“Mami no se vaya, no nos deje solos”. Esta frase repetida una y otra vez por sus tres hijos hizo que Jimena Romero Hernández, de 26 años, volviera prácticamente de la muerte. Ella fue atacada por parte de su expareja, Jaime Humberto Granada, quien la agredió el 11 de julio pasado en Puerto Parra (Santander) con palazos y machetazos causándole graves heridas en la cabeza, brazos y manos.
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Jimena recuerda que tras 10 horas de cirugía para salvarle la vida tardó más de dos horas en recuperar la conciencia. “Mientras estaba dormida vi a mis hijos en lo profundo, me hablaban y de repente vi un resplandor. Poco a poco abrí los ojos y tenía a mi alrededor a los cirujanos y escuché que dijeron: ‘¡Abrió los ojos!, Jimena ábralos, no los cierre’”. Y así fue como -dice ella- “Dios me dio la vida otra vez, porque mis hijos son mi fuerza para seguir”.
La recuperación tras la agresión que recibió esta madre de tres pequeños de 5, 7 y 8 años no ha sido fácil. Ya le han practicado siete cirugías y el próximo sábado le harán una más. En la cabeza le pusieron 80 puntos y 37 grapas; en ambos brazos tuvo fracturas que se recuperan con el implante de platinos; la mano y brazo derechos, donde recibió cinco machetazos, sanan tras intervenciones quirúrgicas y poco a poco sus dedos, con la ayuda de platinos, recuperan movilidad.
Su mano izquierda se encuentra adherida a la pierna izquierda para ayudarle a recibir sangre y a que se adapte a un implante muscular que requiere para reconstruirla.
Mientras sus heridas sanan y sus extremidades retoman movimiento, según los médicos que la atienden, pasarán por lo menos dos años, tiempo durante el cual Jimena no podrá trabajar. Aunque puede mover un poco los dedos de la mano derecha, no es capaz de coger ni una cuchara.
“La vida me cambió. No puedo trabajar por las heridas y la recuperación se demora. Me están haciendo terapias, porque no tengo fuerza en las manos”, explicó Jimena, aunque recalca que más que los daños físicos “la afectación ha sido psicológica. Tengo miedo de que él me vuelva a atacar o les haga daño a mis hijos. Él no se arrepiente de lo que hizo, sino de no haberme matado, y estoy segura de que me volvería a agredir”.
Desde que Jimena llegó a la Fundación Oftalmológica de Santander Carlos Ardila Lülle (Foscal), su madre Gladys Hernández le da de comer, la baña, le ayuda con sus necesidades y le brinda el apoyo y compañía que necesita, porque el recordar lo que le ocurrió aviva el miedo que le roba la tranquilidad.
Y aunque está con su madre, Jimena añora ver y estar con sus hijos nuevamente, ya que no ha podido compartir con ellos desde el día del ataque.
“Hablo con mis hijos por WhatsApp con mensajes de voz porque no puedo escribir, y en ocasiones hablamos por teléfono”, dijo Jimena mientras en sus ojos se refleja el amor y preocupación que siente por ellos, porque aunque sabe que están bien con su hermana, también sabe que no podrá trabajar para brindarles lo que ellos necesitan, por lo menos no en un largo tiempo.
Así fue el ataqueLa agresión que recibió Jimena se dio simplemente porque Jaime Humberto Granada Andrade no aceptó que ella le terminara. “Si usted no es para mí, no es para nadie”, dijo él ante la decisión de ella.
Y el sujeto se empeñó en cumplir la amenaza, porque constantemente agredía física y verbalmente a Jimena. Por esta razón ella interpuso una denuncia ante la Fiscalía y recibió una medida de protección por parte de la Policía que, según ella, no se cumplió totalmente.
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La víctima recuerda que la noche del 10 de julio pasado, Granada intentó entrar a la casa pero como la puerta estaba cerrada entonces rompió los vidrios de una ventana con un cuchillo.
Ella, junto con una compañera de vivienda con quien tenía un restaurante, avisó a la Policía para que estuvieran pendientes, pero no atendieron a su llamado.
“Ellos (la Policía) no hicieron nada y nosotras estábamos con algo de susto. Hacia las 3:00 a. m. yo iba para la pieza cuando sentí un palazo en la espalda y otro en la cabeza. Intenté escapar pero no pude porque las puertas tenían candado para que él no entrara. Me agaché en un rincón y él me siguió golpeando mientras yo me protegía con los brazos. Le decía que no me pegara más, pero él se reía y repetía que si yo no era para él, no era para nadie”, comentó Jimena. Mientras el sujeto la golpeaba, su amiga avisó a la Policía, a siete casas del lugar.
Cuando el agresor se detuvo por un instante, Jimena abrió los ojos y lo vio de regreso con una macheta en la mano. “Dios mío, hasta aquí llegué”, pensó Jimena cuando sintió el primer machetazo en su cuerpo.
El agresor, sin piedad, descargó toda su furia sobre ella y la Policía no aparecía. “Le suplicaba que no me atacara más por mis hijos. En un momento, por la debilidad y la pérdida de sangre, dejé caer la mano con la que me protegía la cabeza y me hice la muerta. Él se acercó y con el machete me puyó la mano para ver si había muerto. Se lo creyó y huyó por el solar de la casa”, relató Jimena.
Tendida en el piso, malherida, fue trasladada al centro de salud de Puerto Parra. Allí la estabilizaron y la remitieron a Bucaramanga al Hospital Universitario de Santander (HUS) y luego a la Clínica Foscal, en Floridablanca.
El agresor fue capturado el día del crimen y le imputaron el delito de feminicidio agravado. Aunque no aceptó cargos, fue enviado a la cárcel.
Jimena no ha recibido atención por parte de la GobernaciónAunque la Gobernación de Santander cuenta con la oficina de Mujer y Equidad de Género, Jimena nunca ha recibido una visita de sus funcionarios para saber cómo está y si necesita al menos una asesoría jurídica en el proceso.
Por esta razón, y sin tener a quien más recurrir y ante la imposibilidad de trabajar, ella le pide ayuda a la ciudadanía para sobrellevar la estadía de su mamá mientras la acompaña, para el sostenimiento y sacar adelante a sus hijos y para obtener, si es posible, una vivienda.
Para alguna donación los interesados pueden comunicarse al celular 321 9612773 de Gladys Hernández, madre de Jimena.
El agresor no es el padre de los hijos de Jimena y, dijo ella, el día del ataque estaba consciente de todo lo que estaba haciendo.
LUIS ALFONSO CÁRDENAS MATEUS
ADN
BUCARAMANGA
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