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Las dificultades de los desertores de Maduro que viven en Cúcuta
Hotel Ácora

En el Hotel Ácora se encuentran cerca de 145 venezolanos hospedados, entre los que se encuentran 65 exmilitares y sus familias.

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Tomada de Facebook del Hotel Ácora

Las dificultades de los desertores de Maduro que viven en Cúcuta

Extranjeros viven serios líos en Cúcuta. Dicen que voceros de Guaidó no pagan a tiempo su estadía.

Una orden de desalojo emitida por parte de un hotel, ubicado en el centro de Cúcuta, que el viernes pasado pretendía desterrar de sus instalaciones a 65 exmilitares venezolanos, junto con sus familias, dejó al descubierto una sensación de desencanto de esta población migrante frente al esquema de atención, prometido por el líder opositor de Venezuela, Juan Guaidó.

Aunque la deuda que provocó este ultimátum de las directivas del hotel Ácora fue saldada, un video al que tuvo acceso EL TIEMPO captó el clima de zozobra e incertidumbre que se apoderó de este grupo de 145 extranjeros horas antes de ser sacados a la calle.

Ellos ya tenían sus maletas amontonadas en los pasillos y las camas vacías, cuando la embajada de Guaidó en Colombia desembolsó los 60 millones de pesos de mora que se tenían acumulados con este establecimiento, situado a una cuadra del parque Santander, en pleno centro de la ciudad fronteriza.

“Debido a estas dificultades, muchos de nosotros hemos tenido que acudir al rebusque, porque no tenemos con que pagar nuestras cosas, comprar los pañales de los niños o salir a comprar algo (…) Acá veníamos persiguiendo un anhelo: ayudar a cesar la usurpación, como dice Guaidó. Pero no estamos bien y ahora solo queremos irnos para encontrar un mejor horizonte”, indicó un exmilitar de apellido Fernández, que estuvo vinculado por más de 20 años a la Guardia Nacional Bolivariana.

Los extranjeros denunciaron que han tenido que padecer cuatro episodios similares, causados por incumplimientos en los pagos, durante los dos meses de estar alojados en este edificio.

Cuando fueron instalados con sus esposas e hijos, dos integrantes de la oposición venezolana, llamados Rossana Barrera Castillo y Kevin Rojas Peñalosa, se presentaron como los designados por Juan Guaidó para supervisar su estancia en Colombia, sin embargo, no saben nada de ellos hasta la fecha.

Acá veníamos persiguiendo un anhelo: ayudar a cesar la usurpación, como dice Guaidó

De hecho, autoridades colombianas ya se han quejado por las dificultades que suelen presentarse cuando se reúnen a trabajar con estos dos delegados del líder opositor.

“Rossana y Kevin se presentaron un día, tomaron una información y en las mismas se fueron. No sabemos nada de ellos, por eso quisiéramos hablar directamente con el presidente interino, o con alguna organización internacional, que nos quiera dar la mano”, precisó este exuniformado.

El migrante relató que, incluso, oficiales de alto rango les prometieron un importe mensual cercano a los 350 dólares (aproximadamente un millón de pesos) mientras se resolvía su permanencia en Cúcuta. No obstante, este dinero nunca llegó a sus bolsillos.

(...) el hampa común puede cautivar parte de este potencial militar, aliado a la causa democrática

Walter Márquez, exdiputado de la oposición venezolana, no ha ocultado su descontento frente al tratamiento a esta población de migrantes y propuso que estos exmilitares sean reagrupados y entrenados para conformar un cuerpo humanitario, al estilo de los Cascos Azules de las Naciones Unidas, cuya misión esté encaminada a atender el éxodo venezolano.

“Creo que hay que darle una utilidad a esos militares, que están entrenados para actuar en cualquier escenario. En primer lugar, a ellos se les debe garantizar estabilidad. Luego concentrarlos y crearles misiones especiales. Vemos por las trochas se requiere apoyo logístico, en materia médica y de seguridad, dentro de los límites de seguridad colombiana. Si no se hace esto, el hampa común puede cautivar parte de este potencial militar, aliado a la causa democrática”, explicó este político.

Entretanto, Colombia avanza en el diseño de un plan de atención integral para este segmento de 2.100 venezolanos, en el que se encuentran exmilitares, junto con sus núcleos familiares. Entre las estrategias pensadas está la flexibilización de su estatus migratorio, con el propósito de garantizar su incorporación a la vida productiva del país.

“Estamos organizando para que en los próximos días podamos anunciar un plan un poco más estructural y otorgarles una mejor estancia durante unos meses, a través de mecanismos que les permitan desarrollar alguna actividad. Sé que ha habido un poco de descontento, pero el Gobierno Colombiano ha hecho todo lo posible que esté a su alcance”, puntualizó Felipe Muñoz, gerente de Frontera con Venezuela.


Gustavo A. Castillo Arenas
Corresponsal de EL TIEMPO
Twitter: @Litumaescritor
CÚCUTA

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