El parque Centenario, en el centro de Bucaramanga, se ha convertido en uno de los lugares de descanso de extranjeros como Fabián, de 25 años, quien llegó hace tres meses procedente de Punto Fijo (Venezuela) después de 38 horas de viaje por carretera.
Fabián ha conseguido trabajo durante algunos días en obras de construcción. Sin embargo, desde hace dos semanas no trabaja, situación que lo ha llevado a habitar en las calles y a pasar días completos sin comer o en los que solo puede comer un pan.
“Yo me vine porque pensé que aquí era mejor, pero es muy difícil encontrar trabajo y menos sin tener cédula o atención en salud (…) no me regreso porque allá es peor la situación; un día de trabajo acá, unos 50.000 pesos que me gano en construcción, equivale a un mes de salario en Venezuela. Además porque así uno tenga plata, allá no hay nada que comprar”, relata este venezolano mientras huye de un operativo de la Policía que se desarrollaba en el parque que le ha servido para pasar los días y las noches.
Fabián, junto a otros dos connacionales, señalan que después de una temporada en Bucaramanga, donde aguarda poder trabajar en “lo que sea” para reunir dinero, viajará a Medellín.
La Alcaldía de Bucaramanga ha alertado sobre la llegada considerable de venezolanos a esa ciudad y ha instado a que entidades del Estado aclaren la ruta de atención que se debe brindar a los extranjeros, siendo el tema de salud uno de los que más preocupa por la alta demanda que se tiene de servicios en esa materia, principalmente de mujeres en embarazo.
“Hasta el momento, lo que hemos venido haciendo es garantizar el servicio de urgencia a las personas venezolanas en las diferentes instituciones, llámese Hospital del Norte o en la Uimist, donde nos atienden a las maternas”, señaló el subsecretario de Salud de Bucaramanga, Carlos Alberto Adarme Rincón.
El funcionario añadió que en el mes de enero se tenía una relación de 22 mujeres venezolanas en estado de gestación, quienes se encontraban deambulando por la ciudad.
En el anonimato, Alba Pereira, una venezolana radicada en la capital santandereana hace más de trece años, se ha dedicado a brindarles una mano amiga a sus compatriotas que a diario llegan a la ciudad por su cercanía con la frontera en búsqueda de oportunidades.
Sin embargo, la mujer, con tristeza, relata la situación por la que hoy atraviesan muchos de ellos -algunos profesionales-, quienes en medio de las pocas opciones para sobrevivir han caído en la indigencia.
Pereira, quien señala que se convirtió en una vocera de los venezolanos en Bucaramanga “sin darse cuenta”, denuncia la indiferencia que padecen sus connacionales no solo por parte de las autoridades locales, sino de sus propios cónsules en esa capital.
“La situación cada día se va tornando más difícil. Cada vez, son más los venezolanos que están entrando en la indigencia en Bucaramanga; entre ellos, hay mujeres embarazadas”, señala la mujer.
Añade que la falta de documentación legal es el primer obstáculo con el que se enfrentan los nacionales del vecino país para acceder a un empleo. Ante ello, terminan siendo explotados laboralmente por algunos patrones que han llegado a pagarles 10.000 pesos por un día de trabajo.
CAROLINA RINCÓN
Corresponsal EL TIEMPO
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