Esa fea costumbre de endosarle las responsabilidades propias a los demás o de esperar que la providencia divina y los milagros cambien sorpresiva e inesperadamente el curso de los acontecimientos, es lo que mantiene al país en un letargo que le impide avanzar y hacerse cargo de su propio
destino.
Por fortuna, conceptos como el empoderamiento se han venido fortaleciendo en la sociedad moderna, gracias a los nuevos modelos de comunicación y a las nuevas tecnologías.
A propósito de este escenario, Elsa María Gómez, gerente de Mercadeo y Comunicaciones de la Universidad Ean, nos expuso la visión que la Institución tiene al respecto y la resignificación que le están dando al emprendimiento, su bandera durante más de 50 años.
¿Existe alguna razón histórica y cultural para que el colombiano promedio prefiera endilgar culpas que asumir responsabilidades?
Por supuesto. Cito a Enrique Serrano y su libro ¿Por qué fracasa Colombia?, en el que asegura que desde nuestros orígenes los colombianos hemos mantenido un perfil bajo; y no por malos, sino porque aprendimos a “pasar de agache”, tal como hicieron muchos españoles, en épocas coloniales, cuando llegaron a nuestro territorio huyendo de las persecuciones religiosas de su país y con la idea de pasar inadvertidos en el nuevo continente.
A ello se sumó una raza indígena pacífica y adormecida, sometida a un fuerte adoctrinamiento que institucionalizó frases como “Dios proveerá”, para dejar en manos de otros lo que debemos hacer nosotros mismos. Adicionalmente, el hecho de ser un país geográficamente privilegiado y con abundantes riquezas naturales, nos hizo más sencilla la lucha por la supervivencia y el desarrollo de sistemas productivos para el autoconsumo.
¿Cómo revertir esa mentalidad?
Empoderarse es dejar de criticar y empezar a actuar. Es un movimiento al que todos debemos sumarnos para dejar de buscar “héroes que nos rescaten” y más bien encontrar líderes que nos aporten en el proceso de reconstrucción social que tanto necesitamos. Debemos aprender a seguir las reglas, no para evitar el castigo, sino para crecer en un modelo coordinado entre los sectores público y privado, que privilegie la disciplina y la planeación. Debemos dejar de lado la búsqueda de la gratificación inmediata, que ha dado origen a la cultura del dinero fácil y del “todo vale” con la que hemos criado a nuestros niños y jóvenes. Hay que romper las cadenas permisivas que no nos dejan tener las ciudades que queremos, la infraestructura que necesitamos ni el país que merecemos… y todo eso empieza con la educación.
¿Ese concepto va de la mano del emprendimiento?
Claro que sí. Hace 50 años, desde la Universidad Ean, empezamos a hablar de emprendimiento cuando nadie tenía el tema en la agenda. Hoy que todos hablan de emprender, tenemos una larga historia de casos y metodologías que nos han enseñado que el valor de emprender no solo está en crear nuevas empresas, sino en formar espíritus capaces de resolver los retos de maneras innovadoras, con consciencia y responsabilidad. Los emprendedores deben ser capaces de descomponerse y volverse a componer las veces que sea necesario, de modo que no vivan culpando al sistema, sino aportando a su
mejoramiento.
Entonces, ¿todos sus emprendedores están empoderados?
El empoderamiento es el verdadero motor del emprendimiento. Una persona empoderada siempre será emprendedora, mientras que un emprendedor no siempre está empoderado. Y este puede ser, desde nuestra perspectiva, el máximo poder de la educación: hacerle entender al individuo que tiene las riendas de su propia vida y que todos los cambios son posibles si trabaja con disciplina y tenacidad para llevarlos a cabo.
¿Cómo se refleja eso en su modelo educativo?
Hemos entendido que, siendo una Universidad tradicional, debemos replantear muchos aspectos para ponernos al día con lo que los jóvenes de hoy requieren y las empresas demandan. Por lo mismo, estamos creando un área de I+D en programas; tenemos un modelo de aprendizaje por retos que es pionero en el país; y estamos construyendo un edificio que es un hito en arquitectura sostenible y está pensado para que los estudiantes tengan espacios de co-creación, experimentación y relacionamiento. Así mismo, le estamos dando un alto valor a la formación en habilidades blandas; sabemos que las habilidades técnicas se perfeccionan, pero las humanas determinan el éxito del individuo. Toda esta filosofía es la que le da sentido a nuestro cambio de marca.
¿Y cómo fue ese cambio?
La Universidad emprendió un proceso que trasciende la evolución de la imagen de marca e involucra directivos visionarios, administrativos que van más allá de poner sellos y cumplir normas, y profesores que pasaron de dictar clases a acompañar a los estudiantes en sus procesos.
¿Qué viene ahora?
Nosotros, como universidad, vamos a involucrar al Gobierno y al ecosistema emprendedor para continuar fomentando la innovación, el desarrollo de ideas y las empresas con fundamento. Colombia es un país muy creativo al que le falta disciplina y aprender a ejecutar las buenas ideas. Al final, soñamos con que esta campaña del empoderamiento provoque reflexiones y nos invite a dejar de fijarnos en el comportamiento ajeno para enfocarnos en nuestras propias responsabilidades.
La Universidad EAN decidió renovar la imagen que la ha acompañado por más de medio siglo. En cuanto al logo símbolo, la tradicional corona de laurel se descompuso en puntos que representan la fuerza colectiva a partir del poder individual, mientras que el uso de los colores blanco y negro, simboliza la necesidad de construir una sociedad desde las diferencias y el verde se mantiene como un elemento histórico, que evoca la sostenibilidad, pilar fundamental de la Institución.
ANÁLISIS UNIVERSIDAD EAN