José Abel Correa es un cucuteño de 40 años que dedicó casi una década de su vida a la comercialización de gasolina de contrabando en pimpinas (envases), en sectores residenciales de la capital nortesantandereana, donde estos trabajadores ilegales, más conocidos como ‘pimpineros’, se ubicaban en plena vía pública para ofrecer el combustible en sus improvisados puestos de venta.
Sin embargo, de un tiempo para acá, con el declive de esta actividad, que representaba jugosas rentas para una población de 2.164 informales –según un censo adelantado por el Gobierno Nacional–, este padre de familia renunció a esta condición de ilegalidad para embarcarse en una hazaña empresarial, pero esta vez desde el plano de la formalidad. Junto con 100 ‘pimpineros’ como él, constituyó la Cooperativa de Aceites Residuales Seguridad Industrial de Norte de Santander (Coarsinorte), que centra su modelo de negocio y sus fuentes de ingresos en el reaprovechamiento de aceites industriales y vegetales.
Esta iniciativa de empleo se gestó en el programa de reconversión laboral que ha liderado la Cámara de Comercio de Cúcuta, desde diciembre del 2016. En esa fecha, la entidad recibió por parte del Ministerio de Minas y Energías y de Impulsa un presupuesto cercano a los 1.000 millones de pesos, para promover espacios de capacitación y entrenamiento en temas empresariales, dirigidos a estos ciudadanos que conformaban el eslabón más débil de todo el andamiaje de la gasolina de contrabando, en la frontera.
“Por medio de este proyecto, las personas que estábamos en la calle ya empezaremos a dedicarnos en el crecimiento de nuestra empresa desde lo legal”, explicó José Abel Correa.
Hace un mes, Coarsinorte fue constituida ante la Cámara de Comercio de Cúcuta como una cooperativa de trabajo que se dedicará a la recolección de residuos de aceites de tipo industrial o vegetal, en varias zonas comerciales de la ciudad, para almacenarlos en un centro de acopio y luego venderlos para la producción de biodiésel. Estos desechos serán recogidos por vehículos especiales, llamados motocargueros, que contarán con una referencia de GPS, a través de un aplicativo móvil, para realizar sus rutas.
Para cubrir los gastos logísticos y recaudar el dinero equivalente al salario de sus empleados, esperan recoger en los próximos meses una cantidad cercana a las 90 toneladas de residuos que serán comercializadas a una compañía dedicada a la reutilización del fluido.
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