y quien, para cumplir su sueño de actuar en una obra, decide disfrazarse de hombre, ya que a las mujeres les estaba prohibido subirse a un escenario en esa época. Y termina convirtiéndose en la musa de Shakespeare.
“Lo más maravilloso que tiene es que es una mujer absolutamente adelantada a su tiempo, que ama el teatro por encima de todo y que en la búsqueda de ese riesgo que toma de convertirse en hombre para poder cumplir ese sueño conoce el amor”, dice Ramírez.
A los protagonistas se suma un elenco de destacados actores formados en diferentes corrientes teatrales del país, como Kepa Amuchastegui, Jairo Camargo, Carmenza Gómez, Álvaro Bayona y Gloria Gómez.
La producción además tiene el diseño de arte de Laura Villegas y el texto fue traducido al español por el escritor Juan Gabriel Vásquez. Así se le da forma a una historia que, según sus protagonistas, también plantea ciertos paralelos con la producción teatral de nuestra época.
“Lo increíble de esto es que no está muy alejado de lo que es realmente el mundo del teatro y lo que es sacar adelante una obra, en esa época era una cosa más del pueblo, ahora el teatro se ha vuelto un poco elitista y es el pueblo el que menos va a teatro”, reflexiona Ramírez.
De miércoles a sábado, 7:30 p. m. (excepto el 29 de julio). Domingos, 4:30 p. m. Hasta el 17 de agosto. Teatro Colón. Calle 10.ª n.° 5-32. Informes: 381-6380. Boletas desde 30.000 hasta 70.000 pesos.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
Cultura y Entretenimiento
