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Arte y Teatro

La historia del mayor robo de arte que sigue sin resolver

Esta es una de las imágenes tomadas por el FBI horas después del atraco.

Esta es una de las imágenes tomadas por el FBI horas después del atraco.

Foto:Netflix

Las obras de arte perdidas están valoradas en más de 500 millones de dólares. 

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El mayor robo de arte del mundo sigue siendo una incógnita. No fue un problema, sino muchos los que se acumularon para que esa madrugada dos ladrones pudieran llevarse piezas que, hasta el momento, jamás se han recuperado.
El 18 de marzo de 1990, dos delincuentes disfrazados de policías tocaron a la puerta lateral del Isabella Stewart Gardner Museum, en la ciudad de Boston, Estados Unidos.
Los guardias, jóvenes de 23 y 25 años en esa época, decidieron dejarlos pasar. No transcurrió mucho tiempo antes de que resultaran en el sótano esposados y con la boca vendada gracias a cinta adhesiva.
Un poco más de una hora después, por la misma puerta por la que ingresaron, los dos hombres salieron con 13 obras que, al día de hoy, están valorizadas en más de 500 millones de dólares en pérdidas.
Entre algunas de ellas estaba ‘La tormenta en el mar de Galilea’ y ‘Señora y señor de negro’, de Rembrandt; ‘El concierto’, de Johannes Vermeer; o ‘Chez Tornoi’, de Manet.
Según las investigaciones que se llevaron a cabo en ese momento, nadie se enteró de lo que había pasado sino hasta el cambio de guardia, horas después, cuando quien venía a reemplazar a los dos otros se quedó afuera esperando a que le abrieran.

¿Qué pasó en la investigación?

Las fallas en la investigación comenzaron de manera casi inmediata. Para el año del robo, el FBI de Estados Unidos no contaba con un equipo especializado en robos de arte, por lo que había mucha confusión sobre cómo llevar el caso.
No se tomaron muestras de ADN, se refundió la cinta con la que fueron inmovilizados los guardias -por lo que las huellas dactilares de los ladrones no pudieron ser recuperadas- y no estaban los casetes en los que había quedado registrada la mañana del robo.

¿Cuáles son las hipótesis?

Cuando se quiso iniciar la investigación, prácticamente no había nada para guiarse, por lo que el primer sospechoso fue Rick Abath, el guardia más joven.
Aparentemente y según informa el documental de Netflix enfocado en el robo, ‘Esto es un atraco: El mayor robo de arte del mundo’, el joven encajaba en lo poco que se podía suponer de un sospechoso: había llegado varias veces borracho al trabajo, consumía drogas y en algún momento hizo una fiesta en el museo a escondidas de su jefe.
Sin embargo, ninguna de las suposiciones que los llevó a considerarlo un sospechoso llegó a algo concreto. Así resultó con las otras personas que también fueron sospechosas, como un ladrón que mandó supuestas imágenes de las obras a un periódico, pero resultaron ser falsas.
Al final, la única hipótesis que se mantenía viable, pero sin manera de ser confirmada, apuntaba a la mafia, ya fuera irlandesa o italiana, que en ese momento de la historia de Boston se había desatado una guerra interna.
Además, según lo que comentó el FBI al documental de ‘Netflix’, los directores de la mafia habían incursionado en una modalidad que incluía arte robado: para recibir rebajas en sus penas, decían el paradero de alguna obra que hubiera desaparecido anteriormente.
En ese sentido, las dos hipótesis que más resuenan hasta el día de hoy tienen que ver con ambas mafias. Por un lado, se piensa que la mafia irlandesa pudo haber usado las pinturas para comprarle armas al grupo irlandés IRA. Por otro lado, se creía que Bobby Donati, de la mafia italiana, habría mandado a robar las obras para poder sacar de prisión a su jefe, Vinnie Ferrera.
Ambas se quedaron en suposiciones, pues ninguna pudo ser confirmada. Lo cierto es que aún no hay rastro de las obras que desaparecieron en 1990.

¿Cómo se creó el museo?

La historia de cómo se construyó el museo es casi igual de interesante a la de su más grande robo.
Isabella Stewart fue una coleccionista de arte que en 1899 mandó a construir un palacio con el estilo de Venecia en el centro de Boston. Allí ubicó las más grandes obras que obtuvo durante varios años.
Tanto era su orgullo por lo que había construido que en su testimonio dejó escrito que el museo no debía cambiar nada de lugar y que, en caso de que eso pasara, todo debía mandarse a París para ser subastado.
Actualmente, las cosas no se han enviado a París y el museo sigue funcionando, pero ofrece una recompensa de 10 millones de dólares a quien tenga información sobre las piezas robadas.

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