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Licencias digitales: una nueva forma de entender los libros en el país
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16 de noviembre 2021, 03:16 P. M.
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Laura Daniela Osorio Villamil 16 de noviembre 2021, 03:16 P. M.
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Cuando hacia el año 2000 un grupo de editores, autores y amantes del libro se unieron a través de la Cámara Colombiana del Libro para crear una entidad que protegiera los derechos de copia de sus obras escritas en el país, nunca alcanzaron a imaginar el impacto que dicha iniciativa llegaría a tener con los años en el universo de las publicaciones escritas, la lectura y la academia colombiana.

Mucho menos llegaron a pensar que, con el transcurrir del tiempo y el avance de la tecnología, los libros fotocopiados sin permiso pasarían a ser el menor de sus dolores de cabeza; tan solo una década después de la formación del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos llegarían decenas de plataformas digitales, cientos de canales y medios, donde sus libros serían copiados digitalmente para ponerlos a disposición de audiencias gigantescas sin contar -en la gran mayoría de los casos- con sus consentimientos para ser publicados o compartidos con otras personas y sin poder verse remunerados económicamente por el esfuerzo habitual de su trabajo.

Sin embargo, así sucedió y hoy, más de 20 años después de la fundación del CDR, decenas de autores y editoriales afiliadas a esta sociedad de gestión colectiva han logrado verse beneficiados con más de 1.400 millones de pesos que la entidad les ha entregado en regalías por sus obras, desde el año 2012 a la fecha.

“No ha sido fácil”, reconoce Nathalia Gómez, actual gerente general de la entidad y quien asumió la dirección en el año 2013. “El proceso de cambio de las fotocopias hacia los usos digitales de los libros era necesario, desde comienzos de la década pasada constatamos que las universidades implementaron aulas virtuales, lo cual generó que la práctica habitual que los estudiantes de educación superior teníamos con las fotocopias empezara a migrar hacia el ámbito digital. Este proceso se reforzó y creció ampliamente en el contexto de la pandemia”.

En opinión de la gerente del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos: “Lamentablemente la dificultad más grande que hemos tenido es que las instituciones de educación reconozcan que de manera cotidiana se hacen usos secundarios de las obras en esos nuevos ámbitos digitales de estudio. A veces se tiene la idea errónea desde la academia que en tanto se compran libros digitales o accesos a bases de datos ya se tienen cubiertos todos los usos digitales que se efectúan dentro de los campus virtuales, pero en la práctica no es así. El derecho de autor establece, de acuerdo a leyes y normas vigentes en Colombia, que los usos secundarios de las obras deben obtener una autorización por parte de los dueños de los derechos de autor o de la entidad que los agrupa en el país, que para el caso colombiano es el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos CDR”.

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Sobre el CDR: historia y cambios recientes

La sociedad de gestión colectiva Centro Colombiano de Derechos Reprográficos - CDR, es la única entidad de gestión colectiva para autores y editores de libros reconocida actualmente en Colombia por la Dirección Nacional de Derechos de Autor - DNDA. Fue pensada, en un inicio, para enfrentar las pérdidas por la copia ilegal de libros en forma de fotocopias que sufrían los autores y editores de las obras.

Esta práctica, bastante común en el último cuarto de siglo pasado a nivel mundial, dejaba millonarias pérdidas al sector editorial y hacía que los estudiantes guardaran en montañas de fotocopias indiferenciadas el conocimiento recibido en la educación superior, con un alto costo ecológico representado en las gigantescas cantidades de papel empleado y una baja calidad en la experiencia de lectura y aprendizaje.

No obstante, con el avance de las nuevas tecnologías y el aumento de la lectura en medios digitales desde comienzos del siglo actual, el enfoque de la lectura y la educación superior se fue desplazando hacia los medios digitales. Así, las nuevas generaciones de lectores y estudiantes, con mejor manejo de herramientas digitales, empezaron a demandar soluciones más prácticas y ecológicas para el acceso a los libros educativos, que pudieran integrarse dentro de sus prácticas habituales de estudio y comunicación en línea.

En concordancia, el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos CDR se vio obligado a cambiar sus rumbos iniciales y adaptarse paulatinamente a los nuevos caminos que imponía el frenético ritmo de la transformación digital en el mundo de la educación, los hábitos de lectura y el complejo universo editorial. De esta forma, la entidad comprendió el cambio que se estaba llevando a cabo en la academia y reflexionó, a través de sus afiliados y cuerpo directivo, sobre las nuevas necesidades que tendría su gestión de cara al siglo XXI.

¿De qué forma podrían hacerse valer los derechos de sus autores y editores en el nuevo mundo de los nativos digitales? ¿Cómo propiciar un mejor acceso a los contenidos digitales escritos, equilibrado con el respeto a las normas de derechos de autor existentes a nivel local e internacional? ¿De qué forma hacer llegar a las nuevas generaciones un mensaje de respeto a las obras originales y los creadores de estos contenidos?

Aquellas fueron tan solo algunas de las inquietudes que empezaron a aparecer en el nuevo horizonte del siglo naciente, donde las más gigantescas bibliotecas podían ser llevadas en una USB o accedidas a través de un teléfono inteligente en cualquier momento del día o de la noche y desde cualquier lugar con acceso a Internet, escenarios todos prácticamente impensables para los autores, editores y lectores del siglo pasado.

Fue así como, desde el CDR, se estableció una posible solución en concordancia con los avances mundiales en la materia: las licencias digitales.

Esta nueva modalidad de gestión de derechos de autor, que ya se venía implementando con éxito en algunos países de Europa principalmente, empezaba a ofrecer en el contexto latinoamericano una nueva forma de entender la gestión de los derechos en el entorno digital, estableciendo unas condiciones justas de uso de las obras, con adecuación y proporcionalidad, equilibrando el acceso y reconocimiento de los derechos de autor involucrados.

¿Cómo funcionan las licencias digitales?
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1- El autor escribe una obra original que es adquirida por una editorial
2- La editorial se encarga de publicar la obra en medios impresos y/o digitales
3- Bibliotecas universitarias adquieren la obra para darle un primer uso
4- Estudiantes y docentes copian fragmentos de la obra digitalmente (capítulos)
5- Dichos fragmentos son subidos a plataformas educativas y compartidos por correo electrónico u otros medios sin consentimiento de los autores o editoriales
6- CDR establece que las obras están siendo objeto de segundos usos en plataformas y/o medios digitales
7- Se entabla una negociación con las universidades, se pacta una tarifa y se emite una licencia digital de uso de las obras literarias, científicas, técnicas y de interés general
8- Con el dinero recolectado CDR paga regalías a los autores y editores afiliados
9- La licencia digital expedida comprende unos usos justos de las obras de acuerdo con las leyes de derechos de autor aceptadas
10- Comunidades universitarias y académicas gozan de un acceso legal a las obras
11- Los autores y editores pueden seguir realizando nuevas obras gracias a las regalías recibidas

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Los nuevos entornos educativos en Internet: ¿el final de las fotocopias?
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Álvaro Carvajal, reconocido editor del sector técnico y universitario, y quien fuera durante varios años uno de los principales impulsores de la adopción de las licencias digitales desde la presidencia del Consejo Directivo del CDR, reflexiona sobre los orígenes del licenciamiento digital en Colombia: “El Centro Colombiano de Derechos Reprográficos licenciaba anteriormente la parte de reprografía, es decir los centros de fotocopiado aledaños a las universidades y dentro de las instituciones educativas (colegios, instituciones de educación superior y bibliotecas). Sin embargo, en los últimos tiempos la reprografía ha bajado sustancialmente. Dado esto, hicimos un estudio con 18 universidades del país, donde nos dimos cuenta de que la mayoría usaban plataformas virtuales para acceder a libros digitalizados. Por esos usos secundarios de estos libros no se pagaba licenciamiento al CDR”.

Efectivamente el acceso a los libros en formatos digitales en el sector universitario ha crecido a un ritmo imparable en los últimos años. Aún más con la pandemia por el nuevo SARS – COVID 19, momento en el cual las universidades y centros académicos fueron obligados a posponer sus actividades presenciales y entrar de lleno en la educación por medios digitales.

Tal situación, aumentó exponencialmente el acceso a los libros en medios electrónicos a nivel mundial e hizo decaer el negocio de la reprografía sustancialmente. Análisis recientes del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos estiman que, en Colombia, hasta un 60% de los negocios de fotocopiado tuvieron que cerrar definitivamente sus puertas al público a raíz de esta situación en el año 2020. A la par, se estima que la compra de libros virtuales E-Book aumentó en el periodo de la pandemia hasta un 114%, según datos de Bookwire.

El CDR ya había previsto esta tendencia hacia lo digital y venía actuando al respecto: “En consecuencia, empezamos a trabajar con algunas entidades universitarias y entidades de educación superior, buscando el pago de estos derechos legalmente consagrados”, explica Carvajal. “A mediados del año pasado hicimos un acercamiento con la Asociación Colombiana de Universidades - ASCUN y firmamos un convenio con ellos que involucra a decenas de universidades en Colombia. A raíz de ese convenio se empezó a normalizar el cobro de esos usos secundarios de las obras en el ámbito de las Instituciones de Educación Superior”.

El editor, presidente de ECOE Ediciones y uno de los pioneros en publicaciones científicas en el país, se muestra al tanto de la situación actual del reconocimiento de los derechos de autor en el ámbito digital universitario: “A raíz del convenio que se firmó con ASCUN se ha ido incrementando este uso de las licencias digitales de obras por parte de las universidades”, asegura. “En el momento hay más de 160 universidades que están reconociendo este derecho. Sin embargo, de alrededor de 297 Instituciones de Educación Superior existentes en Colombia, solo un 58% está pagando este licenciamiento y reconociendo estos derechos. Debemos enfatizar que el reconocimiento de estos derechos es un asunto muy importante para el estímulo de la producción de obras académicas y literarias por parte de autores colombianos y debe ser asumido con toda la urgencia del caso”.

La resistencia por parte de algunas entidades ha sido la constante en estos últimos cinco años de gestión frente al tema del licenciamiento digital. Hacer los acercamientos, gestionar las reuniones y encontrarse con todo tipo de trabas al poner el tema de los derechos digitales sobre la mesa ha representado un trabajo arduo y algunas veces desgastante para el equipo del CDR: “Al principio nos encontramos con bastantes dificultades, en torno a que las universidades no tenían esta disciplina de reconocer los derechos de autor”, indica Carvajal sobre estas dificultades.

“Las universidades hacían uso de las obras en las plataformas digitales, y se escudaban en que habían comprado bases de datos, donde se incluían los libros, entre otros tipos de publicaciones. Indudablemente se trataba de un desconocimiento del derecho, sin embargo, con la firma de estos convenios, estas universidades ya tienen un acceso más universal a los usos secundarios de las obras”, precisa al respecto. “Es importante recordar que el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos tiene el mandato de los autores que son titulares de esos derechos, tanto en Colombia como en el mundo, y así su labor es representar los intereses de los autores afiliados y derechohabientes en todo lo relativo al cobro y recaudo de regalías por los usos digitales de las obras”.

El convenio marco firmado con ASCUN: un hecho histórico en el avance de los derechos reprográficos en Colombia

Sin lugar a duda el Convenio Marco firmado con ASCUN a mediados del año 2020, es un hecho histórico dentro del tema de los derechos por segundos usos digitales en nuestro país. Gracias a este convenio se podría afirmar que Colombia entró de lleno en la era de los derechos digitales para los libros académicos. La noticia fue replicada alrededor del mundo por entidades defensoras de los derechos de autoría y reproducción de obras, quienes han visto con muy buenos ojos este paso trascendental al reconocimiento de los derechos de autor en el ámbito digital académico en Colombia y la región.

A la par de dicho convenio otras asociaciones de educación superior empezaron a mostrar mayor apertura frente al tema. Así, desde el año pasado, asociaciones como ACIET y la Mesa de Bibliotecas de Instituciones de Educación Superior de Antioquia empezaron acercamientos con el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos para firmar convenios similares al realizado con ASCUN. El objetivo: poder obtener distintos beneficios y descuentos para las entidades que deban licenciarse dentro de sus listados de asociados.

Como resultado de estos acercamientos y en un nuevo e importante avance para el licenciamiento por derechos de autor en el sector de la educación superior colombiana, el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos logró firmar recientemente el Convenio CDR - ACIET, mediante el cual se ofrecen tarifas especiales para el licenciamiento digital en 55 Instituciones de Educación Superior nacionales.

Así mismo, como fruto de un exitoso proceso de concientización acerca de la necesidad de obtener licencias digitales por derechos de autor y conexos sobre las obras que se usan en el entorno digital en la educación superior, la Mesa de Bibliotecas de Instituciones de Educación Superior de Antioquia logró firmar también en fecha reciente el Convenio Marco de Tarifas con el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos – CDR. La MBIES es una red de bibliotecas académicas que promueve el desarrollo y fortalecimiento de políticas de información, programas y proyectos en beneficio de su comunidad académica y de la sociedad en general. A la fecha son un total de 13 IES asociadas.

De tal forma, y después de casi una década de arduos trabajos en los temas de licenciamiento digital en Colombia, son 168 las universidades que han adquirido las licencias digitales mediante el pago respectivo. En la actualidad se adelantan gestiones con 78 Instituciones de Educación Superior más y se espera que 45 otras paguen en lo que queda del año 2021.

En términos generales estos convenios y licenciamientos digitales con las universidades establecen algunas condiciones básicas de uso sobre las obras contenidas en el repertorio mundial que maneja el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos, entre los que se destacan:

Se autoriza el uso del repertorio de CDR de obras literarias, científicas, técnicas, culturales y de interés general, de sus afiliados y de las sociedades homólogas que representa en distintos casos, como lo son:
a) Reproducir digitalmente obras impresas;
b) Almacenar digitalmente, por la duración de la licencia, dentro de bases de datos, las reproducciones digitales señaladas anteriormente y las que se encuentren en formato digital del repertorio de CDR;
c) Almacenar en soportes electrónicos las copias para utilizaciones netamente académicas de los estudiantes matriculados, los docentes, investigadores y el personal administrativo;
d) Poner a disposición las copias autorizadas digitales en plataformas virtuales y aulas web;
e) Difundir por canales electrónicos institucionales las copias digitales autorizadas.

Las directivas del CDR, sus autores y socios afiliados son conscientes que no en todos los casos se lograrán conciliaciones sencillas, por las vías del buen entendimiento sobre los derechos digitales que están en juego. El equipo jurídico del CDR, en cabeza del abogado experto en el tema Juan Carlos Serna, está dispuesto a llevar adelante las capacitaciones y formaciones que sobre el tema hagan falta, así como a dar los mayores detalles sobre la fundamentación jurídica de las licencias y sus usos respectivos.

En este sentido el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos viene haciendo una importante campaña de divulgación del tema en las universidades colombianas. Mediante distintos webinars, con invitados nacionales e internacionales y la participación de destacados expertos en derechos de autor y licencias digitales, la entidad ha logrado llegar a miles de personas interesadas en conocer más acerca de su misión y visión en el sector de las industrias creativas.

Estos webinars y diversas actividades que son llevadas a cabo por el CDR pueden ser seguidos a través de sus redes sociales, canal de YouTube y página web.

Sobre lectura y educación superior en dispositivos digitales

En la medida que la tecnología va mostrando nuevos caminos para el desarrollo humano, temas como la educación, la lectura y el acceso a los libros van avanzando de la mano. Algunas tecnologías conviven con otras en tiempos de transformación. Así, el libro en papel sigue teniendo un amplio público entre los lectores más tradicionales, sin embargo, para nadie es un secreto que la lectura en medios digitales se viene incrementando sustancialmente en este comienzo de siglo, más aún en el medio universitario y de la educación en general.

Educación superior virtual en pandemia y acceso a los libros digitales

¿Pero qué dicen desde la óptica de la educación superior los directos usuarios del licenciamiento digital en Colombia? El Tiempo estuvo indagando al respecto y encontró que entre los directivos de las Instituciones de Educación Superior en Colombia se maneja un buen conocimiento sobre el tema de las licencias digitales que expide el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos. Efectivamente, desde las altas direcciones de la academia se muestran de acuerdo con el reconocimiento de estos derechos.

Harold Castilla, rector actual de la Universidad Minuto de Dios y defensor de los derechos de copia que protege el CDR digitalmente, sostiene que: “El tener que estar hoy integrados a través de lo virtual y tener la posibilidad de interactuar con muchas comunidades académicas a propósito del uso de las nuevas tecnologías y de toda esta posibilidad de hacer un trabajo en línea, ha sido una gran oportunidad para impulsar el mundo académico a ser disruptivo y recursivo en su accionar”.

Con respecto al uso de licencias digitales explica: “Creo que es importante que las universidades valoremos y apropiemos todo ese capital a través de todo lo que ha significado el desarrollo de esas apuestas en campos y áreas de conocimiento, en las comunidades académicas, entre los profesores e investigadores, y que finalmente se convierten en un capital de valor importante para las instituciones. Por eso hablar de este proceso, de lo que ha significado el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos como una entidad de gestión colectiva facultada por la Dirección Nacional de Derechos de Autor, es importante”.

Efectivamente, la discusión adquiere mayor valor en el contexto de la academia en la medida que las instituciones de educación superior también son productoras de conocimiento y deben velar por su cuidado y apreciación en el mundo cotidiano.

Sobre el valor de los derechos reprográficos en el ámbito académico Castilla particulariza: “Esto tiene que ver con todo lo que significa ese uso, esa capacidad importante de capital intelectual que muchas veces el conocimiento va a generar a través de los distintos autores. Pensaría que finalmente las universidades, que son generadoras, gestoras de conocimiento apropiado socialmente, se anclan en aquellos que son actores de ese conocimiento: los autores, que de alguna manera lo generamos -ya que yo me incluyo allí- como parte de esta gran comunidad nacional e internacional de creación de saberes”.

Desde su óptica, resulta crucial integrar la discusión sobre los derechos de autor en el ámbito digital en el contexto más abierto de la educación en un sentido general: “Hay necesidad de hablar de esa propiedad intelectual porque lo que está detrás es algo muy importante ya que incluye los derechos de autor y temas de propiedad industrial como patentes e invenciones. La propiedad intelectual tiene dos componentes principales: los derechos morales y los derechos patrimoniales. Los patrimoniales tienen que ver con la explotación económica de las obras, los cuales se pueden ceder, y los derechos morales que hacen referencia al reconocimiento del autor como tal, a la paternidad de las obras, son derechos irrenunciables”.

Según Castilla las universidades hacen importantes esfuerzos para un mejor reconocimiento de los derechos de autor digitales de los creadores de las obras. También explica que en medio de la época de la pandemia los libros digitales adquirieron un nuevo valor y han sido más visibles los distintos usos que se pueden dar sobre los libros originales una vez estos han sido adquiridos por parte de las universidades.

“Hay un esfuerzo académico en ese aspecto”, señala. “El conocimiento hoy en el mundo entero debemos valorarlo. Esta pandemia nos ha hecho valorar la ciencia, una ciencia que impacta, de la que se apropia socialmente la humanidad frente a necesidades concretas de los seres humanos para terminar aportando las apuestas de desarrollo y transformación, humanas y sociales, que este mundo necesita. Por todo esto es que yo creo que vale la pena reconocer estos derechos de autor, y que esos derechos morales se les reconozca, así como los patrimoniales. Las universidades estamos llamadas a ser instituciones de gestión y apropiación del conocimiento, estamos llamadas a valorar estos derechos”.

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Licencias digitales: un cambio de paradigma en los derechos reprográficos

Con todo este cambio de las fotocopias a los usos de los libros en Internet el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos ha tenido que asumir importantes retos en su quehacer diario. Así mismo, dentro del sector de los docentes y autores-investigadores la transformación hacia lo digital en el mundo de los libros ha involucrado cada vez más sus intereses y energía creadora. Hoy los libros se complementan con lo digital en una creciente hibridación de características y funcionalidades.

El actual presidente del Consejo Directivo del CDR, el docente universitario e investigador Álvaro Fonseca, habla sobre este cambio y sobre la necesidad de adoptar el uso de las licencias digitales en Colombia: “Mirando todos los aspectos que son importantes en el desempeño académico y en el mundo donde se desarrollan actividades relacionadas con la propiedad intelectual, y a raíz de las consultas que muchas veces debemos hacer de textos en aulas virtuales, se establece la licencia digital, la cual permite al usuario secundario de las obras o publicaciones su consulta”.

Fonseca da precisiones acerca de los usos secundarios de las obras, es decir, los usos que se dan después de la adquisición original del libro en medios digitales: “Los usos secundarios se refieren a los e-book, libros digitales y aulas virtuales a través de los cuales se imparte conocimiento en los colegios y en las instituciones de educación superior para que un público selecto pueda leer dichas obras en su totalidad, o un extracto de ellas”.

El presidente del Consejo Directivo del CDR, quien cuenta con una destacada hoja de vida en los campos de la investigación colombiana, nos habla acerca de los límites de los usos permitidos para los libros digitales: “Es importante tener en cuenta que la norma sólo permite publicar en dichas plataformas el 20% de esas obras, y sólo si quien las adquirió y las está poniendo a disposición del público tiene la respectiva licencia emitida por el CDR. Por lo tanto, las universidades, institutos y planteles educativos en general que posean bibliotecas, tienen que pagar las licencias correspondientes para poder acceder y poner a disposición de sus estudiantes hasta ese 20% de una obra determinada”.

Sobre la destinación de los recursos gestionados colectivamente por el CDR, Fonseca precisa: “Los recursos que resultan de estas licencias, recaudados por el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos, son distribuidos a los autores de las obras digitales publicadas; de esta manera se cuidan y se hacen respetar los derechos de autor, resultado de la propiedad intelectual”.

El directivo hace énfasis en la necesidad de trabajar en temas de calidad de la educación en Colombia y comenta: “Recientemente el Ministerio de Educación expidió la Resolución 15224, que en el artículo 47 hace mención de la importancia de contar con evidencias que demuestren que la institución cuenta con las licencias para el uso de los recursos educativos digitales (obras digitales). Sin duda es un tema muy importante en el ámbito de la educación nacional”.

Desde su perspectiva, hoy resulta imprescindible que las Instituciones de Educación Superior cuenten con las licencias que expide el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos: “Debido a la Resolución 15224, las universidades o instituciones de educación superior que constantemente accedan al uso de plataformas donde se consultan textos y libros protegidos por derechos de autor deben pagar por esos derechos”.

Al respecto complementa: “Esto siempre termina beneficiando a los autores y editores. Es una parte fundamental porque ayuda precisamente a que esos derechos de generación o producción intelectual se respeten en las mismas instituciones que los consumen. También es importante que, a través de estos recursos, se brinde a los autores y editores afiliados al CDR unas regalías cada año, ojalá a inicios de cada trimestre. Este recurso se convierte en algo fundamental para su manutención y calidad de vida”.

Fonseca va más lejos aún y explica que el tema de los casos de usos secundarios de las obras no solo atañe al sector de los libros universitarios. También expresa la necesidad existente que los colegios y otras entidades del sector educativo reconozcan los derechos consagrados que el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos busca defender: “En esta responsabilidad de los derechos también entran los colegios privados y públicos, quienes tienen el deber de pagar una licencia para usos secundarios de las obras. No conocer la norma, no exime del pago del derecho que ya se tiene fortalecido”, puntualiza Fonseca sobre el tema.

En efecto, no todo es tan sencillo en el mundo de los derechos digitales. Son muchas las entidades de educativas que, a pesar de la abrumadora evidencia del cambio de los hábitos de lectura en medios digitales, siguen encontrando argumentos para no reconocer los derechos de los autores y editores involucrados. Así, bajo idearios que desconocen la importancia del respeto a los derechos de autor, algunas IES continúan manteniéndose renuentes a reconocer estos derechos y apoyar el avance de la ciencia y la cultura escrita en el país.

Según datos recientes del CDR, a la fecha son algo más de 160 las universidades que se han adscrito al uso de las licencias digitales que expide la entidad en Colombia. Si bien los avances son significativos en este campo, se espera que hacia el primer trimestre del año 2022 el 100% de las universidades del país cuenten con las licencias de uso digital de las obras.

En el caso de una sociedad similar a la colombiana, CADRA – Argentina, su directora ejecutiva Magdalena Iraizos, habla sobre las dificultades y resistencias que han encontrado para la implementación de las licencias digitales en ese país: “Nosotros tenemos algo muy importante que es la decisión de la Universidad de Buenos Aires de respetar los derechos de autor obteniendo primero una licencia de reprografía y, desde hace tres años, una licencia digital. Para nosotros es muy importante porque esa universidad tiene alrededor de 340.000 alumnos. Sin embargo, en Argentina hay más de cien universidades y es muy difícil generar conciencia de algo que siempre se hizo de una manera irregular, puesto que siempre se ignoró la norma de propiedad intelectual. Así que estamos en una región con una serie de factores que afectan el derecho de autor. Pero es un trabajo arduo que al final da sus frutos, porque hemos venido sumando universidades”.

“La principal barrera ha sido el lograr respetar el derecho”, continúa Irazos. “Pero el tema del licenciamiento digital debería ser una maravilla para todos: para el usuario porque accede a contenidos con gran rapidez, para el que brinda el contenido o el caso del intermediario, como la universidad, aún incluso para el mismo centro de impresiones en los casos en que aun sobreviven. Nosotros entregamos esa licencia a los que imprimen porque cada vez fotocopian menos y ahora, como el estudiante tiene el contenido en formato digital, en algunos casos quiere remarcar el texto o subrayarlo y pues lo manda a imprimir. De esta manera es mucho más benéfico para todos, y aún mas para el titular de los derechos”, reitera la directora de la entidad argentina, una de las más importantes de toda América Latina.

En el país del Cono Sur, de igual forma como ha sucedido en Colombia, el cambio fue paulatino. Según explica Irazos: “Nosotros hace unos años empezamos a tener algunas universidades que se fueron dando cuenta que el estudiante necesitaba y quería acceder a los contenidos en línea, muchos nativos digitales, que todo lo quieren ya, y sólo hacer un clic. Por esto, algunas universidades advirtieron ese cambio de paradigma, sobre todo en el acceso a los contenidos. Y así fuimos dando respuesta a eso”.

Irazos también habla sobre el crecimiento de las sociedades de gestión colectiva como CADRA y CDR, sobre cuáles son las mayores limitaciones para su ejercicio y el manejo de los recursos para su funcionamiento y planes estratégicos: “Teníamos muy pocos autores y editores. Yo ingresé en el 2007 y apenas eran 27 autores: hoy tenemos más de 1.600 socios. En aquel entonces hicimos un seminario regional donde participamos todas las asociaciones que tienen que ver con los derechos de autor y ahí entendimos que era importante el tema de la distribución de los derechos. En consecuencia, modificamos el reglamento de distribución, y a partir de eso fuimos incrementando el número de socios”.

Respecto al reconocimiento de las sociedades de gestión colectiva en nuestro contexto latinoamericano comenta que “las limitaciones que tenemos en cuanto a los gastos administrativos limitan el número de campañas de difusión que podemos hacer. Así que nosotros apelamos a los foros en los que podemos participar. Les pedimos también a nuestros socios que nos ayuden a difundir el trabajo que realizamos, porque muchos de los escritores/as que no son socios, es porque no se han enterado de nuestra existencia, a pesar de que ya tenemos más de 20 años en funcionamiento”.

Y agrega, sobre el tema de entrega de regalías, “Empezamos a distribuir los reconocimientos a todos los socios, pues antes nos resultaba muy difícil saber qué se fotocopiaba y qué no, también porque mi país es muy grande. Al principio fue ensayo y error. Después nos contactamos con las asociaciones de escritores, actualmente hay cinco y ahora son ellas quienes nos llaman. Nuestro objetivo es llegar a los 10.000 afiliados. La piratería también hizo que los escritores buscaran un seguro con nosotros, es un flagelo que combatimos en todos los frentes. Hoy día tenemos a las principales editoriales del país afiliadas en CADRA, además tenemos dos cámaras de editores en nuestra nación”.

Regalías del CDR: transparencia y gestión

La razón de ser del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos, su misión principal, es poder distribuir entre los autores y editores afiliados a la entidad el producto de su gestión de recaudo por derechos de autor a nivel nacional e internacional. Si bien parte del dinero recaudado también debe destinarse al funcionamiento de la entidad, una gran parte es entregado anualmente a los propietarios del derecho de autor de las obras inscritas en su repertorio.

En la actualidad, son más de 180 autores afiliados al CDR y alrededor de 65 editoriales entre las que se cuentan las principales que funcionan en la nación. Estos autores y editoriales conforman la Asamblea General de la entidad; órgano máximo de la misma y quien define los destinos de los recursos con autonomía y transparencia, de acuerdo con las normas que rigen a las sociedades de gestión colectiva en el país, bajo la vigilancia y el acompañamiento de la Dirección Nacional de Derechos de Autor - DNDA.

Como resultado de su gestión, a la fecha el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos ha otorgado más de 1.400 millones de pesos en regalías a los autores y editoriales afiliadas. Estas regalías vienen siendo entregadas en las asambleas generales de manera anual desde el año 2012 e incluso, en época de pandemia, algunos recursos extra fueron entregados a manera de auxilio de emergencia para los autores/as, gestión que ninguna otra entidad hizo en Colombia para los escritores literarios.

La entidad ha venido creciendo a ritmo constante en los últimos años y hoy incluye algunos de los autores y editoriales más importantes del país. Además, se mantienen convenios de cooperación recíproca con sociedades de derechos de copia alrededor del mundo como Estados Unidos, España, Argentina, Brasil, México y Japón, entre otras, de donde proviene la mayoría del material educativo que se emplea en Colombia actualmente. Esto ha multiplicado el repertorio virtual de publicaciones que cubre el CDR y que incluye millones de títulos de las principales editoriales y autores a nivel mundial.

Proceso de afiliación al CDR
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Desde su fundación, el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos ha sido una entidad de puertas abiertas a todos los autores/as y editoriales colombianas. También al público en general, estudiantes, docentes, bibliotecarios y cualquier persona o entidad interesada en conocer más acerca de los derechos de copia en nuestro país.

En cuanto al proceso de afiliación para autores y editores, éste es totalmente gratuito y puede hacerse por completo de manera remota a través de Internet. También existe la posibilidad de efectuarlo de manera presencial acercándose a las oficinas de la entidad en la ciudad de Bogotá D.C. (Avenida Calle 26 No. 69D - 91, Centro Empresarial Arrecife, Torre Peatonal. Oficina 706, Bogotá, Colombia).

Entre los requisitos que se deben tener en cuenta antes de iniciar el proceso de afiliación, basta con que el autor/a o editorial cuente con libros publicados en Colombia, debidamente registrados con derechos de autor ante la Dirección Nacional de Derechos de autor, que tengan sus números de ISBN obtenidos ante la Cámara Colombiana del Libro y que hayan cumplido con el Depósito Legal Obligatorio ante la Biblioteca Nacional de Colombia y demás bibliotecas del orden departamental.

Los procesos de afiliación son verificados rigurosamente por el Comité de Vigilancia del CDR, el cual evalúa que la documentación adjunta sea verídica y ajustada. Una vez se ha sobrepasado este primer filtro y se cuenta con el visto bueno del Comité de Vigilancia, las solicitudes de afiliación se escalan al Consejo Directivo el cual está conformado por representantes del sector de los autores y editoriales afiliadas al CDR. Nuevamente se verifica la idoneidad de la documentación presentada y se procede a decidir sobre la aceptación de las solicitudes recibidas.

Una vez afiliado, el autor y/o la editorial gozan de manera vitalicia de los beneficios producto de la gestión de los derechos reprográficos. Entre sus deberes como afiliados se cuenta la asistencia a las asambleas generales, espacios de discusión y encuentro con otros colegas del sector, donde se define la destinación de los recursos de la entidad y se dan rumbos para la gestión del CDR en beneficio de sus afiliados. Igualmente se valora que los afiliados apoyen el accionar del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos en distintos espacios académicos y formativos donde se discutan temas sobre derechos de autor y creación editorial. Así, muchas otras editoriales y autores pueden llegar a enterarse de la existencia del CDR y sus ayudas en Colombia para el sector editorial y creativo.

Es destacable que todo el Consejo Directivo y Comité de Vigilancia del CDR efectúan una labor ad honorem y no perciben ningún tipo de beneficio o remuneración económica por sus labores. Sin la labor, tiempo y energía de quienes componen estas instancias decisorias, sería muy difícil continuar una gestión social llena de retos y dificultades en el contexto nacional. El Consejo Directivo es elegido democráticamente por la Asamblea General de la entidad y cuenta con destacados representantes del sector editorial y creativo del país.

Este es el paso a paso para el proceso de afiliación:
1- Entrar a la página web del CDR: https://cdr.com.co/
2- Dirigirse a la sección de Autores/Editores y luego Afiliación: https://cdr.com.co/solicitud-de-licencia-formatos/
3- Leer atentamente la información consignada y descargar el formato de afiliación correspondiente (“Nuevos autores” para escritores que se deseen afiliar a la entidad y “Nuevos editores” para editoriales que deseen afiliarse)
4- Consignar la información correspondiente en el formato y enviarlo debidamente firmado por el autor o representante legal de la editorial, según corresponda
5- Adjuntar copia de las fichas de ISBN de las obras relacionadas
6- Adjuntar copia de la cédula y del RUT (para el caso de autores)
7- Adjuntar copia de cédula del representante legal de la entidad y certificado de Cámara y Comercio reciente (solo para editoriales)
8- Enviar la documentación de manera digital a través del correo electrónico: info@cdr.com.co
9- La información enviada es revisada por el Comité de Vigilancia de la entidad quien da un primer visto bueno a la información recibida
10- Las aprobaciones finales de afiliación se realizan por parte del Consejo Directivo de la entidad
11- Autores y editoriales afiliadas gozan de manera vitalicia de los beneficios de pertenecer al CDR

Beneficios de estar afiliado al Centro Colombiano de Derechos Reprográficos

En la actualidad, el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos es la entidad principal que agrupa en Colombia a los autores y editores de la nación. Con alrededor de 180 autores afiliados y 65 de las principales editoriales del país, CDR se sigue fortaleciendo y encontrando mejores instancias de apoyo para sus afiliados/as con el fin de seguir fomentando la creación y la cultura escrita en la nación.

Aparte del cheque de regalías que reciben anualmente los autores y editores afiliados, CDR brinda otras ayudas a los creadores. En la actualidad, cuenta con un fondo de asistencia para autores mayores de 65 años mediante el cual se presta ayuda en servicios médicos que no cubren las EPS, como audífonos y lentes. También se disponen diversos espacios de fomento a la escritura y edición, como un fondo de comunicación y divulgación, destinado a temas formativos acerca de la importancia de los derechos de autor y temas destacados sobre cultura editorial y creación escrita.

Aparte de ello, el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos representa a Colombia a nivel internacional en distintos escenarios de discusión acerca de los derechos de autor, como son las reuniones mundiales de la Federación Internacional de Derechos Reprográficos (IFRRO, por sus siglas en inglés), asociación a la que el CDR pertenece entre otras 190 entidades pares a nivel global, y que ayuda a gestionar y divulgar el respeto por los derechos reprográficos en todo el planeta.

CDR participa anualmente de distintas ferias del libro en Colombia, generando espacios de encuentro entre autores y editores interesados en los temas relativos al derecho de autor y derechos conexos. Además, la entidad ha venido participando activamente en distintos seminarios, tanto presenciales como digitales, a nivel nacional e internacional, con el fin de seguir capacitando a los bibliotecarios, lectores, estudiantes y docentes colombianos sobre los temas de reprografía y derechos de copia digital.

Las asambleas generales del CDR siguen convirtiéndose en un escenario de discusión y participación de autores y editores único en Colombia. Con una asistencia creciente de los afiliados a la entidad, las asambleas han propuesto nuevos rumbos a la gestión del Centro Colombiano de Derechos Reprográficos, y han ayudado a decidir de manera democrática la destinación a los recursos que la sociedad recolecta.

De las asambleas del CDR han surgido ideas de apoyo a la labor del sector editorial, campañas en contra de la piratería de libros, posibilidades de participación en ferias del libro y eventos internacionales, apoyo a autores y editoriales, todo en un ambiente participativo y constructivo, en pro del bien de la cultura escrita en Colombia y de sus creadores.

CP
16 de noviembre 2021, 03:16 P. M.
LA
Laura Daniela Osorio Villamil 16 de noviembre 2021, 03:16 P. M.
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