En 1999, Anthony Hopkins estaba listo para dejar de actuar después de interpretar su exigente papel principal en Titus. “En ese momento, pensé que era lo indicado y estuve decidido a hacerlo”, dice el actor de 82 años, desde su casa en Malibú, California.
“Sentía que ese algo de seguridad que uno puede sentir se iba desvaneciendo por estar entrando en una etapa nueva de mi vida. Pero de repente comencé a recordar pasajes de mi infancia y el sufrimiento tan grande que vivió Europa en la Segunda Guerra Mundial, tras ver un documental del tema en la televisión. Y eso fue como un signo del destino que me recordó que esto, la actuación, era mi propósito en la vida. Eso me mantuvo siempre ligado a la vida artística, de una forma u otra y, bueno, aquí seguimos”.
Y en efecto, la leyenda de Hopkins continúa. El año pasado, fue nominado al Óscar como mejor actor de reparto por su interpretación del Papa Benedicto XVI en The Two Popes, junto a su paisano galés Jonathan Pryce como el Papa Francisco. Ahora, con la llegada de su último trabajo en la película The Father, que se estrenó en Sundance y en el Festival Internacional de Cine de Toronto, Hopkins está de vuelta en la carrera por los premios Óscar.
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Ya se llevó a casa el premio al mejor actor en 1992 cuando le dio vida al icónico asesino Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes. Luego, en 1994, fue nominado por su trabajo como mayordomo reprimido en The Remains of the Day; más adelante, repitió nominación en 1996 por el papel principal en Nixon, de Oliver Stone; y luego, en 1997, fue nominado a mejor actor de reparto por Amistad, de Steven Spielberg.
Ahora, su nombre suena fuerte de nuevo para el Óscar con The Father, filme en el que Hopkins entrega una conmovedora actuación como un octogenario gruñón que lucha contra su demencia, al mismo tiempo que comienza a sospechar de su propia hija.
Al igual que su coterráneo Richard Burton, Hopkins dejó Inglaterra –y una célebre carrera teatral en Londres– para disfrutar de la vida de un actor de Hollywood de primer nivel, a pesar de padecer dislexia, que nunca fue obstáculo en su trabajo, ya que siempre ha hecho gala de una gran memoria para los guiones.
El inquieto actor hizo un auspicioso debut cinematográfico en El león en invierno, en 1968, como el intrigante Ricardo Corazón de León. Luego ganó premios Emmy por sus actuaciones en la película para televisión El caso del secuestro de Lindbergh, en 1976, y en The Bunker, en 1981, como Adolfo Hitler.
Sin embargo, fue su actuación como el Dr. Hannibal ‘el Caníbal’ Lecter, en El silencio de los inocentes (1991), la que puso fin a los papeles de segunda categoría y algunos protagónicos, para elevarlo a la categoría de superestrella.
Desde entonces, ha realizado memorables trabajos: Howards End (1992); The Remains of the Day (1993); Legends of the Fall (1994); Nixon (1995); Amistad (1997); Titus (1999) e incluso divertimentos inolvidables como La máscara del Zorro (1998).
Por supuesto, Hopkins repitió a Lecter en las menos populares pero igualmente magistrales Hannibal (2001) y Red Dragon (2002), eso antes de aparecer en Alexander (2004), All the King's Men (2006), Beowulf (2007) y Thor (2011).
Ya sean dramas, epopeyas históricas o historias de suspenso –que incluyen a aterradores asesinos en serie–, Hopkins demostró, desde hace décadas, que es uno de los mejores actores de todos los tiempos.
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La gente me pregunta: ‘¿Cómo lograste interpretar a un mayordomo?’. Bueno, me quedo muy quieto y no hablo mucho. ‘¿Cómo interpretaste a Hannibal Lecter?’ Pues, quedándome muy quieto y sin hablar mucho
Nacido el 31 de diciembre de 1937, en la ciudad minera de Port Talbot (Gales), Sir Philip Anthony Hopkins creció en una vida normal y modesta. “Nací justo antes de la Segunda Guerra Mundial y recuerdo los últimos años de la guerra, aunque no sufrimos mucho. Pero las ciudades alrededor fueron bombardeadas, y luego vino la depresión después de la guerra. Pero salimos adelante”, recuerda. “Además, mi padre fue un hombre duro, sobre todo porque se sentía frustrado que en mi niñez no fui un buen estudiante. Así que él me enseñó a ser duro, por eso sé cómo ser fuerte, cómo ser como una piedra, porque es parte de mi naturaleza, y no hubiera sido actor si no fuera por eso. Para ser considerado un actor de carrera, uno tiene que ser fuerte, o simplemente no sobrevives en este negocio”.
A los 17 años de edad, descubrió la actuación en la YMCA y rápidamente se encontró con una beca para el Royal Welsh College of Music and Drama, un período que fue brevemente interrumpido por el servicio militar. Después de estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art –y de debutar en Londres como Metellus Cimber en Julius Caesar–, se unió al Teatro Nacional en 1965 cuando Laurence Olivier se desempeñó como director artístico.
Cuando Olivier cayó en cama por una apendicitis en 1966, Hopkins asumió el mando en Dance of Death y luego pasó a interpretar al rey Lear y otros personajes en el famoso teatro londinense Old Vic.
Sin embargo, aunque su carrera en el teatro iba en aumento, su vida personal tambaleaba. Hopkins, sumido en el alcohol, abandonó a su primera esposa, Petronella Barker, y, para completar, abandonó la producción de Macbeth.
Al mudarse a Los Ángeles, en 1974, Hopkins dejó de beber dos días antes de cumplir 38 años y se convirtió en miembro de por vida de Alcohólicos Anónimos, donde ha logrado mantenerse sobrio desde entonces. En cuanto a su vida sentimental, se ha casado tres veces: Petronella Barker (1966 a 1972); Jennifer Lynton (1973 a 2002); y, desde el 2003, con la colombiana Stella Arroyave.
Jovial, gran conversador, ameno, sencillo, Sir Anthony Hopkins conversó amplia y honestamente con BOCAS.
Bueno, creo que he envejecido, pero siempre lo he abordado igual. No investigo, no me pongo intenso con ellos. La gente me pregunta: “¿Cómo lograste interpretar a un mayordomo?”. Pues, bueno, me quedo muy quieto y no hablo mucho [risas]. “¿Cómo interpretaste a Hannibal Lecter?”. Quedándome muy quieto y sin hablar mucho [risas]. “Entonces, ¿cómo interpretaste al Papa?”. Bueno, ya sabes, quedándome quieto, pero con una túnica [risas]. Y no hay una preparación intensa de método o algo así, yo no hago eso.
¿Cuál es su método entonces?A algunas personas les gusta meterse en un armario y convertirse en el personaje. Yo no puedo hacer eso, porque me gusta tomar un café y divertirme y reír. Entonces, soy muy distante. Aprendo las líneas, eso es lo que hago, aprendo las líneas a fondo para que estén en mí y las repaso muchas, muchas veces. Y cuando voy al set es como jugar al tenis, no hay que estar tenso. Lo que pasa con la actuación es que hay que estar relajado, y hablo de estar relajado físicamente para que las palabras salgan. Algunos actores usan auriculares, pero yo no puedo hacer eso, me volvería loco. No sé cómo hacen eso. De hecho, les pregunto: “¿Cómo pueden ustedes hacer eso?” [risas]. Es que esa es una forma de demencia, es decir, se llama pereza. Pero no, si esa es la forma en que tienen que desarrollarse, allá ellos, pero yo no podría hacer eso. Así que eso es todo, muy fácil para mí.
El año pasado interpretó al Papa Benedicto. ¿Qué tanto se involucró en la religión católica para este papelLa religión católica no es muy popular donde crecí, pero recuerdo que hablé con un sacerdote hace mucho tiempo, tal vez hace 30 años. Él era psiquiatra, y de repente supe en Londres que era católico. Un día le dije: “No sé lo que me preocupa, pero algo me preocupa”. Entonces, le dije que me gustaría convertirme en católico y él me dijo: “Bueno, piénsalo antes de hacerlo. Por cierto, ¿por qué quieres convertirte en católico?” Y yo dije que no lo sabía. Y él me dijo: “Bueno, entonces no lo hagas”. ¿Y por qué no?, le pregunté. Dijo que era muy complicado, que había que tener compromiso. Y como vio que me sentía un poco culpable por ciertas cosas, me dijo: “Eres humano, olvídalo”. Se dio cuenta de que yo tenía algunos problemas con el alcoholismo y eso. Así que solo me dijo “Disfruta la vida”. Y terminé haciéndole caso. Así que eso es todo con la religión católica.
¿Cree en el diablo?Al no ser teólogo, no sé lo que creo. No lo sé. Incluso, hasta mis personajes han tenido sus dudas y sus problemas con su propio ateísmo, así que no lo sé. Yo creo que todos tenemos acceso a una puerta de entrada a ese ‘yo’ más oscuro, eso si así lo decidimos. Todos, a lo largo de los miles de años de evolución que hemos elegido para desarrollar filosofías de vida, hemos tenido y tenemos personas duales.
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Hopkins se abrió paso en el cine de Hollywood tras una fuerte formación teatral durante su juventud, además con un talento apabullante y una memoria prodigiosa para los guiones.
Mario Amaya
El problema es que vivimos en una época en la que ahora todos están seguros y cuando alguien dice que el debate ha terminado, cuidado. Cualquiera que diga que está seguro cuando hay muchas opiniones flotando en todo el mundo, pone todo en duda porque hoy todo el mundo cree saber la verdad. Nadie conoce la verdad, así que, desde mi propio punto de vista personal, soy como Sócrates: “Solo sé que no sé nada”. Recuerdo que Oliver Cromwell dijo: “En las entrañas de Cristo oramos para que estemos equivocados”.
Las creencias tienden a cambiar conforme pasa el tiempo.A veces no sé si creo en Dios, en Santa Claus o en Campanita. Quiero decir, he sido propenso a leer mucho a lo largo de los años. Darwin era un creyente confirmado, fue un creyente protestante y fue un hombre de Dios, pero desató sobre el mundo El origen de las especies. Einstein también era un creyente, pero no creía en un Dios personal, creía que la parte posterior de la tela de todo el cosmos es una inteligencia matemática. Cuando Darwin fue a las Islas Galápagos quedó asombrado por la increíble variedad de vida y luego retrasó la escritura de El origen de las especies durante 20 años. Russell Wallace había escrito una tesis sobre eso antes que Darwin, la cual publicó para poder obtener algo de crédito. Así que, ¿creo en el diablo? No; creo que si todos coqueteamos con el caos, si insistimos en ser vengativos y llevar resentimientos, como todos hacemos, si seguimos ese camino con obstinación, nos destruiremos a nosotros mismos.
Usted no solo es un gran actor, sino que, además, es un buen pintor y un buen piano. ¿Se considera un hombre renacentista?Bueno, viviendo aquí en California tengo mucho tiempo, porque trabajo como actor, pero, la verdad, tengo mucho tiempo libre. Vivo en Malibú y tengo un estudio que construí en el que tengo lienzos y mucho equipamiento: pinceles, espátulas y bolígrafos. Hago estilo libre y no tengo formación académica, pero entro allí y pienso bien y dibujo. Pueden meterme en la cárcel si no les gusta [risas], pero la gente compra las obras. La verdad, mi esposa Stella y algunos de sus amigos tienen un pequeño negocio y comercializan mis pinturas. Así que ahora hago impresiones. Yo solo pinto y ellos hacen el lado comercial. También tenemos un muy buen contacto en Hawái y, además, he tenido exposiciones en Aspen, Dallas y otros lugares.
¿Y con la música?No tengo una formación académica, aunque sé leer música. Toco el piano y toco piezas muy complicadas solo para mantener el cerebro en funcionamiento y, ya sabes, la coordinación, pero simplemente lo disfruto.
Hablando de su esposa, la colombiana Stella Arroyave, ¿cómo ha sido su vida con ella?Ha sido una gran experiencia vivir con ella. No me puedo quejar, es una gran mujer. Ella proviene de la ciudad de Cali y llegó a los Estados Unidos cuando tenía cuatro años de edad, y creció en el área de Nueva Jersey. La conocí en una tienda de antigüedades en Los Ángeles en el año 2000, donde yo estaba preguntando por un artículo cuando de repente apareció una mujer muy bella que se acercó y me dio un gran abrazo. Fue muy espontánea y me pareció una mujer interesante. Aunque yo acababa de divorciarme, no quería estar en una relación nuevamente, pero le pedí su número de teléfono y nos volvimos amigos. La llamé varias veces a saludarla y un día me decidí a invitarla a cenar. Luego pasaron tres años y nos casamos el primero de marzo del 2003.
¿Qué ha aprendido en su convivencia con ella?He tratado de aprender lo más que he podido sobre la cultura latina. Ella ha tratado de enseñarme a hablar en español, pero la verdad no soy bueno para los idiomas. Lo que sí logró Stella fue hacer que me interesara por la pintura. Ella encontró hace unos años en uno de mis escritorios papeles con guiones viejos que tenían pintados dibujos y trazos, y ella me dijo “tienes que seguir haciendo esto”. Ella me animó a seguir pintando y pulir mis técnicas. Lo mismo con la música, ella me hizo tocar el piano y comenzar a componer.
Algunos actores usan auriculares, pero yo no puedo hacer eso, me volvería loco. De hecho, les pregunto: ‘¿Cómo pueden hacer eso?’. Es que esa es una forma de demencia, es decir, se llama pereza
Es que Stella es de esa clase de personas que son muy apasionadas por las artes, y la vida en general. Ya sabes, es una mujer latina, y como colombiana que es, siempre es de las que dicen: “No te preocupes, tú puedes hacer cualquier cosa”. Cada vez que digo algo negativo ella interviene y dice algo como: “Cancela y no digas eso”. Ella ni siquiera me deja decir que estoy cansado, porque me dice: “¡Tú no estás cansado! Solo quieres relajarte”. Así que ella es la jefa de la casa, y es muy creativa.
Se siente que está enamorado.¿Cómo no sentirlo? Bueno, como te dije, Stella es colombiana y todos sus amigos son latinos y yo vivo rodeado de todas estas mujeres ‘españolas’ y están todas locas [risas]. Pasan su tiempo cuando se puede en tiendas de arte, pero ella es un ejemplo de alguien que siempre está feliz. Ella siempre tiene una actitud positiva sobre todo. Es extraño, pero ella ha tenido sus propias batallas en el pasado, mucho más que yo. Pero logró liberarse de sus circunstancias cuando era niña y se fue a vivir a Suecia y vivió, viajó por todo el mundo, conoció al Dalái Lama e hizo su propio viaje de vida. Mi vida, en cambio, era sencilla en comparación, así que me ha sido de gran ayuda.
¿Entonces, se puede decir que ella lo ha ayudado a sacar lo mejor de usted mismo?De una forma abrumadora. Hace más de 30 años, yo estaba en una gran crisis. Estaba bebiendo hasta el olvido y un día, aquí en Los Ángeles, pensé que esa no era la forma más inteligente de continuar así. Dije: “Si sigo así, algún día voy a matar a alguien en mi auto”. No es nada inteligente conducir ebrio, donde uno recibe un pequeño mensaje de alguien y todo se acabó. Terminé y me quitaron las ganas de hacer eso, y gradualmente a lo largo de los años encontré con ella una forma de vivir la vida con otra óptica. Vives tu vida, y puedes ser miserable e infeliz o puedes ser feliz. Es cuestión de tener la voluntad para querer estar en el lugar que quieras estar, y ella tiene esa actitud. Ya sabes, tú tomas esa decisión.
Vemos que su esposa tiene una gran influencia en usted, pero ¿cuán influyente ha sido usted en la vida de ella?¿Cuánto influyo en ella? ¡Le doy mucho dolor de cabeza todo el tiempo! [risas]. No, ella se preocupa por mí porque siempre me dice que vaya más despacio, porque quiero apresurarme por todo y se preocupa porque mi capacidad de atención no es tan buena, pero tiendo a no darme cuenta. Está convencida de que yo sufro del síndrome de Asperger, lo cual no es malo porque Einstein también lo padeció, o eso dicen. Pero, bueno, camino hacia las puertas, choco contra las paredes y hago las cosas demasiado rápido, así que ella está ahí para hacerme retroceder un poco, lo cual es una batalla difícil para ella porque se preocupa.
Además de eso, Stella acaba de dirigir una película llamada Elyse, en la que usted aparece. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con ella?Fue una excelente directora y la película está programada para estrenarse pronto. Es su primera vez haciéndolo y ella escribió el guion y dirigió a todos. Quiero decir que es realmente notable. Y estoy muy orgulloso de ella. Es una buena película en la que yo interpreto a una psiquiatra. Verla a ella sentada en la silla del director, mirando el monitor y pareció impresionante. Aprendió rápido lo básico para dirigir y lo hizo como toda una profesional.
¿Cuáles de los papeles que ha interpretado quiso desde siempre hacerlos?Bueno, Lear fue uno. Lear era el que había soñado con hacer, ya no desde el escenario de teatro, sino en el cine. Ese fue uno. Otro, por supuesto, fue el de El silencio de los inocentes. Pero tan pronto como leí el papel, en el camerino de un teatro en 1989, lo dejé después de 10 páginas y le dije a mi agente: “¿Es una oferta o no?”. Él dijo: “¿Por qué?”. “No puedo leer más, es lo mejor que he leído”. Dijo: “Bueno, no sé si es una oferta, están muy interesados”. Y yo dije, “Bueno, no leeré más”. Dos horas después, regresó y me dijo: “Jonathan Demme vendrá a verte mañana a Londres desde Nueva York, es una oferta, debes comenzar tan pronto como termines tu producción teatral”. Entonces, supe que tenía que saber todo sobre Hannibal Lecter. No sé por qué, pero sabía que esto era parte de mi vida.
¿Cómo se relacionó con el personaje de Hannibal Lecter?Traté de investigar a un asesino en serie como Ted Bundy. Y comencé a leer y no pude terminarlo. Ni siquiera pude leer las primeras 10 páginas de la revista, o las primeras páginas. Fue tan horrible lo que hizo. Y lo glorificaron. Él era un monstruo, y Lecter también lo era. Yo no glorifico a esa gente. Son monstruos. Pero sé cómo interpretar a esos tipos, pero no los romantizo, no los glorifico, pero sí sé cómo interpretarlos.
¿Por qué cree que sabe interpretarlos?No lo sé. Sé qué es espeluznante, no porque sea espeluznante, pero sé que es espeluznante. Hay algo en mi naturaleza, algo en mi oscura mente subconsciente, supongo, que sabe lo que es espeluznante, lo que asusta a la gente. La tranquilidad realmente asusta a la gente. Sostener una mirada asusta a la gente. Y cuanto más silencioso te vuelves, más aterrador te vuelves.
Eso lo hacía desde que era niño, ¿cierto? Leí en alguna parte que usted asustaba a las niñas del pueblo contando historias de miedo.Solía narrar la historia de Drácula de pequeño. Él ve la sangre de Jonathan Harker mientras se afeita y, de repente, el conde Drácula está detrás de él, pero no hay reflejo en el espejo. Y se corta y Drácula se va a la yugular [risas]. Ese sonido lo puse ese día y en el set de filmación con Jodie Foster, lo hice como una improvisación en ese momento. No tenía la intención de hacerlo. Es como un buen Chianti [hace sonidos de succión] y Jonathan Demme, fuera de cámara, dijo: “¡Oh, Dios mío!, eres un enfermo. Pero se queda en la toma”. No tenía la intención de que se convirtiera en una pieza central, pero todo fue un accidente.

Anthony Hopkins está casado con una colombiana a quien, dice, le debe su actual faceta artística en la pintura y la música.
Revista Bocas
Hace 30 años estaba en una gran crisis. Bebiendo hasta el olvido y un día pensé que esta no era la forma más inteligente de continuar. Dije: ‘Si sigo así, algún día voy a matar a alguien en mi auto'
A veces, ya no tanto, pero regresa de vez en cuando. Es como con Dennis Hopper cuando estaba haciendo Apocalypse Now, la gente le decía: “Oye, eres el de Apocalypse Now”. La gente se le acercaba y le pedía que hiciera como su personaje, a lo cual decía: “No, no voy a hacer eso”. Dennis estaba tan drogado en su mente durante esa película que, alguna vez, me dijo que ni siquiera recordaba haber hecho esa actuación. Una dura lección.
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Todo lo considero igual de importante. Pero estoy muy dedicado a pintar. Tengo de hecho una exhibición en Maui para mi cumpleaños, el 31 de diciembre. Bueno, si no cambian los planes por la pandemia. Así que voy a pintar como un loco. Y la música que amo hacer. Toco el piano todos los días, sin parar. Dos horas de práctica al día. Cosas muy difíciles también, como Gershwin y Chopin. No porque sea arrogante, sino solo porque quiero mantener mi cerebro afinado, en sintonía.
¿Cuál es el trabajo del que se siente más orgulloso en su carrera?Estuve orgulloso con The Remains of the Day y The Dresser, trabajando con Ian McKellen, Sir Richard Eyre. También con gente como Jim Carter y Jim Broadbent con lo que hicimos en Lear. Y con Los dos Papas con Jonathan Pryce. Puedo viajar por todo el mundo, ir a Italia, interpretar al Papa. Es ridículo, ¿no? Un chico de Port Talbot no debería estar aquí. Entonces, eso es lo que me mantiene en marcha. Creo que ese es el ancla para mí. Las personas tienen sus propias formas de afrontar la vida. Esa es mi manera. Sigo pensando en mi padre y en las luchas que tuvo como panadero, el trabajo que tuvo durante la guerra, luchando por ganarse la vida. Él y mi madre trabajando, ya sabes, trabajando duro. Y eso mató a mi padre al final, y a toda esa generación. Miro hacia atrás y creo que de eso se trata todo. Y lo recuerdo, y nunca lo olvidaré.

Apertura de la entrevista del actor Anthony Hopkins en la edición 102 de la Revista BOCAS (dic. 2020 - ene. 2021).
Revista Bocas
Gracias por leernos.
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POR: MARIO AMAYA
FOTOS: MARIO AMAYA
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 102. DICIEMBRE 2020 - ENERO 2021.