Desde hace algunos años, Suecia se ha destacado como uno de los países que más brinda atención a los refugiados, al tener políticas que los favorecen de manera similar que con sus propios ciudadanos.
Esto generó naturalmente ciertas circunstancias y cambios en la comprensión de los procesos migratorios, que también alcanzaron el arte, con la idea de generar tolerancia y respeto hacia otras culturas.
Por eso, la exposición colectiva ‘Du som Jag’ (‘Tú como yo’ en español), curada por la colombiana Mariángela Méndez, encajó perfectamente en el trabajo que realiza el espacio de arte contemporáneo Havremagasinet, ubicado en Boden, ciudad sueca que ha recibido refugiados sirios y somalíes.
Allí estuvo el año pasado y ahora continúa su camino en Noruega, en donde estará hasta agosto, en el Sami Center of Contemporary Art.
“Trabajamos sobre los encuentros que se dan por el desplazamiento de alguien. La invitación es a revisar, a través de varias obras, qué tenemos en común, o qué hay de mí en ti y qué tienes tú de mí”, cuenta Méndez, quien es la nueva curadora del Röda Sten Konsthall, en Gotemburgo (Suecia).
La muestra habla de los encuentros e intercambios culturales que surgen desde el desplazamiento, entendidos además como el movimiento de un lugar a otro.
Por eso se tratan temas como la importación de plástico en Guatemala o el problema que enfrentan los samis, indígenas del norte de Escandinavia que sufrieron procesos de colonización similares a los de comunidades indígenas en nuestro continente.
“Los samis aún luchan por derecho a su lengua, por el acceso a tierras y por mantener sus tradiciones vivas, muchas de las cuales fueron abolidas en los siglos pasados”, explica la curadora.
“¿Cómo negociamos con ese encuentro? ¿Cómo recibimos al que llega? ¿Cómo tratamos al que nos recibe? O, mejor aún, ¿cómo nos podemos encontrar a medio camino? ¿Cómo podemos aportar y cómo podemos recibir?”, reflexiona la curadora sobre la muestra que reúne a varios creadores colombianos.
Por ejemplo, la obra de Ana María González explica muy bien ese asunto a partir de la relación milenaria entre la abeja euglossa y la orquídea Góngora, que a pesar de ser dos especies distintas, han evolucionado la una en función de la otra, pues se necesitan mutuamente para su reproducción y la continuación de la especie.
Otro ejemplo es la obra de Edinson Quiñones, sobre la manera como las culturas se han encontrado y desencontrado en relación con la mata de coca, una planta sagrada para muchos pueblos indígenas, pero que luego fue convertida en cocaína.
“Él muestra la violencia en la mala lectura y apropiación de una planta sagrada, que pudo haber tenido otro destino para nuestro país si se hubieran implementado sus bondades de forma diferente”, expresa Méndez.
Algunos de los artistas que participan en la exposición tienen ancestros indígenas, y en sus obras es evidente que su tradición ha sido afectada por esos encuentros con otras culturas.
Y, aunque la exposición no es solo de artistas colombianos, pues también integra a suecos, noruegos, guatemaltecos, mexicanos y estadounidenses, para ellos resulta esencial mostrar que no importa de dónde se venga.
“La idea es borrar justamente esas divisiones, bordes, fronteras entre lo uno y lo otro, concentrarse en los puntos de encuentro, que para nada es revolver o ignorar las diferencias”, comenta Méndez.
En la muestra también participan Sandra Monterroso, Carola Grahn y Nicolás Consuegra, entre otros.
LAURA GUZMÁN DÍAZ
Cultura y Entretenimiento
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