Un panorama de caos y desesperación se apoderó este martes de la frontera con Venezuela por Norte de Santander luego de que miles de ciudadanos del vecino país rompieran el bloqueo impuesto desde hace más de un mes por Nicolás Maduro.
Este forcejeo se presentó sobre las 11 de la mañana entre la Guardia Nacional Bolivariana y miles de migrantes, que no lograron cruzar por los pasos irregulares, más conocidas como trochas, inundados por las aguas engrandecidas del río Táchira.
El mayor represamiento de la población migrante se produjo en el puente internacional Simón Bolívar, ubicado entre el municipio de Villa del Rosario (Norte de Santander) y la población venezolana de San Antonio, donde los transeúntes formaron un avalancha humana que tumbó las vallas y burló los contenedores instalados por el gobierno chavista.
De acuerdo con la Defensa Civil, unas 25 personas fueron atendidas por desmayos y situaciones de asfixia, que se desplomaban en medio de la aglomeración.
“A raíz de una creciente súbita del río Táchira, los que pasaban por las trochas autorizadas humanitariamente dejaron de hacerlo y se vinieron al puente a seguir pasando hacia Venezuela. En un principio, la problemática fue de Venezuela hacía acá. Tumbaron las vallas y se montaron a los contenedores para pasar a la fuerza. De nuestro lado no ha habido ningún inconveniente. Lo que hemos hecho es paciencia y orden”, aseveró el general Ramiro Castrillón, comandante de la Regional N. 5 de la Policía.
Sobre los 315 metros de longitud de esta estructura de hormigón, la Policía desplegó cerca de 500 uniformados, distribuidos en cinco cordones de seguridad que controlaban el paso de las miles de personas, quienes asediadas por el peso de sus maletas y el calor del mediodía, duraban más de tres para ingresar al vecino país.
Los uniformados daban paso lentamente por un corredor demarcado por vallas, mientras la multitud vociferaba duros reclamos contra el presidente venezolano como: “¡Maduro, dictador!” “¡Maduro, asesinó de su pueblo!”.
Una de las personas que logró salvarse y encontrar refugio de la escena de hacinamiento fue Inés Gutiérrez, una colombiana radicada en la población vecina de San Antonio, cuyo hijo de 6 años, estudia en un colegio de Villa del Rosario (Norte de Santander).
#URGENTE || A está hora 11:04 AM, venezolanos de lado colombiano del puente #SimónBolívar rompieron piquete de la GNB para ingresar a #Venezuela con alimentos tras crecida del río #Táchira. pic.twitter.com/KYDqcns7xW
— Gaby Arellano (@gabyarellanoVE) 2 de abril de 2019
Ella se acomodó en unas gradas de cemento, frente al edificio del Centro Nacional de Atención en Frontera (Cenaf), a tranquilizar a su pequeño, que estaba temblando por el miedo que lo invadió en medio de la tensión del momento.
“Llevo este pollo que compramos para el almuerzo con el niño, porque no sabemos a qué horas nos van a dejar pasar. Acá no sabemos dónde quedarnos, mientras a mi niño se le pasa el escalofrío del miedo”, relató esta migrantes, de 52 años.
Desde el pasado 23 de febrero, Nicolás Maduro rompió relaciones diplomáticas con Colombia y cerró frontera, lo que impidió el paso peatonal por los puentes binacionales de Norte de Santander, obstaculizados con contenedores y barricadas.
Casi un mes después, el 11 de marzo, Caracas habilitó un canal humanitario para garantizar el paso de estudiantes de colegio colombianos, que residen en ese país, y pacientes con necesidad de ser atendidos en el sistema de salud de Cúcuta.
Pese a estas restricciones, el flujo migratorio se incrementó la semana pasada, con el paso de 9.000 personas, una cifra equivalente al 30 por ciento de las 35.000 personas que pasaban a pie antes del bloqueo limítrofe.
Respecto a lo que sucede en el puente Simón Bolívar, Christian Krüger, director de Migración Colombia, responsabilizó a Nicolás Maduro y a los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana de lo que pueda llegar a suceder con las personas que diariamente transitan entre Colombia y Venezuela.
“Como lo habíamos dicho hace ya casi un mes, la decisión del usurpador Maduro de bloquear los puentes con contenedores y restringir el paso de personas por los mismos, lo único que hace es incentivar la irregularidad. No hay forma de detener a un pueblo que tiene hambre, que está muriendo por falta de medicinas, a un pueblo que agoniza porque el Estado no le proporciona los servicios públicos básicos”, manifestó Krüger.
CÚCUTA