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La historia detrás de los dientes de oro de Rocky Valdés
Rodrigo 'Rocky' Valdés

Rodrigo 'Rocky' Valdés siempre tuvo una sonrisa amplia para exhibir sus dientes de oro.

Foto:

Archivo / EL TIEMPO

La historia detrás de los dientes de oro de Rocky Valdés

Su médico personal y amigos recuerdan los secretos de las letras en oro en la dentadura del púgil.


Entre las excentricidades del púgil cartagenero Rodrigo Rocky Valdés, que fue sepultado este viernes en medio de una masiva despedida, estaba una inscripción en oro en su dentadura frontal con las iniciales RVH que correspondían a su nombre: Rodrigo Valdés Hernández.

“Su sonrisa dorada era lo primero que mostraba Rocky. Era su carta de presentación”, recuerda Wiston Arteaga, un hombre que se gana la vida como carretillero en el Centro Histórico pero que fue uno de los grandes amigos de la gloria boxística, a quien conoció cuando el púgil se ganaba la vida pescando con dinamita en la bahía de Cartagena. Toda su dentadura frontal estaban enmarcada en oro, y tenía las tres letras doradas marcadas, una en cada diente.

Según su médico de toda la vida, el doctor Armando Pomares, se había hecho los implantes inicialmente en Nueva York en los años 70; pero luego, en los 90, ratificó el exótico implante con un odontólogo en Cartagena.

“En esa época se usaba, recordemos que Diomedes Díaz también tenía oro en su dentadura, y era una moda. Él llegó a Cartagena y siempre andaba emprendado (con anillos y cadenas de oro), y un día dijo, me voy a poner mi dientecito de oro, y así lo hizo en Nueva York, pero después unos se le cayeron y los últimos se los puso en el año 93 en Cartagena”, señala el doctor Armando Pomares, conocedor de todas las intimidades del púgil al que acompañó en toda su carrera profesional.

Rocky

Según la familia del boxeador, nunca tuvo problemas en los lugares que se metía. Fue un hombre muy querido por todos.

Foto:

Yomaira Grandett / EL TIEMPO

Los vendedores de Bazurto, los carretilleros del Camellón de Los Mártires y los lustrabotas de la Plaza de Los Coches, todos recuerdan al dos veces campeón mundial de los pesos medianos por su sonrisa dorada y su humildad.

Pese a la fama, Rodrigo Valdés fue un cartagenero del común que caminaba el centro de la ciudad y el barrio Torices sin preocupación o miedos a la inseguridad; incluso, recuerdan, se adentraba a sectores difíciles como el barrio Olaya, donde estaban sus raíces y donde la gente humilde lo admiraba y respetaba.

Un día dijo: 'me voy a poner mi dientecito de oro', y así lo hizo en Nueva York

“Ya se había coronado campeón mundial y cuando volvió a Cartagena tenía su sonrisa de oro y yo le dije ‘Erda… campeón noqueaste a la pobreza’ y el soltó su risotón…además, esa vez, trajo 20 anillos de oro que repartió entre su gente”, recuerda Rubén ‘La Cobra’ Valdés, otro de sus grandes amigos.

A Rocky el viernes lo despidieron familiares, excampeones mundiales de boxeo y una larga fila de obreros, lustrabotas, celadores y carretilleros, gente humilde con quien el púgil mantuvo una estrecha amistad desde que era un niño pescador que se rebuscaba los centavos, hasta cuando alcanzó la fama mundial a punta de trompadas.

Despedida de Rocky

Comerciantes del mercado de Bazurto llevaron en féretro hasta el interior de los locales.

Foto:

John Montaño/ EL TIEMPO

En medio del cortejo fúnebre, una de sus seguidoras llevaba una pancarta con una foto grande a blanco y negro de Rocky. Eran sus años mozos. De perfil, se ve al joven afro con su gran nariz chata y sus labios gruesos. El cuerpo macizo como el hierro. Lucía entonces las patillas largas, y escondía ya su dentadura de oro bajo las mejillas bañadas en sudor.

Rubelia Pinedo Valdés, esposa de ‘La Cobra Valdés’ y amiga del púgil por más de 40 años, pidió que la dentadura de oro le fuera retirada como un bello recuerdo y por seguridad de la tumba.

Los hombres buenos como él opacan cualquier intento de maldad

“En los 70 los grandes boxeadores internacionales se implantaban oro en la dentadura, y él no fue ajeno a eso. Ahora, yo le comenté a la esposa, que así como a Diomedes Díaz se le mandó quitar un diamante que tenía en la boca, yo pensaría que con asesoría de un profesional sería bueno sacárselos como un buen recuerdo”, reclamó Pinedo Valdés.

Para la familia del campeón la talla en oro en su dentadura o sus leyendas de estrella internacional nunca tuvieron tanta importancia, y prefieren recordar la sonrisa de su alma, el brillo de sus ojos, y la nobleza de su corazón.

Rocky

Rocky y Kid Pambelé, dos amigos que llenaron de gloria al boxeo colombiano.

Foto:

Yomaira Grandett / EL TIEMPO

“Esas letras se las puso él en el exterior. Cuando yo lo conocí en el barrio Olaya Herrera ya tenía sus marcas en oro, él decía que un amigo le había recomendado los implantes y se sentía orgulloso”, relata su última esposa Ana Tijerina.

Ella, ni los 12 hijos que el púgil dejó, producto de cinco uniones, temen que alguien quiera profanar su tumba para hurtar la dentadura dorada.

Desde que sus hijos tienen uso de razón recuerdan a Rodrigo con su dentición dorada, ninguno tiene claro un antes y un después.

“Mi papá fue un hombre bueno, que a todo el que pudo ayudó. No le negaba a nadie una firma como fiador y por eso terminaba pagando deudas que nunca había asumido, por eso queremos que sea sepultado cómo él está, no creo que nadie se atreva a profanar su tumba”, dice su hija Mónica Valdés, quien viajo desde Bogotá para despedirlo.

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Igual piensa su esposa, a quien no se le pasa por la cabeza que alguien pueda hacerle daño a la tumba del campeón cartagenero.

“Los hombres buenos como él opacan cualquier intento de maldad, se lo digo yo que lo vi caminar por lugares peligroso y nunca nadie se atrevió a meterse con él”, concluye doña Tejerina.

JOHN MONTAÑO
Redactor de EL TIEMPO
CARTAGENA

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