Una linterna con suficientes pilas, velas, fósforos y el celular cargado. Esos son los elementos que más cerca están de los 10.000 habitantes de Colombia, en el norte del Huila, que en los últimos 120 días ha presentado tres sismos de magnitud superior a los 4,5 grados en la escala de Richter.
Y, según datos del Servicio Geológico Colombiano, en todo 2016 y los dos primeros meses del 2017, en el pueblo hubo 61 sismos.
El primer temblor grande fue finalizando octubre del año pasado. Tuvo una magnitud de 5,4 grados y se averiaron al menos 80 casas, así como enormes grietas en la carretera que conduce al centro poblado de Santana. En diciembre, otro sismo de 4,5 asustó a la población.
Y el último movimiento telúrico fue este lunes, con una magnitud de 5,7 grados. En cuestión de segundos, todos sus habitantes fueron a parar a las calles, canchas y sitios despoblados para evitar una tragedia por derrumbamiento de sus viviendas.
Eso sí, el temblor más grave registrado tuvo lugar en febrero de 1967, con magnitud de 7. “Este lugar del país se encuentra localizado en un sistema de fallas muy grande, que es el sistema de Algeciras. Su alta actividad sísmica también tiene razón en su cercanía con las cordilleras, lugar donde más fenómenos de estos se registran”, aseguró Viviana Dionicio, coordinadora de la Red Sismológica Nacional, del Servicio Geológico Colombiano (SGC).
“Cada temblor parece el fin del mundo, todos corremos como locos”, afirmó Jorge Humberto, uno de los ciudadanos que caminaba por las calles de la ciudad con sus hijos de la mano.
Este habitante de Colombia manifestó que “las calles se llenan de gente, unos gritan, otros se arrodillan, otros oran y algunos logran conservar la calma para ayudar a los que pasan crisis nerviosas con desmayos”.
Roberto Martínez, sacerdote misionero nacido en España, quien desde hace tres años atiende la parroquia de Colombia, no tiene por costumbre correr a las calles, pues teme la caída de árboles, postes y cableados eléctricos.
El cura asegura que en el último sismo registrado en la zona, mientras celebraba la eucaristía, se quedó solo en la iglesia, pues todos huyeron del lugar.
José Delio, un jornalero, corrió sin parar cuando vio que el piso y el techo de su casa se movían “sin que nadie los tocara”.
“La gente gritaba: corran, corran, un temblor está sacudiendo a Colombia”, contó, y recordó que por el sismo de octubre pasado “todo el pueblo durmió en el parque por temor a las réplicas”: “Con cada sismo pienso que llegó el fin del mundo”.
Desde el SGC manifestaron que en el país no hay megasismos, como los que ocurren en Chile y “no es común hacer una distinción de leve, medio o grave, pues eso va muy de la mano con las consecuencias del fenómeno”.
Y reiteraron que el municipio huilense es muy activo y registra varios temblores, “aunque pueden ser de magnitud pequeña y la gente no los siente, son constantes estos eventos”.
NEIVA
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