Cuando vieron las cámaras fotográficas y de televisión, dos mujeres indígenas embera dejaron de ‘barequear’ y buscaron la salida más rápida de la ‘piscina’ donde estaban. En pocos segundos habían salido con sus bateas en la mano.
Esta escena sucedió la semana pasada en la vereda Santa Rita, del municipio de Pueblo Rico (Risaralda). Zona habitada por indígenas embera chamí y katios, y afrodescendientes.
A estos dos grupos de población los une la búsqueda de oro, y el Agüita, un caudaloso río de aguas azules, que ha acompañado a los embera desde hace más de tres siglos, es un inmenso yacimiento del metal.
Minería ilegal. Eso es lo que se hace en el Agüíta desde hace unos tres años a costa de un daño ambiental que el director (e) de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder), Julio César Gómez, califica como “terrible”.
La ‘piscina’ de la que salieron despavoridas las indígenas, según Gómez, no es natural, a esta no conduce un brazo del río como para pensar que es así. La hicieron para extraer oro y en esta están los elementos para hacerlo: una clasificadora de roca, una motobomba y una draga. Metida en el río, que en esa parte se puede cruzar a nado, había una retroexcavadora que movía incesantemente piedras del río.
Las máquinas son propiedad de un ‘afro’ que aseveró que los indígenas lo buscaron para que les reconstruyera la banca de una carretera que destruyó una avalancha del río hace unos meses. La pérdida del camino obligó a los habitantes del sector a utilizar un sendero del que rodó un indígena y murió.
“El Cabildo Mayor dio el permiso para que ingresara la máquina (la retroexcavadora). Yo les dije que para hacer eso debía ser algo legal. Cuando la máquina vino, ellos (los indígenas) me dijeron que no tenían plata para pagar y que la propuesta que podían hacer era que les hiciera esta banca, que tiene aproximadamente 600 metros, y fuera haciendo lavado si tenía forma, para que fuera sosteniendo el equipo”, le respondió al director de la Carder el dueño de las máquinas cuando este le dijo que no contaba con permiso para meter la retroexcavadora al río y que estaba haciendo minería ilegal.
“Lavado” es extraer oro, pero el afro aseguró que “hasta hoy no hemos hecho el primer lavado”.
El director de la Carder y el alcalde de Pueblo Rico, Rubén Ruiz, afirmaron que la minería ilegal en el Agüíta ha cambiado la dinámica del río y por eso ha habido avalanchas. Gómez reiteró que aunque esté situado en una zona indígena, el Agüíta es de todos los colombianos y solo las autoridades ambientales o la Agencia Nacional Minera puede autorizar su explotación.
‘No hay mala fe’Tras definir la situación como “pequeños inconvenientes”, el líder indígena Bernardo González afirmó que debieron buscar quien reconstruyera la carretera debido a que la administración departamental no les ha ayudado. Pero en ese sitio había una retroexcavadora de la Gobernación de Risaralda, que no se estaba usando.
“No hay de mala fe para que estos compañeros, los dueños de las máquinas, estuvieran haciendo otros trabajos que no estuvieran en el acuerdo”, afirmó González e indicó que la Carder autorizó las máquinas. Dijo que la ‘piscina’ era para desviar las aguas del río y poder hacer la carretera, pero no para extraer oro.
Gómez aclaró que exhiben un acta de inspección de la Carder como permiso.
“Si ustedes saben ‘bariquiar’ cojan una batea. Y si ven oro digan que eso lleva buen oro”, señaló el indígena, sin saber que las dos indígenas ya habían sido registradas saliendo de la ‘piscina’ con las bateas. Sin embargo, otra líder indígena, quien se identificó como Jaqueline, admitió que sí se estaba haciendo minería ilegal y que el trato era que extrajeran el oro por la noche y reconstruyeran la carretera de día.
PEREIRA
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