La obra de Mateo López (1978) ha girado en torno a la técnica del dibujo, la línea, las formas y al trabajo en el taller. Sin embargo, ha venido saliéndose del papel, ampliándose para explorar otras como el video, la instalación e incluso el ‘performance’.
Para su más reciente muestra individual en el país, que presenta en la galería Casas Riegner, partió de un sentimiento muy personal que le produce Bogotá en un momento específico: un domingo en la tarde, que describe como “una sensación de vacío y desasosiego”, cuando la ciudad se detiene y pareciera estar preparándose para empezar otro lunes, un nuevo comienzo de semana.
López, que actualmente vive en Nueva York, dice que la experiencia de estar lejos de Bogotá y del país le ha permitido ver a su ciudad natal desde otro punto de vista. “Es una ciudad que, desde mi punto de vista, está atada al pasado; también, a mi familia, a mis amigos, a mi infancia y a mi juventud”.
No le interesa decir que una ciudad es mejor que la otra. Eso sería, como dicen coloquialmente, sumar peras con manzanas. Lo que ha visto López es cómo las preocupaciones cotidianas de quien vive en Bogotá –la inseguridad o la movilidad, por ejemplo– hacen que la forma como se utilice el tiempo varíe considerablemente y que la cabeza se ocupe en estos asuntos.
Más allá de criticar, lo que plantea López a partir de las piezas que expone es una reflexión sobre qué se puede hacer para solucionar estos aspectos.
Las preguntas van desde ese tiempo de desplazamiento que se emplea para recorrer distancias hasta el que se toma una ciudad o un individuo para realizar trámites y papeleos. Por ejemplo, el primero se evidencia en una pieza llamada ‘125 c.c.’, una totuma intervenida con pintura industrial que representa el motor de una moto en el Darién, región que visitó para otro proyecto y que le permitió ver cómo viven las comunidades en ese lugar; cómo experimentan el tiempo y cómo ansían, en su mayoría los jóvenes, acceder a otras formas de vivir, como el simple hecho de desplazarse en moto.
El segundo tiempo se representa en un robusto escritorio de madera que sostiene un arrume de papeles y folios hechos de un material llamado piedra muñeca: la lentitud de la burocracia del Estado.
Aunque el origen de estos interrogantes fue Bogotá, las piezas pueden aludir a situaciones que se viven en otras ciudades del país. Como en ‘Perspectiva rota’, para la cual ubicó varios de los enormes rieles del antiguo tranvía del centro de Bogotá, que bien podría tratarse de los rieles de las demás vías ferroviarias que están en abandono en el país.
“Hay muchos comentarios en la exposición sobre el hecho de ser bogotano, pero también sobre el ser colombiano. Pueden ser un poco incisivos, pero el ver las cosas desde otra perspectiva me llama a comentar”, dice. Esos comentarios no son explícitos, están presentes de forma sutil y están abiertos a la interpretación de quien observa sus obras.
Otras se cuestionan sobre la minería, como 'Pila', un objeto que simula ser una pila bautismal, hecho con concreto vaciado y que en vez de agua bendita alberga mercurio, ese elemento químico que ha ido contaminando nuestras aguas.
En videos –técnica que empezó a trabajar tras su experiencia con el sudafricano William Kentridge en el 2012– López también expone el registro fotográfico de un ‘performance’ que se realizó en São Paulo.
El dibujo no pierde presencia en su obra. Aparece en ‘Construcción espacial n.° 16’ (Bandera), una reconstrucción de la bandera ‘Guerra a muerte’, que está en la colección del Museo Nacional de Colombia. Y en ‘Old Ideas Stuck in Corners’, una serie de biombos hechos de madera que representan su estudio.
Son 39 dibujos, que, si se examinan uno a uno, permiten ver cómo piensa y actúa López en su espacio de trabajo: con la rigurosidad de los arquitectos, y explorando procesos como el doblar y desdoblar el papel, y hacer cortes en este, creando figuras nuevas e incorporando otros materiales, como chapilla de madera.
Esos dibujos, que pueden o no estar terminados, se enlazan con la idea central que plantea López: ese estado potencial que tiene Bogotá, que define como un “acelere y desacelere” propios del fin de semana.
¿Dónde y cuándo?‘Ciudad fantasma’ se podrá ver hasta el 20 de diciembre. Galería Casas Riegner. Calle 70A n.° 7–41. Bogotá. Teléfono: 249-9194. Entrada libre.
MARÍA ALEJANDRA TORO VESGA
Cultura y Entretenimiento