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Arte y Teatro

Almagro, la reserva natural del Siglo de Oro español

El Corral de Comedias, construido hace 390 años, es el epicentro del evento.

El Corral de Comedias, construido hace 390 años, es el epicentro del evento.

Foto:Festival de teatro de Almagro

El Festival de Teatro Clásico de España este año tiene como invitado de honor a Colombia.

Bajo el calor inclemente que riega la Plaza Mayor de Almagro en la media tarde, cuando casi todos los habitantes se refugian en sus casas de las altas temperaturas, las únicas que resisten impávidas son unas figuras sin rostro que representan personajes como la gran sultana, el celoso extremeño, el licenciado Vidriera y la inmortal Dulcinea.
Todos ellos con un agujero, invitando a los interesados a que ubiquen su rostro allí y se conviertan por unos segundos en estas creaciones de Miguel de Cervantes Saavedra, el genio de la literatura. Así como estos personajes, la gran creación de Cervantes, el Quijote de la Mancha, se reproduce en numerosos formatos en todas las vitrinas de este pueblo manchego: estampado en camisetas, pintado en cuadros, moldeado en esculturas, reducido en llaveros.
Son imágenes que le dan un espíritu único a esta pequeña ciudad de 9.000 habitantes, que es una especie de capital mundial del Siglo de Oro, esa época en la que se produjo el esplendor del arte barroco, que finalizó con la muerte de Pedro Calderón de la Barca en 1681.
Por esa estampa única, la ciudad se convirtió en la sede del Festival de Teatro Clásico de Almagro, que por estos días celebra su edición 41 y tiene a Colombia como país invitado de honor. El epicentro del evento es el Corral de Comedias, un escenario histórico, construido hace 390 años, y que se erige como el único del mundo de aquella época que aún conserva su estructura original.
“Podríamos decir que la importancia política y económica de Almagro es mucho menor que la que tuvo en el siglo XVII; sin embargo, ahora mismo, gracias al Corral de Comedias, es una ciudad eminentemente teatral, cuya importancia cultural es muy grande; la oferta es mucho mayor que la que normalmente suele corresponder a una población tan pequeña”, explica Pedro Torres, concejal cultural de Almagro.

Somos la reserva natural del Siglo de Oro, traemos aquellas manifestaciones que se crearon en España, o en la nueva España, y venimos a conservarlo

El Corral de Comedias, como es apenas lógico, es el lugar donde se inauguró la programación del festival, con un premio especial al actor español Carlos Hipólito. Esta histórica construcción es como el corazón del Siglo de Oro que aun palpita. Su parte delantera está reservada para la presentación de los actores y los músicos, con el tablado central; un nivel más abajo está el patio principal de espectadores, rodeado por tres pisos también destinados para el público. Es un teatro al aire libre, en el que el cielo sirve como colofón de una escenografía deslumbrante.
“Almagro tiene la fortuna de conservar el único corral intacto y activo de los muchísimos que hubo en todo el mundo hispánico en los siglos XVI y XVII... Entonces, Almagro tiene una enorme suerte y al mismo tiempo, una enorme responsabilidad, porque tiene no un corral en el sentido arquitectónico o material del término, tiene un símbolo, una reliquia viva de la gran pasión que los españoles de los dos mundos (España y Latinoamérica) sentían en aquellos tiempos por el teatro”, añade Reyes.
Pero el legado barroco no es solamente material ni tampoco exclusivamente teatral, pues en el festival se rescatan las poesías, la literatura y la música que se crearon en esos años. Por supuesto, se ponen en escena los grandes clásicos que salieron de las plumas de Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Francisco de Quevedo, el propio Cervantes y otros creadores de la época, como Molière y Shakespeare.
“Somos la reserva natural del Siglo de Oro, traemos aquellas manifestaciones que se crearon en España, o en la nueva España, y venimos a conservarlo como un patrimonio que se transmite oralmente a las nuevas generaciones; pero no como arqueología, no como un patrimonio muerto, sino como un patrimonio vivo, y son los nuevos artistas los que lo reinterpretan y le dan una visión nueva”, explica Ignacio García, quien este año debuta como director del festival.
En el festival se rescatan las poesías, la literatura y la música que se crearon en el Siglo de Oro.

En el festival se rescatan las poesías, la literatura y la música que se crearon en el Siglo de Oro.

Foto:Festival de teatro de Almagro

Otro de los guardianes de este patrimonio es la Compañía Nacional de Teatro Clásico, dirigida por Helena Pimenta, que llevó a Almagro cinco producciones de su cosecha. El grupo debutó con una adaptación de 'El burlador de Sevilla', de Tirso de Molina, obra con la que nació el mito de don Juan, ese infalible seductor.
Dirigida por Josep M. Mestres, esta versión se apoya en la vanguardia para poblar de recursos estéticos modernos todo el diseño escenográfico y de vestuario. Más allá de esa visión, se conserva la sangre que bombeaba el torrente de aquellas piezas: el verso. Esa declamación de los actores le da otra dimensión al texto, como si los diálogos estuvieran esculpidos en una piedra preciosa.
“Nosotros trabajamos mucho con el verso para que no sea una forma rígida que impida que salga el corazón o la expresión más natural del actor, lo que ocurre es que son palabras muy bellas con figuras retóricas complejas, pero expresadas de una forma muy viva. Nosotros siempre hablamos de la elocuencia, y están muy entrenados los actores, a decir de una forma casi gimnástica”, asegura Helena Pimenta, quien dirigió con Catherine Marnas El banquete, una joya en la que los actores se sentaban a la mesa con los espectadores.
La directora, que hace un par de años estuvo en la Compañía en Bogotá con 'El alcalde de Zalamea', comenta que a los espectadores jóvenes les fascina esta manera de hablar, tan abundante y habilidosa, que, según ella, refleja ese momento de explosión del manejo de la lengua que fue el Siglo de Oro.
García, que ha dirigido en el teatro Colón de Bogotá, afirma que en Colombia se habla en un castellano muy parecido al que se hablaba en España en los siglos XVI y XVII, por la musicalidad, la pronunciación de la z, que es mucho más suave, y la de la j, que es mucho más elegante. “Quizás ustedes conservan en diferentes lugares de América una esencia que aquí se perdió, que se endureció, porque el lenguaje evolucionó hacia otros sitios. En Cundinamarca todavía hay lugares donde se dice: ‘¿Qué se le antoja a sumercé?’, eso es siglo XVII puro”, complementa.

Soñemos alma, soñemos otra vez

Recorriendo las estrechas calles adoquinadas de Almagro, entre sus construcciones patrimoniales y sus casas de dos pisos con balcones, se pueden encontrar otros teatros además del Corral de las Comedias, que funcionan en antiguos hospitales, iglesias y palacios familiares. También hay salas de exposiciones y museos, como el Museo Nacional de Teatro, que está dedicado a la historia de las artes escénicas, partiendo de los dramas grecorromanos y llegando a las óperas, las zarzuelas y el ballet.
Por la ciudad revolotean dos imágenes esenciales: afiches con el verso ‘Soñemos alma, soñemos otra vez’, del tercer acto de 'La vida es sueño', de Calderón de la Barca, y la figura de la infanta Margarita reinterpretada por el maestro colombiano Fernando Botero. Ese cuadro que creó el artista paisa, a partir de Las meninas de Diego Velázquez, es la imagen del afiche oficial del festival.
El afiche representa un término que para García fue clave a la hora de diseñar la programación del encuentro: el ‘mestizaje’. “Durante mucho tiempo hemos vivido el Siglo de Oro de espaldas a la América virreinal, donde estaba pasando un fenómeno de renovación gracias al mestizaje, donde se escribía distinto, se pensaba distinto, se comía distinto, y es imposible entender el fenómeno cultural de lo que significa el Siglo de Oro sin abrir los brazos a los países hermanos de América Latina”, dice el director artístico.
La figura de la infanta Margarita ilustrada por Fernando Botero es la imagen del afiche oficial del festival.

La figura de la infanta Margarita ilustrada por Fernando Botero es la imagen del afiche oficial del festival.

Foto:Festival de teatro de Almagro

En esa filosofía se inscriben los cinco espectáculos que componen la cuota colombiana en el Festival de Almagro, apoyada por el Ministerio de Cultura y el teatro Colón, y que se complementó con una exposición de artesanías. La soprano de Buenaventura Betty Garcés y el pianista Alejandro Roca entonaron los primeros versos del romance colombiano en Almagro con el recital ‘Siglo de Oro en las dos orillas’, que sorprendió a los especialistas españoles con composiciones inspiradas en autores como Lope de Vega, San Juan de la Cruz y Fernando de Quevedo. En la presentación se estrenaron dos canciones del compositor colombiano Pedro Felipe Ramírez, inspiradas en poemas de Sor Juana Inés de la Cruz.
Esta invitación a Colombia ensancha el camino que han labrado reconocidas agrupaciones como el Teatro La Candelaria, el Teatro Libre, Teatro Petra y el Laboratorio Escénico Univalle, que ya habían presentado sus visiones de los clásicos en el pueblo manchego. El desembarco colombiano continuará con De buen garbo y lindo porte, del grupo Música Ficta, con un repertorio de temas creados en el Virreinato de la Nueva España, y Macbeth, versión del clásico de Shakespeare dirigida por Pedro Salazar y traducida por Joe Broderick, quien siempre busca tomar el texto original y tratar de imaginar qué diría el bardo inglés si fuera un dramaturgo colombiano.
Finalmente se presentarán una lectura dramática de 'El carnero', de 1636, en el que el cronista Juan Rodríguez Freyle registra el descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, y Quijote, espejo del hombre, una aproximación urbana al clásico de Cervantes creada por el grupo pereirano La Tropa Teatro.
El festival irá hasta el 29 de julio, adornado por ese verso de Calderón de la Barca que se posa en una infinidad de sitios de esta pequeña población. Esas dos frases parecen ser dos alas que se baten en el pasado y el futuro. “‘Soñemos otra vez’ tiene que ver con que volvamos a hacer las mismas obras, el Quijote o Macbeth, pero hagámoslas de otra manera y hagámoslo juntos, entre los hispanohablantes de acá y los de allá... No queremos que vengan a hacer lo nuestro, sino a contarnos lo suyo y a que juntos creemos un patrimonio más extenso”, finaliza García.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
* Por invitación del Festival de Teatro Clásico de Almagro
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