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Datos que reflejan la situación actual de la violencia contra la mujer

ONU Mujeres Colombia

ONU Mujeres Colombia

Foto:ONU Mujeres Colombia

Obtenidos del estudio de Tolerancia Social e Institucional a la Violencia contra las Mujeres.

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Con el objetivo de identificar los cambios en el tiempo de patrones socioculturales, relacionados con conductas que normalizan y justifican los hechos violentos contra las mujeres, y crear acciones que permitan la transformación cultural para el empoderamiento de dicho género, se llevó a cabo la tercera medición del Estudio de Tolerancia Social e Institucional de Violencia contra las Mujeres en diez ciudades del país: Cartagena, Barranquilla, Medellín, Buenaventura, Pasto, Tumaco, Popayán, Florencia, Villavicencio y Bogotá.
Y es que precisamente para abordar esta problemática, se hace necesario conocer de primera mano, qué es aquello que legitima la violencia contras las mujeres y qué tipos de comportamientos por parte de la sociedad influyen en ellos. Por lo que la encuesta en mención está basada en datos de calidad, que la convierten en una herramienta para ayudar a las instituciones a actuar de forma eficiente.
“El tema de la medición es muy importante porque nos permite contar con data rigurosa tanto cuantitativa como cualitativa, para que sobre esa base podamos seguir mejorando esta política pública de mujeres libres de violencia, que ha venido implementando este Gobierno”, afirma Gheidy Gallo, consejera presidencial para la Equidad de la Mujer.
En línea con lo anterior, vale la pena resaltar la continuidad de este estudio, el cual se realizó por primera vez en Colombia entre 2009 y 2010, luego entre 2014 y 2015 con el liderazgo de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer (CPEM) y el apoyo de ONU Mujeres y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y por último, entre 2020 y 2021 en conjunto con la CPEM, ONU Mujeres, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y como parte de los compromisos de cooperación con el Gobierno Nacional del programa Superando la Violencia Contra las Mujeres (SVCM).
“Desde la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, nos alegra ser parte de este esfuerzo con ONU Mujeres y la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer. El cual tiene como objetivo el que todas las mujeres en Colombia estén en condiciones de igualdad para alcanzar su máximo potencial y en crear estrategias para combatir y eliminar definitivamente la violencia contra las mujeres y niñas en este país. Los resultados de este estudio serán un insumo importante para alimentar las políticas que desde el Gobierno Nacional, se diseñen para garantizar los derechos de las mujeres”, asegura Martha Aponte, subdirectora de la Misión de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
ONU Mujeres Colombia.

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Foto:ONU Mujeres Colombia.

Resultados con componente social e institucional
Para poder analizar cómo los imaginarios y las creencias inciden en la aprobación social de la violencia de género y en la prestación social de los servicios institucionales, esta publicación presentó los resultados con base a un componente social y uno institucional, en el que los dos tienen las mismas preguntas, pero por un lado, fueron aplicadas a hombres y mujeres en general, y por el otro, a servidores públicos de los sectores de justicia, protección, salud y organismos de control.
La encuesta social se desarrolló con un total de 3.526 personas, de las cuales 1.976 (56,1 por ciento) son mujeres y 1.550 (43,9 por ciento) son hombres, mientras que, el total de la muestra de servidoras y servidores públicos encuestados fue de 1.044, con una distribución por sexo de 68,3 por ciento mujeres y 31,7 por ciento hombres. La edad de las servidoras y los servidores públicos se concentra entre los 29 y los 59 años. El grupo de edad con mayor proporción es el de 36 a 45 años.
Para empezar, en lo que se refiere al componente social, se resaltan algunos hallazgos en los que se identifican cambios en las actitudes y comportamientos, respecto a los resultados obtenidos en 2010 y 2015, pero también se evidencia que hay que seguir trabajando en disminuir la aceptación de conductas.
“La violencia contra las mujeres y niñas son un problema social estructural que afecta a las mujeres independientemente de su edad, situación de dependencia, discapacidad, raza, etnia, orientación sexual, identidad de género, condición de emigrante u otras dimensiones socioeconómicas. Según algunos datos recogidos por Naciones Unidas, en el mundo, 736 millones de mujeres y niñas, es decir, una de cada tres mujeres y niñas han sufrido violencia por el hecho de ser mujeres, y, según datos de la Cepal, solo en el año 2019, 4.640 mujeres fueron víctimas de feminicidio en la región de América Latina y el Caribe”, asegura Bibiana Aído, representante ONU Mujeres en Colombia.
Uno de estos imaginarios identificados es la creencia de que “los hombres son el jefe o la cabeza del hogar”. En la medición de 2010, el 49 por ciento de los hombres y el 42 por ciento de las mujeres indicaron estar de acuerdo con esta idea. Los resultados en 2015 cayeron 15 puntos porcentuales para los hombres (34 por ciento) y 13 puntos porcentuales para las mujeres (29 por ciento). La tendencia del descenso en estas cifras se mantiene en una magnitud similar para 2021, pues en la actual medición la cifra de los hombres disminuyó otros 13 puntos (20,5 por ciento) y el de mujeres otros 15 puntos (13,4 por ciento).
Otro ejemplo es el enunciado “las mujeres que se meten con hombres violentos no se deben quejar que las golpeen”. En 2010, el 29 por ciento de los hombres y el 28 por ciento de las mujeres estuvieron de acuerdo con esta afirmación. En la medición de 2015, las cifras tuvieron un descenso poco significativo de tres puntos porcentuales en los hombres (26 por ciento) y seis puntos porcentuales en las mujeres (22 por ciento). En el 2021, el cambio de percepción frente a este imaginario fue evidente con un importante descenso de 15 puntos porcentuales en los hombres (11 por ciento) y 16 puntos porcentuales en las mujeres (6 por ciento), lo que demuestra una disminución en la tolerancia social ante casos de violencia contra las mujeres.
“Cuando los hombres están bravos es mejor no provocarlos”, es otro de los enunciados, y un 41 por ciento de las mujeres mostraron aceptación de ese imaginario frente un 40 por ciento de los hombres. De cada 20 personas, ocho todavía están de acuerdo con ese imaginario y alrededor del 40 por ciento de la población de ambos sexos considera que la violencia puede ser el resultado de una provocación.
Continuando con los resultados de la encuesta aplicada a funcionarios, desde el componente institucional, se muestran importantes avances respecto a la superación de los prejuicios, las creencias y las actitudes tolerantes con la violencia al compararse con los resultados de la primera (2010) y la segunda medición (2015).
Más de la mitad de ellos consideran que los “problemas familiares solo deben discutirse con miembros de la familia”, 51.8 por ciento, y “la ropa sucia se lava en casa”, 59,4 por ciento, es decir, que 11 de cada 20 servidores/as está de acuerdo con la primera afirmación y 12 de cada 20 con la segunda. Ante la pregunta, ¿si un hombre maltrata a su esposa otras personas ajenas a la familia deben intervenir?, tres de cada 20, 13,9 por ciento, de las y los servidores consideran que nadie debe interferir. Los hombres con un 17,8 por ciento, frente a las mujeres con un 12,1 por ciento.
Recomendaciones
Para atender la violencia contra la mujer, se necesita la implementación de una estrategia integral de prevención de la violencia contra las mujeres, que debe ser contemplada por diversos sectores y actores entre Gobierno, empresas, academia, medios de comunicación y sectores sociales. De igual manera, se necesitan fortalecer los procesos de cualificación técnica, dirigidos a servidoras y servidores para la atención y orientación en casos de violencia y promover la visibilidad de las entidades en relación con sus competencias y funciones.
“Frente a lo que nos muestra la encuesta, entramos a hacer y a proponer recomendaciones, comenzando por la necesidad de implementar una estrategia integral de prevención de la violencia contra las mujeres y niñas, y de transformación cultural de estos estereotipos e imaginarios que están en la base de la violencia que afecta a todas las mujeres”, cuenta Ana Burgos, coordinadora programa Superando la VCM.
A lo anterior, se suma que para aumentar la confianza de la ciudanía en las instituciones, se requiere afianzar el trato humanizado, garantizar una atención oportuna y efectiva ante los hechos de violencia contra las mujeres y las niñas; las estrategias de comunicación y transformación cultural deben invitar a la ciudadanía a no tener una postura pasiva de observar la violencia, sino activa de naturalizar la injerencia de personas externas a la familia cuando se presente un caso de violencia y el abordaje de la violencia sexual merece especial atención, ya que se siguen manteniendo creencias que culpan a la víctima frente a este tipo de violencia, entre otros.
“La primera estrategia hace parte de que se continúe fortaleciendo la respuesta y la prevención de violencia basada en género contra las mujeres y las personas de orientación e identidad de género diversas. Sabemos que la principal barrera que enfrentan frente al acceso y la atención de sus derechos humanos es justamente la barrera cultural, que aunque hay un sistema normativo que tiene unos avances importantes, finalmente la operación de ese sistema está en cabeza y en cuerpo de personas que validan y perpetúan estos imaginarios, prácticas y percepciones de desigualdad”, puntualiza José Díaz, integrante de la Mesa Nacional de Masculinidades por la Igualdad de Género, añadiendo que, “una estrategia también es que debemos empezar a trabajar por cambiar ese paradigma de masculinidad, que aprendemos todos los hombres no solamente en las familias, en la escuela, en la sociedad, a través de los medios de comunicación y en el internet, y que nos enseña que la violencia más que una forma de terminar los conflictos, es una forma de evadirlos y de imponernos, entonces desde ese marco, como Mesa Nacional le apostamos a que la estrategia puede ser involucrar a los hombres en la acción transformadora de esas violencias basadas en género, una acción transformadora que promueva la igualdad de género y la construcción de masculinidades vinculadas a la ética de cuidado y la constitución de paz para el país”.
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