El lienzo está extendido sobre una mesa larga –como si fuese un paciente en un quirófano– en el estudio del artista Tomás Ochoa, en La Candelaria (Bogotá).
Mientras espera a que deje de lloviznar, alista las herramientas para rociarle fuego a sus piezas, no con el propósito de quemarlas sino de darles el toque final.
La lluvia se detiene y Ochoa se lleva el lienzo al patio. Activa un soplete y lo mueve sobre el lienzo. Empieza a salir humo y se oye el ruido de la pólvora que explota. De ese proceso emergen sus obras.
Esta es una de las piezas de gran formato de su más reciente trabajo, ‘Paraíso línea negra’, que presenta en Medellín. En esta serie, retoma esa técnica tan particular que caracteriza su obra, que no es fotografía ni pintura, tampoco grabado, pero que pareciera ser todas, por la fidelidad con la que se reproduce la imagen, la textura de sus creaciones, así como el estar fijadas en un lienzo.
El origen de esta serie –que lo llevó a recorrer distintos departamentos del país– fue una acción que hicieron los indígenas arhuacos en el 2003 en la Sierra Nevada de Santa Marta y que Ochoa conoció.
El artista, que reside en Colombia hace algunos meses, cuenta que los indígenas hicieron recorridos por este lugar sagrado con el fin de “restituir el equilibrio perdido por la presencia de grupos armados en su territorio. Fue una acción política que derivó en una acción poética y eso me interesó mucho”, dice. Ese hecho, y una conversación con una ayudante que le habló de aquellos lugares “que serían un paraíso de no ser por la presencia de grupos armados”, cuenta, lo llevaron a recorrer lugares recónditos en Bolívar, Meta, Chocó y el Valle, entre otros departamentos.
Luego de hablar con diferentes personas para pedirles permiso, llegó a conocer ríos como el Caribona (Bolívar) y Guejar (Meta). Allí vio cómo convivían grupos armados e incluso fuerzas militares. Una de las obras lo muestra sutilmente, con un río en donde aparecen piedras que tienen pintadas las siglas Farc y Eln.
Se topó con esos lugares que efectivamente son un paraíso y abordó ese término desde un lado más utópico. De ahí el nombre de la serie porque, si bien son lugares llenos de naturaleza, la razón por la cual no son habitados o explorados es por causa del conflicto armado. “Da para reflexionar en torno al paisaje y a las paradojas que se pueden dar en los últimos procesos de paz. Yo no doy respuesta ni tomo partido, pero el arte está para abrir preguntas sobre estos temas”, señala Ochoa, quien considera que Colombia está viviendo un momento interesante en muchos aspectos.
A diferencia de ‘La reposición del aura’ –la exposición que tuvo en el 2014 en la Galería La Cometa (Bogotá)–, en ‘Paraíso línea negra’ no aparecen personas. Sin embargo, continúa explorando uno de sus más grandes intereses: la historia y las maneras como se representa el poder.
Sin mostrar armas ni gente herida, mucho menos muerta, “en el fondo siempre está la violencia”. Eso le imprime fuerza a su obra, que además de causar curiosidad sobre la forma como se hace –que requiere todo un trabajo de investigación, de campo y de realización– logra llamar la atención sobre aquellas situaciones que en nuestro país se han vuelto, como se dice coloquialmente, “parte del paisaje”.
¿Dónde y cuándo?‘Paraíso línea negra’ se expondrá hasta octubre, en la Galería Duque Arango. Cra. 37 n.° 10 A-34, Medellín. Lunes a sábado, de 10 a. m. a 6 p. m.
MARÍA ALEJANDRA TORO VESGA
Cultura y Entretenimiento
