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Cultura

Claudia López habla del bebé que perdieron con Angélica Lozano

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En entrevista con la revista BOCAS, la alcaldesa contó el doloroso proceso que vivió.

Vanessa de la Torre
Claudia López vivió en un solo mes el día más feliz y el más triste de su vida. El primero, cuando supo que sería madre. El más triste, cuando su esposa, la senadora Angélica Lozano, le contó que habían perdido el bebé que esperaban.
Era enero, el comienzo de este 2021. Un mes durísimo para todos en Bogotá. A casi un año del inicio de la pandemia, la miseria rondaba las calles de la ciudad y el encierro era ya insoportable. Los contagios de covid-19 comenzaban a rebosarse y en las unidades de cuidados intensivos las luces rojas no se apagaban. La alcaldesa intentó controlar la inevitable llegada del tercer pico volviendo a decretar cuarentenas sectorizadas en las localidades más afectadas. Estaba agotada —como todos—, pero tenía una ilusión especial: su esposa le confirmó en esos días que por fin el tratamiento de fertilidad que habían comenzado un año atrás estaba funcionando.
Angélica Lozano estaba embarazada. Claudia, confiada en las decisiones tomadas y tras un año intenso que puso a prueba su capacidad de gestión, su liderazgo y hasta su calma, sintió que podía tomarse un respiro. Aliento para continuar. Decidió, entonces, hacer una pausa y marcharse una semana de vacaciones. Y ardió Troya.
La pareja viajó a Costa Rica, a un lugar llamado La Montaña Azul, donde vive el maestro Sifu Rama, con quien la alcaldesa practica desde hace siete años chi kung, una terapia medicinal de origen chino que la conecta con la serenidad, la fuerza y la trascendencia de la vida. Y allá estaba, bajo un estricto régimen de desintoxicación emocional y física, cuando le contaron lo que en Colombia estaba ocurriendo: en Bogotá la noticia de sus vacaciones cayó como una patada en el estómago para una sociedad afligida y era un pedazo de carne fresca para las furias mordaces de sus enemigos políticos.
Decidió, por lo tanto, recortar su descanso y regresar a Bogotá a enfrentar las críticas. Nadie sabía la esperanza que emanaba desde el vientre de su mujer.
Claudia López no sueña con ser presidenta de Colombia. Sueña con ser mamá. Por eso tuvo fuerzas y ánimos para lidiar con las huestes más furiosas y por eso se desbarató cuando perdieron el bebé que esperaban con tanta ilusión. Todavía no se repone. Se quiebra, se le escurren las lágrimas cuando habla del tema. No le achaca la pérdida a la tensión que vivieron en esos días de furia, pero no deja de preguntarse qué habría pasado si hubieran podido descansar. Si tanta presión no se hubiera metido en su casa.
Claudia López nunca había hablado sobre una ilusión que se convirtió en tristeza: ser madre. En esta entrevista, la mujer que parece inquebrantable se rompió al recordar los días cuando supo que por fin sería mamá.

Claudia López nunca había hablado sobre una ilusión que se convirtió en tristeza: ser madre. En esta entrevista, la mujer que parece inquebrantable se rompió al recordar los días cuando supo que por fin sería mamá.

Foto:Hernán Puentes

Hicimos varios intentos y finalmente en diciembre funcionó. Quedamos embarazadas. Entonces nos dijimos: ‘Bueno, ¿qué es esta felicidad? Paremos una semana’

La noticia la supo el 25 de enero, el mismo día en el que le hicieron la audiencia de revocatoria de mandato.
Angélica tenía 11 semanas de embarazo y se sintió particularmente enferma esa mañana, pero no le comentó nada a la alcaldesa para no desconcentrarla del proceso que tenía que enfrentar. Y porque sabía que dejaría todo tirado para acompañarla a la clínica, de ser necesario.
Pasaron las horas y un hilo de sangre se volvió la antesala de la tristeza. La senadora se fue a urgencias sola, adolorida. Pasó la tarde entre expectativas, exámenes y nerviosismo y, finalmente, cuando se encontraron en la casa, ya en la noche, le contó a Claudia López que esa vez no iba a ser mamá. Habían perdido el bebé.
Es un taco que la alcaldesa tiene atravesado en el corazón y un secreto que guardaba hasta hoy. Quienes la conocen, la sienten incansable y fuerte. Y lo es. Una máquina de trabajar y de hacer política.
Tiene 51 años, un largo recorrido por el legislativo, doctora en ciencias políticas y la primera mujer alcaldesa de la ciudad más importante de Colombia. Lleva año y medio de casada con la senadora Angélica Lozano y ha liderado entre críticas y aplausos los momentos más difíciles que ha vivido Bogotá en los tiempos recientes, con un componente en la puerta del Palacio Liévano: las elecciones son el año entrante y el principal botín electoral de Colombia es la ciudad que ella gobierna. Por eso es cuidadosa al hablar de política, pero como es apasionada en todo lo que hace, no puede evitar que se le escapen las furias e inconformidades.
Claudia López suspira y habla de todo un poco, pero cuando vuelve al embarazo, vuelve, también, una mujer adolorida. En esta entrevista deja al descubierto su lado más íntimo y les cuenta a su madre y a la de Angélica Lozano algo que no sabían: estuvieron a punto de ser abuelas.
¿Qué tratamiento de fertilidad hicieron?
Una inseminación. Hicimos varios intentos y finalmente en diciembre funcionó. Quedamos embarazadas. Entonces nos dijimos: “Bueno, ¿qué es esta felicidad? Paremos una semana”. Y se armó todo este escándalo porque iba a parar en un momento en el que las cosas se pusieron peor de lo que esperábamos. Se puso muy difícil la situación en Bogotá, tuvimos que volver, la palera fue infinita y perdimos el bebé. Uno, en todo caso, nunca sabe si finalmente iba a pasar, pero es difícil tener un bebé en medio de semejante palera. Eso fue muy doloroso. Yo no me he repuesto porque el dolor es proporcional a la ilusión. Fue muy duro.
¿Lo han vuelto a intentar?
Yo no he sido capaz. Tampoco es que hayamos tenido mucho tiempo porque con la pandemia también llegó el paro y el tercer pico. Pero no he renunciado al sueño y ella tampoco. Tengo que tomar aire y volver a empezar. Todo esto fue en enero. Ya en febrero salimos del pico y comenzó la reactivación. Llegó abril y coincidieron paro y tercer pico. De hecho, se retroalimentaron. Ha sido una licuadora muy brutal.
Le confieso que pensé que usted iba a renunciar para lanzarse a la Presidencia. ¿Por qué decidió no hacerlo?
Más bien, ¿a quién se le ocurriría hacer eso? ¡Este es el honor de mi vida! Ser la primera mujer electa a la Alcaldía de Bogotá es algo que no soñé ni en mis mejores sueños. No existe la menor probabilidad de que yo deje el cargo tirado. ¡Jamás! Mucha gente me lo dijo, pero están locos. ¡Están locos! Mi única responsabilidad es ser buena alcaldesa y punto.
Después de enterarse que ella y Angélica habían perdido el bebé, siguió una secuencia de acontecimientos que han marcado su gobierno y el destino de Bogotá: el covid, los paros, los excesos policiales, la campaña presidencial del 2022.

Después de enterarse que ella y Angélica habían perdido el bebé, siguió una secuencia de acontecimientos que han marcado su gobierno y el destino de Bogotá: el covid, los paros, los excesos policiales, la campaña presidencial del 2022.

Foto:Hernán Puentes

Quiero tener un hijo para que nazca y viva en Bogotá

Cuando termine su periodo como alcaldesa, ¿cree que puede ser la primera presidenta del país? ¿Se ve así?
Si sobrevivo. Yo solo tengo una aspiración muy concreta: cuidar a Bogotá. Me tocó un periodo difícil por el covid, estamos en crisis política, económica y además a las puertas de una campaña. Quiero que la ciudad pueda superar la crisis. La situación es comparable como quien tuvo que gobernar en 1929. Yo gané en una ciudad, me posesioné en otro país y me ha tocado gobernar para otro mundo. Vine para ser alcaldesa por cuatro años y el covid me quitó dos. Mi gran desafío es que la ciudad salga bien, e incluso mejor, de la crisis. Nos va a tocar muy duro, pero tenemos muchas oportunidades que hay que saber aprovechar. Espero que la reacción a la emergencia de cada día no nos desvíe de las razones por las que llegamos aquí.
¿Cómo confiamos en el futuro en Bogotá con tanto descontento, con jóvenes sin oportunidades, con abuso policial?
Todo eso está pasando aquí y en Hong Kong. No es una cuestión solamente de Bogotá. La pandemia es una crisis global. Marchas de jóvenes pidiendo cambios ha habido en el último año en muchísimas partes del mundo. Cada ciudad y cada país está mejor o peor posicionado para recibir el golpe de la crisis. Nosotros estábamos mal. Colombia es campeona en desigualdad y polarización. Somos el único país latinoamericano que, en pleno del siglo XXI, está intentando salir de un conflicto armado. Eso no es un problema ya en el resto de la región. Tenemos dificultades y cae este golpe, pues empeora todo. Pero sigo siendo muy optimista. Quiero tener un hijo para que nazca y viva en Bogotá. Quiero que aproveche la Bogotá que estamos haciendo, una ciudad de paz, de oportunidades, en donde no prima la rabia y el miedo. Ese es el verdadero logro de mi elección. Aquí no ganó Claudia López. Aquí lo que ganó fue la idea de que podemos ser más que el miedo de Uribe y la rabia de Petro. La derecha uribista solo sabe hacer política con miedo. Infunden miedo para vender falsa seguridad. Para eso son unos verracos. Y la izquierda tradicional lo que hace es política con la rabia y el resentimiento por la desigualdad e injusticias. La gran victoria del centro es ganarle al miedo y la rabia. No nos van a timar más, aquí hay formas de construir sin miedo ni rabia.

La derecha uribista solo sabe hacer política con miedo. Infunden miedo para vender falsa seguridad. Y la izquierda tradicional lo que hace es política con la rabia

Usted, que es la cara más visible del Partido Verde, ¿cómo entiende que haya tanta gente de su partido tan cerca del Pacto Histórico de Petro?
Pues que hacen mucho ruido, pero pocas nueces, como el petrismo. Son jóvenes, están en su cuarto de hora y las dinámicas del Congreso son así. El que no hace ruido, no se nota. Son hábiles, muy inteligentes, con un liderazgo plural y diverso. No dejan de ser, eso sí, un sector minoritario de mi partido. Y esa ha sido la historia del Partido Verde desde siempre. Quizá por la coyuntura actual se nota un poco más, pero es una historia de hace rato. Es claro que la gente a la que le gusta la izquierda va a mirar es al líder que es más de izquierda que nosotros en el Partido Verde. Pues bienvenidos, pueden irse allá y no pasa nada. Esa es la democracia. Y hay gente en el Verde que es uribista, pues que se vayan también. Ambos extremos, como en el país y en el Partido Verde, son minoría.
¿Usted se imagina a alguien como Alejandro Gaviria, por ejemplo, entrando en el Partido Verde?
Tengo varios nombres, pero no se los puedo dar para no meterme en problemas. En el Pacto Histórico están armando una ficción de que van a hacer consulta, cuando todos sabemos que ya tienen candidato. El candidato del Pacto Histórico es Petro. Uribe, que no es ningún bobo y sabe que está en un momento de debilidad política, no va a tener un solo candidato. Él va a poner sus tres huevitos en diferentes canastas. Él mismo va a intentar que el más uribista de todos se chupe el desprestigio y le queden los otros dos vivos. Uribistas sí, pero no tanto. Eso es lo que va a pasar allá sin duda. El centro de verdad tiene muchos talentos. Lo lindo de la consulta del centro, además de que es diversa, es que todos tienen posibilidades de ganar y es bien competitiva.
Pero son un montón. Entran Cristo, Robledo, Fajardo, Galán, De La Calle. ¿Se pondrán de acuerdo?
Imposible que no lo hagan. Ponerse de acuerdo es lo único que tienen que hacer. Si les queda grande eso, ¡qué carajos van a poder con el país! Yo los conozco a todos, los quiero, los aprecio y creo que van a dar la talla para llegar a ese mínimo acuerdo. Y también se va a ir decantando, así es la política. Unos irán a la Presidencia, otros al Congreso y otros quedarán por fuera.
¿Se suavizaron en algo sus diferencias con Petro?
No. Petro ha tenido siempre esta virtud en la vida y es que siempre se salva él.
Usted dijo que el próximo presidente de Colombia iba a ser Fajardo y él esperaba que usted dijera que iba a ser él…
Y le salí a deber. ¿A quién se le ocurre que yo, que fui la candidata a la Vicepresidencia de Fajardo, que es mi amigo entrañable, voy a decir que le deseo lo contrario? Pues no, le deseo el bien. Y le deseo que compita bien porque le va a tocar competir con gente maravillosa, gente chévere en la Coalición de la Esperanza, o la coalición de centro, como la quieran llamar. Petro es un tipo tan inteligente, tan hábil, pero tan tóxico. Y ha decidido que su medio de campaña se vuelva cada vez más tóxico. Él solo gana si destruye o si polariza, así como Uribe. ¡Qué desastre! Son dos caras de una misma moneda que se llama polarización y política tóxica. Vivir entre el miedo y la rabia es muy brutal, una cosa muy destructiva y dañina.
La alcaldesa de Bogotá habló en esta entrevista de cómo lee las movidas políticas de su partido, el Verde, antes las elecciones de 2022. De Petro y de Uribe.

La alcaldesa de Bogotá habló en esta entrevista de cómo lee las movidas políticas de su partido, el Verde, antes las elecciones de 2022. De Petro y de Uribe.

Foto:Revista BOCAS

¿Y el presidente Duque? ¿Cuál es verdaderamente su relación con él?
Pues la relación que tiene un alcalde con el presidente.
Hay relaciones de alcaldes y presidentes que funcionan y otras que no.
Yo no tengo por propósito tener una mala relación con el presidente. Ahora, otra cosa es que yo soy una mujer que dice lo que piensa y sin filtro, ¡punto! Puede ser el presidente de la República o el señor que vende maicitos aquí en la Plaza de Bolívar. Y eso me cuesta a mí y a todas las mujeres que somos así porque siempre nos enfrentamos a la mezcla entre machismo y clasismo. “¿Quiénes se creen estas alzaditas?” es lo que suelen decirnos cuando decimos lo que pensamos. Eso denota mucho clasismo y machismo. Así ha sido mi vida, diciendo lo que pienso, y cuando no era con Duque, era con Uribe u otros colegas en el Senado. Esta pleitesía hipócrita al poder está en el ADN de la política colombiana, y yo no pienso ser así.
Por ejemplo, ¿usted chatea con Duque?
Sí, yo chateo y hablo con el presidente. Y me llevo muy bien. Le tengo un profundo respeto. Creo que él genuinamente trata de ser ecuánime, y eso se lo valoro mucho. Él intenta entender las diferentes posiciones, intenta escucharlas, procura ser un facilitador para sacar temas del país adelante. Eso se lo reconozco y creo que es uno de sus grandes atributos.
¿El manejo de la pandemia del presidente ha sido acertado?
Yo creo que ahí hemos tenido dificultades. Al principio patinó y luego cogió las riendas. Y después decidió que nadie más se metía en sus cosas y nos prohibió a alcaldes y gobernadores tener iniciativa. Pero se fue posicionando en su papel. Lo que pasa es que patinó y se demoró y aquí, como en cualquier crisis en la vida, cada segundo cuesta.

Petro es un tipo tan inteligente, tan hábil, pero tan tóxico. Él solo gana si destruye o si polariza, así como Uribe. ¡Qué desastre!

¿Cómo le fue a usted con el covid?
Para lo que he visto, me fue muy bien. No fue grave.
Pero ¿se puso mal?
Sí, me sentí mal. Supe que me dio covid por el nivel de cansancio. Usted sabe que yo soy muy enérgica y en esos días tuve mucho dolor de cabeza, malestar y cansancio. A las 10 de la mañana ya estaba molida, no podía más. Pero era de esas situaciones en las que uno cree que pueden ser indicios de gripa o que había dormido mal la noche anterior. Al cuarto día sí me cuestioné qué tenía y preciso ahí Luis Ernesto (Gómez, el secretario de Gobierno) nos comunicó que le dio covid. Me hice la prueba y salió positiva. Mi primera pregunta siempre que me pasa algo así es: ‘¿Y ahora qué le digo a mi mamá?’ La acababa de sacar de la clínica porque tuvieron que ponerle un marcapasos, entonces me daba miedo preocuparla más porque todavía estaba convaleciente. Y lo otro es que con el covid uno sabe cómo empieza, pero no cómo termina. Se me pasaban mil cosas por la cabeza. Por ejemplo, a quién iba a dejar encargado. Lo obvio era Luis Ernesto, pero tenía covid también. ¿Qué hago? ¿Qué tan largo o corto va a ser esto? Lo siguiente fue llamar a Angélica y decirle que se tenía que hacer la prueba. Ya luego llamé a un médico para que me hiciera seguimiento esos días. Y, por último, la siguiente llamada fue a Alejandro Gómez, el secretario de Salud, y le dije: ‘Alejo, te tengo una gran noticia. Además de que te tocó manejar una pandemia, ahora tengo que dejarte encargado porque Luis Ernesto está enfermo’. Me dijo que no había problema, pero me puso una sola condición: que de verdad me desconectara. Me insistió en que hiciera caso y descansara. Decidimos irnos a una casa tranquila en Arbeláez, Cundinamarca, de donde es Angélica. Allá estuvimos bien.
¿Estuvo con necesidad de oxígeno?
Sí, con una bala pequeña de oxígeno.
Sus críticos dicen que usted se lava las manos de sus responsabilidades.
Eso lo dicen muchos que se irritan con la franqueza. Hay que dejarles claro que yo no me estoy lavando las manos con lo que pasa. Entonces el Gobierno Nacional se comprometió a comprar las vacunas y decidió prohibirnos a todos los demás comprar vacunas, no vaya y sea que alguien las compre primero que el presidente y los haga quedar mal. Y, dado que asumieron la tarea y querían liderar, pues que lideren, pero que no demoren. Así que cuando yo digo: “Qué pena, mañana no vamos a poder vacunar en Bogotá porque no hay vacunas”, eso no es por lavarme las manos. Yo tengo el deber de informarle a la gente si puede ir o no al puesto de vacunación. Y como decidieron que nadie más podía comprar vacunas, hasta le hicieron la vida de cuadritos al sector privado cuando mostró interés por adquirirlas, entonces hay que decirlo. Si he hecho algo es asumir responsabilidades monumentales en medio de una crisis brutal. ‘Tenemos una pandemia que podría causar 40.000 muertes en un trimestre, alcaldesa, ¿qué hacemos?’, pues decretar emergencia amarilla, decirle a la gente que esto es grave, enseñarles a usar el tapabocas y hacer un simulacro para aprender cómo se hace una cuarentena porque nos va a tocar hacerlo. ¿Ahí cómo estoy evadiendo responsabilidades? Eso no era nada fácil.
En el caso de los hinchas del partido de Santa Fe vs. Nacional, que fue un episodio muy doloroso porque todos estábamos ilusionados con el regreso del público a las canchas, ¿usted qué responsabilidad asume?
Desafortunadamente nosotros no podemos evitar que haya un hincha desadaptado que decida golpear a otro. Pero evidentemente había un mal dispositivo de Policía ese día. Eso es obvio y para eso solo basta ver los videos. Y claro que nosotros teníamos que coordinar, pero la Secretaría de Gobierno se confió porque la Policía dijo que iba a tener un dispositivo de determinado tamaño. ¡Carreta! Ese dispositivo de ese tamaño jamás llegó. También nos dijeron que lo estaban distribuyendo bien al interior del estadio y fue falso. La prueba reina es que los hinchas se pudieron saltar, sin mayor problema, de un lado a otro. Claro que hay errores y la Secretaría de Gobierno, junto con la Policía, tendrían que haberlo hecho mejor. Por supuesto que en este tema nos cae una responsabilidad.
(¿Le gustaría leer otra entrevista BOCAS?: Diego Forlán, el ídolo charrúa)
López ha tenido que enfrentar fuertes críticas por el manejo que dio a la pandemia en Bogotá y por los abusos de fuerza de la Policía durante las protestas ciudadanas de los últimos meses.

López ha tenido que enfrentar fuertes críticas por el manejo que dio a la pandemia en Bogotá y por los abusos de fuerza de la Policía durante las protestas ciudadanas de los últimos meses.

Foto:Hernán Puentes

Los policías usaron la ciudad y sus armas de fuego de forma indiscriminada

¿Por qué permitieron que el partido siguiera?
Porque, como no había suficientes policías, si dejábamos a los hinchas salir en semejante calentura se iban a terminar agarrando peor en las afueras del estadio. Teníamos que ganar tiempo mientras llegaban refuerzos para organizar la salida segura de las familias e hinchas que estaban ahí. Entonces ganamos tiempo, trajimos refuerzos y, en efecto, en la salida no hubo ningún problema. Hicimos mea culpa, nos equivocamos, pero quien quiera arrendar El Campín, de ahora en adelante, tiene que demostrar que, además de logística, tiene cuatro cosas: mecanismos de venta de boletería para saber quién es la persona que compra y entra, trabajo de convivencia en paz con sus hinchas, equipos de seguridad pagados por ellos que ayuden adentro y fuera del estadio, y asegurar una distribución correcta de las barras en el estadio.
Pero ¿de verdad saber quién compró cada boleta?
Eso es muy fácil. Cuando compra usted una boleta para ir a cine o teatro queda registrado que es Vanessa de La Torre con su cédula y teléfono. En el fútbol también pueden hacer eso y no lo hacen. Son cosas elementales. Yo le dije esto al presidente de la Dimayor, que reúne a todos los clubes colombianos, y me dijo que tenía razón y que lo iban a implementar.
Hubo un episodio que marcó un antes y un después en esta ciudad y en todo el país: el día que asesinaron a Javier Ordóñez. Murieron más de diez personas y todos quedamos con la sensación de no saber quién tenía el mando en Bogotá en esa trágica noche. ¿A usted, en algún momento, la Policía le arrebató el control de la ciudad?
No, eso nunca pasó. Al contrario, ese día la Policía perdió el control y el mando sobre los policías que estaban en la calle. Eso fue lo que desencadenó la tragedia. Yo siempre estuve con el general Rodríguez en el puesto de mando unificado monitoreando todo lo que pasaba. El general jamás me dijo que no iban a seguir mis órdenes.
Los policías, entonces, ¿no le hicieron caso al general Rodríguez?
Los policías usaron la ciudad y sus armas de fuego de forma indiscriminada. Ya luego les preguntamos nosotros y los órganos de control por qué lo hicieron. Su respuesta fue que los atacaron, sobrepasaron y les quemaron los CAI. El punto, en todo caso, es que usaron sus armas de fuego. Y en cualquier contexto de protesta masiva, así exista violencia por parte de la ciudadanía —y que la hubo porque se quemaron 74 CAI en una noche en represalia a un abuso policial—, yo siempre les digo que lo de menos es dejar el CAI porque es una cosa y las cosas se recuperan. ¡Las vidas no! Nadie le está diciendo al policía que se deje quemar, no. Lo que se le dice es que se vaya, que no ponga su pellejo por un CAI y proteja su vida. Tiene que haber un sentido de las proporciones. Pero, además, son la autoridad. Los entrenan para saber cómo reaccionar a situaciones difíciles. ¡No se pueden dejar provocar! Si algo me da rabia es ver a un policía recoger una piedra que le lanza un manifestante y devolverla. Eso no se puede, señor. ¡Usted es el Estado! Debe tener un poquito más de fuerza serena y menos testosterona. Nadie le está pidiendo que se deje agredir y que sea mártir. Váyase del lugar y después vemos cómo solucionamos para recuperar el control de la situación.
¿Usted cree que el Esmad es indispensable?
Esta es una cosa impopular, pero evidente. Yo sé que algunos miembros del Esmad cometen abusos, y eso es inaceptable. ¿Qué pasó el 9 y 10 de septiembre del 2020? Que una protesta masiva, rabiosa y violenta no la respondió el Esmad. El Esmad son miembros de la Policía que están entrenados para no cargar una sola arma letal, resistir la confrontación con ciudadanos violentos y minimizar la respuesta agresiva. Para eso es que están entrenados. El 9 y 10 de septiembre no hubo Esmad, hubo Policía de vigilancia respondiendo a la protesta. ¿El saldo? 13 muertos y 75 heridos a bala en una sola noche. ¡Eso pasa cuando no hay Esmad, sino policía con armas de fuego respondiendo a una protesta! En Bogotá ha habido tres meses de protestas. No una noche, sino tres meses. No un solo día, sino 90 días de protestas violentas. ¡Noventa días seguidos! Y en ese tiempo no hemos dejado intervenir un solo policía después de semejante desgracia.
Hay jóvenes heridos y jóvenes que han fallecido en las protestas…
Tenemos cinco chicos que han fallecido: uno por accidente de tránsito, otro asesinado por los propios manifestantes que atravesaron un alambre, y tres posiblemente por abusos del Esmad. Además, 51 heridos con lesiones oculares. No todos van a perder los ojos o la vista, pero tienen lesiones oculares. Eso es gravísimo. Entonces, yo sé que es impopular, pero es lo fáctico que he visto aquí. Claro que hay que evitar que haya violencia en las protestas y, por tanto, se necesite la intervención del Esmad y que haya abusos. Todo eso hay que evitarlo. Pero peor que todo eso es que haya policía armada atendiendo la protesta social. Eso siempre termina en muertos. La piedra contra la bala. La discusión no es si se necesita o no el Esmad. Ojalá no se necesitara nunca. Lo que hay que proteger es la protesta pacífica. Más que la Policía, el epicentro de la discusión debe ser cómo protegemos la protesta pacífica. Y, además, es obvio que se necesita una reforma estructural a la Policía.
Alcaldesa, ¿cree que se debe poner algún tipo de medida restrictiva para las personas que no se vacunan?
Los incentivos positivos siempre funcionan mejor que los negativos. Yo soy una ferviente creyente de la democracia, la pedagogía y la cultura ciudadana. Lo que tenemos que hacer es mejorar la pedagogía y ser capaces de superar la charlatanería, que siempre viene de los sitios más inesperados, como esas personas que aspiran a ser presidentes de la República, para lograr que la gente se vacune. Necesitamos que la gente entienda. Si la gente quiere, que se tome la moringa y la ivermectina, pero no pueden sustituir la vacuna por eso. Necesitamos que se vacunen. Hay que perseverar en que la gente le crea a la ciencia. Si algo ha evolucionado en el siglo XXI es que tengamos conocimiento científico de alto rigor.
¿Y si no se logra?
Si la pregunta es si estoy o no de acuerdo con el pasaporte covid, la respuesta es que sí estoy de acuerdo. Ya si es por estricto capricho que la gente no se quiere vacunar, uno no puede permitir que la sociedad esté en riesgo por eso. Uno respeta eso, no se puede vacunar a alguien contra su voluntad, pero poner a los demás en riesgo por eso es inadmisible.
Muchas gracias y ojalá que pueda ser mamá pronto.
Gracias, ojalá.
Apertura de la entrevista de Claudia López en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en agosto de 2021.

Apertura de la entrevista de Claudia López en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en agosto de 2021.

Foto:Revista BOCAS

Gracias por leernos. Espere la nueva edición de la revista BOCAS el próximo domingo.
Nos gustaría recomendarle otra entrevista BOCAS: "Espero volver a ver a Egan y enfrentarlo": Tadej Pogacar.
POR: VANESSA DE LA TORRE
FOTOS: : HERNÁN PUENTES
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 109. AGOSTO - SEPTIEMBRE 2021
Vanessa de la Torre
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