Generalmente, las raíces crecen hacia el interior del suelo, fijan el árbol, acumulan los nutrientes y se encargan de absorber y conducir el agua, junto con los minerales y los nutrientes.
Ese proceso de crecimiento no tiene límite. En el caso de las plantas de vivero, se dará de forma circular, como una bola de estambre.
Las raíces son vitales en la exposición ‘Naturaleza oculta’ (abierta hasta el 14 de julio, en la galería Casas Riegner) de la artista colombiana Beatriz Eugenia Díaz, y constituyen la instalación central, ‘Oráculo’, compuesta por 16 de ellas.
En algún momento, la artista supo que las raíces aparte de tener memoria genética, tienen memoria de formación. Es decir, aunque se trasplanten, la raíz ‘piensa’ que sigue allí y continúa creciendo de la misma forma.
“Cuando lo supe, fui en busca de ellas. Eso me hizo pensar, sobre todo al sacarlas, en una cabeza humana”, explica Díaz.
Los seres humanos se han inventado torturas, como enrollar la cabeza. Nuestros pensamientos repetitivos se parecen a una tortura y nos enredamos con ellos
Pero esta metáfora va más allá, pues también tiene que ver con los pensamientos que nos invaden.
“Los seres humanos se han inventado torturas, como enrollar la cabeza. Nuestros pensamientos repetitivos se parecen a una tortura y nos enredamos con ellos”, reflexiona la artista.
Las raíces de los árboles que Díaz extrajo ya estaban muertas: se ahogaron al crecer circularmente.
Además, la raíz separada del cuerpo evocó en la artista el temor a perderse.
“Todos, de alguna manera, conocemos a alguien que ha perdido la cabeza, y, seguramente, en las familias siempre hubo alguien a quien le sucedió”, dice Díaz.
Como protección, las raíces tienen una cobertura cónica llamada caliptra, nombre que también reciben las cofias y los velos que usaban las mujeres griegas para cubrirse la cabeza.
Mediante dos instalaciones sonoras, ‘Caliptra (aire)’ y ‘Caliptra (agua)’, la artista hace un llamado a Caliptra, diosa que, según ella, debería existir para proteger la cabeza, que es frágil.
“Son dos cantos. Uno es como un último aliento, tiene que ver con la muerte. El otro es muy cercano al nacimiento, pues el agua es vida”.
Los dibujos de la muestra se refieren a las raíces que se desprendían cuando Díaz trabajaba.
“Como si hubiera adentro algo puro, al caer hay una escritura que nos dice algo, que no se percibe aquí, por eso las dibujé”, añade Díaz.
Hasta el 14 de julio. Casas Riegner. Calle 70A n.° 7-41, Bogotá. De lunes a viernes, de 10 a. m a 1 p. m. y de 3 a 7 p. m. Sábado, de 11 a. m. a 4 p. m.
LAURA GUZMÁN DÍAZ
Cultura y Entretenimiento
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