El Sumapaz es uno de las principales fuentes de agua para Bogotá.

Huella imborrable de destrucción



La colonización, los cambios demográficos, la distribución irregular del territorio, entre otros factores poblacionales, han sido determinantes en el cambio que ha experimentado el medio ambiente en nuestro país. Ecosistemas en estado crítico y cientos de especies amenazadas son las consecuencias de la desproporcionada intervención humana.

Así lo revela el informe 'Colombia Viva 2017', publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). En él se recogen documentos de investigadores como Andrés A. Etter, de la Universidad Javeriana, y datos de los últimos Libros Rojos de especies amenazadas en el país, con el fin de evaluar el estado actual de nuestros ecosistemas y especies. El panorama no es alentador.



Ecosistemas en Estado Crítico
Foto: Joanne Wilson / EFE

Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo, ubicándose por debajo de Brasil y sobrepasando naciones como Sudáfrica e Indonesia. Es el único país en Suramérica que tiene costas en el Océano Atlántico y en el Océano Pacífico y es el único lugar del mundo en el que habitan especies como el mono tití y la rana dardo dorada.

En nuestro país, se han identificado 85 tipos de ecosistemas que se subdividen en distintas categorías dependiendo de su ubicación geográfica. Sin embargo, con el paso de los años, la intervención humana ha deteriorado el 31,3 por ciento de estos ecosistemas, dejando 20 en estado crítico y 17 más en peligro. 26 del total han perdido más del 50 por ciento de su área original y 17 más del 80 por ciento.



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Una guardería para Corales en San Andrés y Providencia


Baterías de carros, inodoros, llantas e incluso artefactos de guerra como bazucas, hacían parte del panorama submarino de San Andrés. No se trataba de una situación reciente, ni de un fenómeno provocado por el paso de un huracán, sino de desperdicios con décadas de existencia que, poco a poco, se fueron apoderando del paisaje.

El mar de siete colores se veía afectado: las pequeñas conchas que solían llegar a las playas en las madrugadas fueron reemplazadas por pedazos de botellas, tapas, bolsas y latas, que, a su vez, se convertían en alimento para peces y aves.

El plástico era el mayor de los problemas, especialmente aquel que ha pasado por procesos de vulcanización para convertirse en caucho. No es simplemente una contaminación visual en la que una llanta aparece bajo el agua sin razón aparente, sino de residuos con el poder de destruir ecosistemas.

De acuerdo con Jorge Sánchez Berrío, coordinador de la iniciativa Bajo Tranquilo, de la Organización No Gubernamental Help2Oceans, el caucho que se encuentra bajo el agua contiene diferentes bacterias que ahogan a los arrecifes coralinos. Una situación preocupante si se tiene en cuenta que el 77 por ciento de los corales del país se encuentran en el mar de San Andrés.

Por esto, los miembros de esta iniciativa, luego de limpiar 60 mil metros cuadrados de fondo oceánico de contaminantes, decidieron salvar a las pequeñas semillas de coral.



Foto tomada del Facebook de Parques Naturales de Colombia.


La idea consiste en poner al interior de las aguas del archipiélago cuerdas gruesas ancladas al fondo, que mantienen suspendidos unos rectángulos elaborados con tubos de PVC. Sobre estos, hay unas redes metálicas en las que reposan pequeñas semillas de coral que no tienen aún el tamaño para albergar vida, pero que se sujetan con fuerza a la red que los sostiene para crecer.

Esos tubos no son parte de la contaminación de las aguas, son guarderías coralinas para los arrecifes que, algún día, pintarán el mar de San Andrés de siete colores diferentes y serán el hogar de cientos de especies como estrellas de mar, erizos, larvas y peces.

Cuatro de estas guarderías se encuentran en San Andrés y dos en las islas de Providencia. Todas buscan mitigar el daño ocasionado por el hombre a estos ecosistemas esenciales para la vida submarina.

Corales de Paz, Help2Oceans y el Movimiento Ambientalista Colombiano están detrás de la iniciativa 'Más grande más afectivo', que pretende devolverle la vida a los arrecifes de coral del archipiélago colombiano.

“El cultivo de colonias de coral es un proceso lento y complejo, pero que da grandes resultados” asegura Danielle Florio, uno de los instructores de buceo y colaboradores de la iniciativa.

Por ahora, todos tienen un color verdoso y apariencia musgosa. Algunos tienen forma de cactus, otros son como ramas de jengibre y el resto parece un cultivo de alcachofas. Son pequeños y no crecerán más de un centímetro al año, pero, en su aparente insignificancia, son el núcleo de todo un universo.

Daniela Carmona Salazar
Flora en Estado Crítico
Foto: Archivo EL TIEMPO


La biodiversidad de Colombia no solo se ve reflejada en sus ecosistemas, sino en la gran cantidad de seres vivos que habitan en ellos. La intervención irresponsable y exagerada del hombre, en la mayoría de las regiones, ha dejado una huella profunda en el estado de la flora y la vegetación del país.

Aunque en Colombia existen más de 40.000 especies de flora, se tuvieron en cuenta únicamente 1.853 para estudiar su estado de conservación. Los resultados, compilados en los cinco volúmenes de libros rojos de plantas en Colombia, arrojaron como resultado que 665 de estas especies se encuentran bajo amenaza de extinción.

De acuerdo con el estudio, las especies que tienen un componente maderable son las más amenazadas por su alto valor en el comercio.



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La palma de cera: de sobreviviente a mecanismo de reconciliación


A pesar de que la planta estuvo al borde de la desaparición, el departamento del Tolima y diversos sectores de la comunidad apostaron por su conservación y al día de hoy, el símbolo nacional se ha rejuvenecido y convertido en un instrumento de resiliencia.

“Cuando Alexander Von Humboldt exploró el departamento del Tolima se topó con lo que denominó ‘un bosque dentro de otro bosque’, al ver la frondosidad e imponencia de los palmares entre la vía Ibagué – Cartago” dice convencido Jaime Cáceres, habitante y finquero del corregimiento de Toche, ubicado en Ibagué.

Como él hay cientos de tolimenses orgullosos a los que se les infla el pecho al hablar de su territorio, en especial cuando se trata de la emblemática planta que embellece sus paisajes: la palma de cera.

Jaime explica que “una palma de cera dura aproximadamente 100 años en formarse como adulta”, mientras enfatiza en lo importante que es su cultivo para los paisajes de su departamento y los de Quindío, donde también crece. Sin embargo, tras una breve pausa, algo interrumpe su emoción. Al parecer, ha sido abordado por un recuerdo.



Foto: Archivo / EL TIEMPO


“En un tiempo el cultivo de palma de cera era una actividad ecológica prohibida e inexplorada. Todo gracias a que en este sector, varios grupos al margen de la ley campearon y era imposible tener acceso al territorio”, recuerda Cáceres con cierta dificultad. La zona a la que el finquero hace referencia es un área cercana al cañón de Las Hermosas, al suroccidente del Tolima, donde históricamente se ha registrado presencia de conflicto armado.

El lugar fue zona de repliegue del frente 21 de las Farc. Por ello, la palma estuvo relegada de los proyectos de sostenibilidad y conservación, a pesar de haber sido declarada como Árbol Nacional y símbolo patrio de Colombia por la Ley 61 de 1985.

Pero esta no ha sido la única dificultad que ha tenido que afrontar la palma que crece en promedio hasta 70 metros de altura. La celebración religiosa del ‘Domingo de Ramos’ diezmó durante un tiempo sus cultivos, a raíz de la tala indiscriminada con la que pretendían convertir sus hojas en una ofrenda religiosa, y así recrear los ramos que acompañaron la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén.

La situación no solo estaba poniendo en riesgo a la planta, también a las especies que dependían de ella, como el loro orejiamarillo que habita en sus ramas. Por eso, desde 2001, la Fundación ProAves lanzó la campaña ‘Reconcíliate con la naturaleza’ que pretende concientizar a los pobladores de territorios con palma de cera sobre su importancia y la problemática de su explotación desmedida.

‘Reconcíliate con la naturaleza’ busca un cambio de pensamiento en los pobladores de la región, con el trabajo conjunto de las Alcaldías municipales, las corporaciones autónomas, diferentes entidades públicas y privadas, e instituciones educativas. A través de la pedagogía de conservación se han planteado diferentes alternativas para cambiar las prácticas religiosas durante el festejo del ‘Domigno de Ramos’.

Por ejemplo, en Roncesvalle, Tolima, la campaña contó con la participación de cerca de 500 pobladores, a los que se les entregaron diferentes tipos de flores, plantas y espigas, como una alternativa de ofrenda religiosa para la celebración de la Semana Santa.



Foto: Archivo EL TIEMPO


En este municipio se ha empezado a consolidar el cambio de noción que pretende impartir ProAves sobre la palma de cera El secretario de Desarrollo Rural de Roncesvalle, William Manuel Romero, afirma que: “Este es uno de nuestros árboles insignias en el municipio y se encuentra en un periodo de recuperación y de cuidado. Estamos tomando consciencia de que es un árbol que se encuentra en vía de extinción. Por lo tanto, en compañía del Ejército Nacional y la Alcaldía estamos impulsando unos viveros que nos llevaría a mejorar los cultivos”.

Asimismo, el ingeniero Romero explica que lo primero que se hace en estos proyectos es escoger el microclima para el vivero, pues debe ser a una altura considerable. Posteriormente, se escogen las semillas que ofrecen las palmas, para luego ser llevadas al vivero en donde se ejecuta el proceso de plantación, del que se obtiene una nueva palma. Además, afirma que: “La población ha tomado conciencia y ha visto lo importante que es mantener los cultivos de nuestros árboles insignia, por eso es que ellos colaboran incluso con la recolección de semillas para llevar al vivero”.

El cambio de mentalidad en Roncesvalle ha hecho que el municipio sea uno de los pioneros en los proyectos de conservación de la palma de cera. De hecho, a nivel cultural, la población “va en la versión número 12 del Festival del Loro Orejiamarillo y la Palma de Cera, que trata de concientizar a la gente del cuidado que debemos tener con esta ave y a su vez con la palma de cera, mientras afianzamos nuestras tradiciones culturales”, según dice el secretario de Cultura del municipio, Carlos Aguirre.

Más allá de sus problemáticas y su relevancia como símbolo nacional, la palma de cera es vista hoy como una herramienta de transformación social, pues ha ayudado a superar los conflictos del pasado en el territorio, mientras que crea una conciencia ambiental en los pobladores frente a su futuro.

Con iniciativas como ‘Reconcíliate con la naturaleza’ se garantiza la protección a esta imponente especie vegetal, que durante generaciones ha sido símbolo de “oportunidad para que la gente pueda conocer el paraíso en el cual vivimos”, tal y como afirma Carlos Aguirre.

Antonio Amar
Fauna en Estado Crítico
Foto: Archivo EL TIEMPO


La posición geográfica y variedad de climas de nuestro país hacen posible la vida de miles de especies animales.

Sin embargo, muchos de ellos se encuentran en peligro por cuenta de la intervención humana, principalmente porque a medida que se expanden los municipios, los lugares que sirven de hábitat para los animales se ven reducidos.

De acuerdo con el informe Colombia Viva 2017 “de 284 especies de animales terrestres en los libros rojos (44 insectos, 4 arácnidos, 54 anfibios, 29 reptiles, 125 aves y 28 mamíferos), 41 están en peligro crítico, 112 amenazadas y 131 son vulnerables”.

Los anfibios son el grupo con mayor porcentaje en riesgo, teniendo en cuenta que de las 54 especies analizadas, 13 se encuentran en estado crítico, 25 en grave peligro y 16 son vulnerables.



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Un juego popular que salva ranas


Sus ojos negros y fuera de órbita son demasiado grandes para su pequeña cabeza triangular. Con sus patas largas, que finalizan en tres dedos ventosos, es capaz de saltar hasta seis metros de distancia y sujetarse de diferentes hojas y ramas. No es un monstruo, pero estar ante su presencia puede ser letal.

Con tan sólo cinco centímetros, la phyllobates terribilis, o rana dardo dorada, es considerada como el vertebrado más tóxico del planeta. Su piel brillante y coloreada de amarillo está impregnada con un poderoso veneno que paraliza los músculos de quien la toca, causando una muerte lenta y dolorosa.

Habita en los bosques lluviosos del Pacífico Colombiano, en zonas del Darién, Cauca y Chocó de dónde es endémica. Utiliza sus colores para advertir a posibles depredadores de su toxicidad y permanece escondida en rocas y charcos de la selva.

Sin embargo, no se trata de la rana más popular del país. En Colombia, existe otra rana de madera, que permanece inmóvil a la expectativa de que uno o varios aros metálicos le caigan en la boca. Se encuentra con facilidad en cantinas y tiendas de barrio y, a diferencia de la dardo dorada, no causa temor sino simpatía y diversión.

Esta rana un juego que podría considerarse Patrimonio Cultural de la Nación por su historia y trayectoria entre todas las familias colombianas. Aunque tiene mayor popularidad entre quienes frecuentan bares y tabernas, es una amiga infaltable de los paseos y las vacaciones en tierra caliente, en donde se apuesta por quien obtenga más puntos y logre la famosa ´moñona´.

Una rana con la que, a diferencia de la rana terribilis, sí se puede jugar

Ese es el mensaje que la agencia de publicidad Habas, en conjunto con la fundación ProAves y entidades como la Universidad Nacional, el Parque Explora,de Medellín, la productora The Zoo Films, entre otros, se han encargado de llevar a las poblaciones en donde la rana se encuentra más amenazada, recalcando que “con la rana terribilis no se juega”.



Foto tomada del Facebook de Ranas que Salvan Ranas.

Timbiquí es un pequeño municipio que se baña con las aguas del Océano Pacífico y se despierta entre arrullos y golpes de marimba. Sus venas caudalosas y cargadas de oro, poco a poco se contaminan de mercurio por cuenta de la minería ilegal y a sus boscosos pulmones les comienza a faltar el aire por causa de la deforestación.

Pero mientras unos buscan oro en las aguas y madera en los troncos, otros caminan por el bosque en busca de un tesoro diferente. El veneno de la rana terribilis no es suficiente para mantenerla a salvo y el ser humano se ha encargado de cazarla hasta convertirla en una especie en vía de extinción.

Una vez este animal es atrapado, su precio oscila entre los 15.000 hasta los 800.000 pesos en Timbiquí, pero puede sobrepasar los 2.000 euros cuando llega al viejo continente. Su valor está dado por ese mismo tóxico que debería hacerla invencible, pues con él se logra obtener un medicamente mucho más efectivo que la morfina.


Tomando como base esa problemática, la iniciativa ‘Ranas que salvan Ranas’ llegó hasta Timbiquí, donde mediante diferentes talleres y capacitaciones, explicaron a la población la importancia de proteger a ese pequeño animal.

Fue así como modificaron el popular juego de la rana y cambiaron la gran boca metálica por una simulación exacta de la dardo dorada. No tenía ningún orificio que permitiera el paso de anillos metálicos, ni puntos en la parte delantera que pudieran ser sumados. Era un mueble para concientizar que con ese pequeño animal, amarillo y vistoso, no se debe jugar.

“Yo las he visto, mi tío las caza en el bosque”, fue una de las respuestas de los niños en los colegios de Timbiquí, evidenciando que la caza de este animal se ha arraigado a su cultura. Se estima que alrededor de 20 ranas dardo salen al mes del país y que, incluso, los renacuajos son traficados en las minas vacías de los lapiceros.

“Sabemos que los cazadores no van a dejar de cazar, pero es importante llamar más ojos sobre el problema y que se hagan las denuncias para evitar que salgan de la población”, dice Camila Osorio, una de las personas involucradas en el proyecto desde la agencia de publicidad.

El resultado de la experiencia educativa será un documental que esperan poder transmitir en diferentes salas de cine a nivel nacional, para así concientizar a todos los colombianos de la riqueza que habita en nuestros bosques y la importancia de rescatar la rana dardo dorada del Pacífico.

Daniela Carmona Salazar