Luz Helena Cobos contaba los días desde el 12 de abril del año pasado cuando su hijo Rafael David Salazar, de 31 años, se escapó de una finca en Cundinamarca, donde se encontraban pasando la cuarentena.
A la preocupación de no saber nada de su único hijo, se le sumaba el hecho de que Rafael sufría una enfermedad psiquiátrica y debía tomar sus medicinas para estar lúcido.
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Al notar la ausencia de su hijo ese 12 de abril, Luz salió a buscarlo pero fue en vano y debió hacer el reporte frente a las autoridades sobre la desaparición de Rafael.
El joven estudiaba ingeniería mecánica en la Universidad Nacional en Bogotá, pero debió interrumpir sus estudios un mes antes de su desaparición, pues fue recluido en una clínica psiquiátrica donde atendieron su enfermedad. Allí estuvo 20 días y salió el 31 de marzo, 12 días antes de desaparecer.
“La vida de nosotros era normal hasta hace tres años cuando le dio el trastorno, pero él toma la medicación y es funcional. Como desde hace casi un año no se la toma él no pudo volver a la casa", relata Luz Helena.
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La travesía de Rafael comenzó en Lenguazaque, Cundinamarca, donde está ubicada la finca de donde escapó.
Solo nos dijo que nunca durmió en la calle, parece que siempre buscaba un refugio pero no sabemos bien
Rafael, 20 días después de que se perdió, llamó a su mamá. Le dijo que estaba en Tunja, Boyacá, y ella le dijo que le iba a mandar dinero. Lo hizo a través de un giro de Servientrega porque sabía que de esa manera podía rastrear su paradero.
“Primero sacó dinero en Tunja, luego en Barbosa y de ahí comenzó a subir y subir hasta llegar a la costa”, dijo Luz.
El joven nunca le pidió dinero a su madre, pero ella le mandó para que no tuviera necesidades y, además, poderle seguir la pista.
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Rafael estuvo algunos días en Santa Marta, luego en Cartagena y en varias ocasiones estuvo en un municipio de Curumaní, Cesar, desde donde retiró el dinero que le envió su mamá.
“La última vez él me llamó para que le pusiera dinero a una cuenta de Davivienda y me dijo que estaba en Barrancabermeja, pero yo no le creí como mucho”, cuenta.
Efectivamente, allí, en este municipio santandereano se dio el tan anhelado encuentro gracias a una llamada de un ciudadano en un municipio vecino a Barrancabermeja, Yondó, Antioquia.
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“La comunidad nos informa de una persona que no corresponde a esa jurisdicción, una persona desconocida e inmediatamente ubicamos a la persona y la trajimos a la Estación de Policía de Yondó y se le hizo una identificación ", indicó el coronel Gustavo Martínez, comandante de la Policía del Magdalena Medio.
Luz Helena recibió una llamada a las cuatro de la tarde del domingo 14 de febrero. Recuerda que estaba en un chequeo médico y que “le volvió el alma al cuerpo” cuando le dijeron que habían encontrado a Rafael.
Su esposo y ella emprendieron camino hacia Barrancabermeja ese mismo domingo, durmieron en la carretera sobre la 1 de la mañana en Puerto Boyacá y con los primeros rayos del sol siguieron hacia el puerto petrolero donde los estaba esperando Rafael.
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Un patrullero de la Policía del Magdalena Medio llevó a Rafael a la peluquería, le dio ropa nueva y hasta lo perfumó para el reencuentro con sus padres.
Rafael no pudo darle muchos detalles a su mamá sobre todo el año que estuvo deambulando, aún no estaba lúcido.
“Solo nos dijo que nunca durmió en la calle, parece que siempre buscaba un refugio pero no sabemos bien. Él practicó muchos deportes y eso lo tuvo que haber ayudado para aguantar”, dijo Luz.
Luego de ese emotivo reencuentro, Rafael fue llevado en una ambulancia hacia Bucaramanga para ser recluido en una clínica psiquiátrica donde se encuentra actualmente.
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“Cuando vinimos para Bucaramanga se nos varó la ambulancia. Estuvimos varias horas ahí en la carretera cerca a Lebrija”, relata entre risas.
Rafael bajó 20 kilos durante este último año que deambuló en varias ciudades del país, pero está recibiendo atención médica y Luz confía en que se recupere rápidamente. Sin embargo, hace un llamado a las EPS para que acompañen más el proceso de los pacientes psiquiátricos.
"El problema más grande es que la EPS dicen que ya se curó. Yo le rogué a la clínica que me lo dejaran más tiempo cuando estuvo en crisis antes de escaparse, pero me dijeron que ya estaba bien y mire. No hay acompañamiento a los pacientes", enfatiza la mamá de Rafael.
MARÍA ALEJANDRA RODRÍGUEZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Bucaramanga
En Twitter: @mariasrodriguez
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