Una obra ilegal sobre la terraza de un edificio republicano tiene en alerta a los vecinos del Centro Histórico de Cartagena de Indias.
Sobre el edificio Pombo, joya arquitectónica con cerca de un siglo de historia, pretenden abrir un restaurante y discoteca al aire libre.
La obra, en la planta número cuatro del edificio, viola normas urbanísticas propias del escenario patrimonial de la Ciudad Colonial.
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#EnColombiaSembramos #HacemosElOsoCon El Edificio Pombo, en el Centro Histórico, es una de las obras arquitectónicas más hermosas de #Cartagena. No obstante, está en la mira de ilegales. @eltiempo @ColombiaET @daulaw @AlcaldiaCTG @EspUNESCO @IvanDuque pic.twitter.com/z2C9XZVWy4
— John (@PilotodeCometas) October 1, 2021
La construcción, de 20 metros de largo por 6 metros de ancho, y visible desde varios puntos, había sido sellada y suspendida por orden de la inspección de policía del Centro Histórico y del Instituto de Patrimonio y Cultura, IPCC.
Pese a las denuncias y clamor de los habitantes del edificio, el director de la diviisón de patrimonio del IPCC emitió un nuevo auto, con fecha del 23 de septiembre del 2021, donde anula el sellamiento de la obra y autoriza 'adecuaciones'.
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La terraza, con vista al mar y al más importante teatro patrimonial y turístico de la nación, ha sido pretendida por particulares que la han querido convertir en negocio, en medio de la pandemia.

El edificio Pombo, una joya Republicana del Centro Histórico de Cartagena, es hoy el escenario de una guerra jurídica entre un grupo de propietarios legales y poseedores.
Archivo / EL TIEMPO
Según el IPCC, dichas 'adecuaciones' no necesitan permisos, obviando así la ley 675 de propiedad horizontal.
Además, el auto del IPCC desconoce la autoridad de la Junta Directiva y la Asamblea de Propietarios, máximo rector interno de la propiedad horizontal Edificio Pombo, que en reiteradas ocasiones han manifestado que no otorgadan permiso para obra o negocio alguno en la terraza.
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El 50 por ciento de la terraza intervenida está en manos de Fernando Urzola Mendoza y Sirys Mercado Días, quienes alegan tener la posesión del predio, pero no tienen escrituras públicas ante órganos legales y menos permiso de la asamblea general del edificio para ejecutar obras y hacer comercial la terraza.
La Asamblea de Propietarios del Edificio Pombo sostiene que cualquier tipo de negocio o comercio en la terraza pone en riesgo la seguridad de los habitantes y afecta la calidad de vida de la gente.

pretenden abrir un restaurante y discoteca al aire libre.
Cortesía: Gerardo Marrugo
La construcción del edificio Pombo finalizó en el año de 1929 y para la época fue uno de los predios más cotizadas de la ciudad.
En 1949, el edificio pasó a manos de la Sociedad de los hermanos Pedro y Matilda Ganem, de origen libanés, pero en 1966 fue vendido como propiedad horizontal.
La mole tiene tres plantas, corredores amplios, balcones elegantes, dos jardines centrales, y detalles arquitectónicos que la ubican entre los edificios más hermosos del corralito de piedra.
A mediados del siglo pasado los abogados y empresarios más prestantes del Caribe abrieron oficinas en el edificio Pombo.
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Durante las décadas de los 70, 80 y 90, por falta de gerencia, el predio cayó en desgracia y fue tierra de nadie.
Se convirtió en el hogar de habitantes de calle, y en sus jardines centrales se acumularon toneladas de basura. Cuando Cartagena fue declarada patrimonio de la Humanidad en 1984, el edificio Pombo aún estaba en decadencia.
Hasta hace un par de años el predio volvió a tener servicios públicos. Como en una narración fantástica y macondiana, pero en pleno siglo XXI, el agua era sacada de un pozo colonial y suministrada por uno de los residentes a sus vecinos, muchos de ellos ocupas.
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Mientras el edificio Pombo acumulaba basuras, la indigencia se apoderaba de sus rincones, y caía en el abandono, otras obras icónicas del Corralito de Piedra como el Claustro de la Monjas Clarisas, en el barrio San Diego, y el edificio de las monjas Carmelitas, donde hoy opera el hotel Santa Teresa, brillaban y se transformaban en joyas arquitectónicas.
John Montaño
Corresponsal de EL TIEMPO
Cartagena
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