Hace unos años, Juan David Padilla Vega terminó una relación amorosa que le causó muchas dificultades al tener que enfrentarse a la ausencia, la soledad en una casa, la imposibilidad de encontrar consuelo en otras cosas y de expresar ante otros lo que le estaba sucediendo.
Un día salió a retratar con su lente a artistas circenses, como parte de un proyecto que actualiza cada año, y fue allí que llegó a su mente una imagen de lo que sería su más reciente exposición ‘Nostos, Urniator y Dor’, que devela los estados y sentimientos que surgen tras la pérdida de un amante, a través del retrato de cuerpos desnudos de más de 40 hombres.
“Durante unos meses trabajamos solo con fotos, de manera intuitiva, sobre lo que estaba sintiendo y a partir de ideas que me llegaban en mis sueños. Luego, llegaron los modelos que no son modelos y fue como una catarsis”, dice Padilla.
La mayoría de fotos son una representación de la relación entre el cuerpo y el alma, de ese espacio íntimo que se vive con un amante, que luego es extraído de ese lugar, es botado y descontextualizado.
La muestra (que está abierta al público en el Teatro Colón) evoca algo que ya no está mediante una serie fotográfica, un videoarte, un libro y la presentación de un ‘performance’.
Para su proyecto, Padilla realizó una convocatoria en redes sociales para buscar personas que quisieran ser fotografiadas. Por ejemplo, una pareja lo contactó en una etapa en la que él ya había avanzado en su propio duelo y había investigado sobre temas como la nostalgia, la intimidad, el deseo y la filosofía, para contextualizarlo y para continuar con la escritura de su libro.
“Cuando esta pareja (con una relación de cuatro años) me cuenta que quiere participar, me dicen que saben que antes de la sesión fotográfica yo hago una meditación con música, en la que les hablo de lo que estoy escribiendo. En la sesión decidieron separarse y ese espacio sería su último contacto”, agrega el artista.
La historia del final de esta pareja también fue inmortalizada en un videoarte que se puede ver en la exposición, en el que ambos lloran.
Fue así como la muestra se convirtió en algo que no se trataba solo de la experiencia personal de Padilla, sino también de la representación de los modelos, quienes también vivieron su propia ausencia y melancolía.
“Llegaron también dos chicos que tuvieron una crisis y no volvieron a verse. Se encontraron en la sesión y se dieron cuenta de que iban a estar desnudos, el uno sobre el otro”, dice.
Cada sesión del proyecto, que tomó dos años, fue realizada al aire libre en Chingaza, Choachí, Villeta y Monserrate, de día y de noche.
“Se trata del cuerpo desnudo como un despojo inmenso de pasajes sublimes y sobrecogedores, es el testimonio de una experiencia que quizá nos acerca a nuestra sombra y que nos permite evocar el inconsciente”, explica.
Además, las fotos fueron tomadas con recursos limitados. Por ejemplo, en la noche todo fue iluminado con celular, por lo cual los modelos debían quedarse muy quietos, concentrarse y aguantar, para obtener buenos resultados.
“Ellos me decían que durante la foto pasaban como a un umbral de meditación, acompañados del frío y las condiciones del lugar, como los insectos”, añade. Padilla confiesa que solo participaron hombres debido a que “como empezó como algo tan íntimo, se dio desde un lugar desde el que yo concebía el deseo”.
El título de la muestra, que se podrá ver hasta el 2 de octubre, proviene de las palabras ‘regreso’ –‘nostos’ (griego)–, ‘dolor’ –‘dor’ (en portugués)– en diálogo con una figura liberadora.
Esta última es Urniator, que se inspira en la unidad de guerra del Imperio Romano de los Urniators, atletas que nadaban a través de las profundidades del mar recuperando las anclas de los barcos.
Hasta el 2 de octubre. Teatro Colón. Calle 10 n.° 5-32, Bogotá. Informes: 3816380. Entrada libre.
LAURA GUZMÁN DÍAZ
Cultura y Entretenimiento
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