Frente a la plaza de la Restauración, que constituye el corazón del nuevo Gramalote, en Norte de Santander, se encuentra Café Ruchical, un negocio de dos mesas y una barra de madera que ofrece una línea de bebidas calientes derivada del café cultivado por la familia gramalotera Peñaranda Mariño, dueña de este local.
Este establecimiento comercial, que fue adecuado en unas de las 1.007 casas del renacido casco urbano, forma parte del pujante universo de 26 unidades de negocio, entre peluquerías, puestos de comida rápida, restaurantes, fruterías, almacenes de ropa y agencias de viaje, que se han encargado de poner a flote la economía del municipio, que en 2010 quedó reducido a escombros durante el crudo invierno de aquella época.
Aunque la fase de reasentamiento de la totalidad de las familias estaría terminada a finales del próximo año, el Fondo de Adaptación, encargado del proyecto de reconstrucción, le ha apostado a la reactivación de la economía de esta población nortesantandereana, incentivando el flujo de visitantes y compradores en los 70 puestos de la nueva plaza de mercado.
Según esta entidad, adscrita al Ministerio de Hacienda, lo que se busca con esta estrategia es convertir los 1.541 metros cuadrados de este mercado en el centro de la actividad comercial del municipio, que emerge en la vereda Miraflores, a 40 minutos del antiguo casco urbano.
“Como la plaza de mercado ya está terminada y las primeras familias de Gramalote ya llegaron, vamos a poner en funcionamiento este sitio. Estamos liderando un proceso con quienes ocupaban la antigua plaza de Gramalote y así darle vida a este centro de abastos, pues creemos que esta zona del municipio tiene un potencial turístico enorme como referente regional de todos los municipios vecinos”, indicó Roberto Prieto, gerente del proyecto de reasentamiento.
De los 412.602 millones de pesos que ha costado esta reconstrucción, la Federación de Cafeteros destinó 1.778 millones para renovar cerca de 460 fincas, entre las cuales se encontraba la de la familia gramalotera Peñarando Mariño, propietaria de Café Ruchical.
“Estamos muy felices por constituir este negocio. Es el orgullo de mi hogar, porque pudimos materializar el sueño de mi esposo de tener un lugar donde la gente pueda llegar y tomar tinto, sin mayores contratiempos (...). En los últimos días hemos recibido muchos clientes, que, atraídos por la reconstrucción de Gramalote, vienen a visitar el municipio”, relató Amparo Mariño, quien arribó a esta localidad
nortesantandereana en vísperas del Día del Padre y a los pocos días abrió las puertas de este establecimiento comercial para cautivar con el sabor del grano a los cerca de mil obreros que aún laboran en los trabajos del nuevo municipio.
En los últimos seis meses, cerca de 450 gramaloteros se han mudado al nuevo municipio y habitan en 110 casas de las 1.007 que están repartidas en 16 barrios.
Además de esto, el nuevo Gramalote está compuesto por una plaza principal y un centro administrativo que cuenta con el despacho de la Alcaldía, el Concejo, un juzgado y una sede bancaria.
El resurgimiento social y económico de esta población nortesantandereana fue un propósito que cobró forma con la ordenanza departamental 002 del 27 de febrero de 2014, la cual le dio luz verde a una iniciativa de la que no se tiene precedente alguno en la historia reciente del país.
CÚCUTA
