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Venezolanos en el Eje, no solo son recolectores de café

Karol Colmenarez y sus tres hermanas derivan el sustento diario de su familia, conformada por diez personas en total, de la venta de arepas. Estos venezolanos vivían en Píritu, estado Portuguesa, y debieron salir de su país debido a la crisis económica.

Karol Colmenarez y sus tres hermanas derivan el sustento diario de su familia, conformada por diez personas en total, de la venta de arepas. Estos venezolanos vivían en Píritu, estado Portuguesa, y debieron salir de su país debido a la crisis económica.

Foto:Alexis Múnera

En la región, las autoridades quieren prestarles ayuda, pero la mayoría están indocumentados.

Karol Colmenarez es una de los 550 mil venezolanos que según Migración Colombia están actualmente en el país. Esta enfermera de 33 años llegó hace dos meses a Dosquebradas, Risaralda, y subsiste de la venta de arepas.
Esta mujer, además, es una de los centenares de venezolanos que viven en el Eje Cafetero. Aunque la región no padece el éxodo de personas del vecino país en la misma magnitud de ciudades como Cúcuta, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga y Bogotá, sí ha recibido un buen número de venezolanos.
Cabe recordar que a finales del año pasado, muchos venezolanos se emplearon como recolectores de café en la cosecha grande del grano en la región, y siguen llegando.
Karol está en Dosquebradas con sus papás, sus tres hermanas, un cuñado y sus sobrinos, en total son diez personas. Ellos encontraron en el rebusque la opción de sobrevivir lejos de su país.
Los Colmenarez vivían en Píritu, población del estado Portuguesa. Karol tenía un buen trabajo “pero debimos salir prácticamente corriendo por la situación del país”. El único hermano de Karol se fue para Ecuador.
Dos de las hermanas de esta enfermera son médica y fisioterapista, respectivamente, y también tenían buenos trabajos en Venezuela.
“Estamos trabajando, no queremos que nos vean con lástima”, dijo Karol, quien empezó con su puesto de arepas desde el 4 de enero pasado. “Conseguimos para el arriendo y medio comer”, contó.

Estamos trabajando, no queremos que nos vean con lástima

Cerca de Karol trabaja Yorbelis Deleones, una abogada nacida en Paraguana, estado Falcón. Esta joven de 23 años es cajera en una tienda de ropa en un centro comercial de Dosquebradas.
Yorbelis cuenta que a pesar de que llegó al país, hace un año, sin documentos ha podido conseguir empleo. Los primeros dos meses estuvo en Medellín y Bogotá y hace 10 está en Pereira y Dosquebradas, “donde mejor me acogieron y me han tratado muy bien”.
Confiesa que le duele la situación de su país, pero que así esta cambie no piensa, por ahora, regresar a vivir debido a la crisis. “Volver ahorita, en un lapso de 10 años, no está en mis planes”, declaró.
La Secretaría de Desarrollo Social y Político de Pereira tiene un programa de atención al migrante. Sin embargo, este medio no pudo obtener información oficial de la situación de los venezolanos en la ciudad.
Un dato aproximado de cuántos puede haber en Pereira lo puede dar el número de personas que participaron, en julio del año pasado, en el plebiscito de la oposición venezolana contra la asamblea constituyente propuesta por el presidente Nicolás Maduro y posteriormente constituida. Fueron cerca de 1.200 personas, pero ese número pudo haber aumentado.

Vende café en Armenia

Lilian del Carmén Riera llegó hace dos años al Quindío y desde hace uno se gana el sustento diario para ella y sus tres hijos, vendiendo café en el norte de Armenia. La mujer cuenta que dejó toda su vida en Tinaquillo, en el estado Cojedes, en Venezuela, por la crisis que ya se comenzaba a sentir fuertemente en su país, aunque considera que no estaba tan crítica como ahora. Dejó su trabajo y alcanzó a vender los electrodomésticos que tenía en su vivienda para pagar el pasaje con destino a la capital quindiana, pero luego su casa fue desvalijada y después se apoderaron de ella.
Entre lágrimas narró que cuando llegó al Quindío se sintió desesperada, “veía tanta necesidad con la que dejé a mi familia allá pero aquí, en cambio, veía mucha abundancia de comida hasta que en una iglesia cristiana a la que asisto me brindaron una ayuda y me motivaron a que saliera adelante, y ahora hasta le ayudo a mi familia en Venezuela”.
Relató que con el dinero que le deja la venta de café “pago el arriendo y puedo comprar la comida y, claro, tengo la colaboración del papá de mis hijos pero no es una ayuda constante”.
A diario recorre las calles de un concurrido sector de la ciudad con un carrito que le sirve para transportar los cuatro termos con café que tiene hasta ahora. “Vendo tinto, café con leche, pandebonos, empanadas, arepa de huevo, tortas de carnes y más”.
Contó que cuando el día de trabajo está bueno vende el café que le cabe en 10 ó 12 termos, pues hace tres salidas diarias.
“Aquí me han tratado bien, no sé si porque soy mujer pero yo no he vivido la discriminación ni las humillaciones que otros cuentan”.
Y sabe que a otros compatriotas suyos no les ha ido tan bien porque todos cuentan sus anécdotas en un grupo que tienen en Whataspp que se llama 'Venezolanos en Armenia'. Hasta ahora hay 221 integrantes, todos hablan de la situación del país, en cuánto está la tasa de cambio de la moneda venezolana y más.
Entre lágrimas Lilian cuenta la situación en su país. Ella y sus compatriotas tienen un grupo ‘Venezolanos en Armenia’. ET

Entre lágrimas Lilian cuenta la situación en su país. Ella y sus compatriotas tienen un grupo ‘Venezolanos en Armenia’. ET

Foto:Laura Sepúlveda / EL TIEMPO

Según la directora de Población de la Secretaría de Familia de la Gobernación del Quindío, Elsa Adriana Sánchez, la mayoría de venezolanos que viven en el departamento se dedican al trabajo informal pues no están legalmente en Colombia.
“Muchos vienen a solicitarnos apoyo pero no hay mucho qué hacer por ellos porque son extranjeros, la mayoría llegan en estado de vulnerabilidad e incluso llegan a dormir en la calle mientras consiguen un trabajo que obviamente no es legal ni con todas las condiciones”.
Agregó que pese a que son ilegales, en el país se les brinda atención de primer nivel en salud, y también se les garantiza el derecho a la educación.
“Del 100 por ciento de los migrantes que recibimos el año pasado en el Quindío, el 98 por ciento fueron venezolanos. Hemos tratado de ayudarles, hasta consiguiéndoles pañales para bebés o sitios para dormir pero el problema para ellos sigue porque no tienen con qué adquirir una visa que ya bajó a unos 800 mil pesos, y sin ella pierden los beneficios que puedan darse”.

En Caldas, en el Sisbén

De acuerdo con cifras de la Gobernación de Caldas, en el departamento hay 74 venezolanos registrados en la base de datos del Sisbén.
Eso sí, son ellos quienes tienen un permiso especial de permanencia con el que pueden acceder a los beneficios del programa social.
Sin embargo, el número de residentes en este departamento no es claro y solamente podría hablarse de especulaciones.
Se estima que en Manizales y en los demás municipios pueden haber más de 500 venezolanos, pero Juan Felipe Jaramillo, secretario de Planeación del departamento, fue claro en que no se tiene una estadística cierta.
Son solo estos 74, de los cuales la mayoría están en Manizales, son los que cuentan con el permiso especial de permanencia y necesitan acceder a esos servicios. Los demás podrían encontrarse afiliados a otras entidades de salud o no contar ni con el permiso ni los recursos para estarlo.
Si bien es cierto que muchos llegan a municipios agrícolas que buscan mano de obra, otros se encuentran en Manizales y trabajan en áreas de ventas de productos y comidas típicas del país vecino en sectores como el centro de la ciudad. Quienes estén en el Sisbén, y de acuerdo a su puntaje, podrán acceder a programas como Familias en Acción, acceder al régimen subsidiado, apoyo en para el mejoramiento de vivienda, y beneficios en planes de agua potable y del sector agrícola.
Redacción EJE CAFETERO
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