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Así me infiltré en un hotel y logré conocer a Lionel Messi

Vi jugar al mejor futbolista del mundo (para mí) y puedo asegurar con tranquilidad que es más ‘crack’ como persona que como jugador.

Vi jugar al mejor futbolista del mundo (para mí) y puedo asegurar con tranquilidad que es más ‘crack’ como persona que como jugador.

Foto:Ana Cristina Álvarez

Entre intentos fallidos y mucha perseverancia, pude estar dos horas con el astro argentino.

Imagínese la escena: una joven colombiana sin ningún tipo de rosca o contacto en el mundo del fútbol a pocos centímetros de uno de los mejores jugadores del mundo. Durante mucho tiempo soñé con eso y fue el 30 de junio de 2013 cuando, después de varios intentos fallidos, logré lo que cualquier fan soñaría: estar unas horas con Lionel Messi.
Aunque para muchos puede sonar una locura, para mí valió la pena el riesgo, la adrenalina y hasta el tiempo perdido tratando de acercarme. Sé que mucho se ha hablado de Lionel por su papel en la Copa América 2019, por eso quiero contarles cómo es la versión de Messi que conocí ese día. Esa que hasta el día de hoy, no se me olvida 
Pdt: Hay algo que quiero decirte en el siguiente audio antes de que sigas leyendo mi historia. Si amas el fútbol, o tienes algún sueño, seguro me entenderás:

Intento #1: ¿colgar las botas?

Supe de la existencia de Lionel Andrés Messi Cuccittini por primera vez en 2009, cuando estaba en mi casa en Pereira. Lo vi por televisión jugando en el Barcelona y desde ese día no me he perdido ningún partido.
A partir de eso empecé a hacerle fuerza a Argentina, pasaba horas recortando cada foto o noticia que veía sobre él para empapelar mi habitación. En 2012, cuando supe que estaría en Bogotá, se me metió en la cabeza la idea de verlo en persona sin importar lo absurdo que pareciera.
Llegué a la capital el 20 de junio, un día antes de la 'Batalla de las estrellas: Messi y sus amigos' -evento que se realizó en el estadio ‘El Campín’- y me obsesioné con encontrar el hotel donde se estaba hospedando junto a las otras figuras invitadas como Falcao , Dani Alves, Mascherano, Forlán, Lavezzi, James, entre otros.
Gracias a las noticias logré identificar el lugar y salí corriendo hacía allá para intentar entrar o, por qué no, en un golpe de suerte cruzármelo cuando saliera. Ambas cosas fueron imposibles por el gran esquema de seguridad y terminé resignándome con ir al partido del 21 de junio.
Aunque verlo en el estadio fue un sueño hecho realidad, no estuve ni un poquito cerca del argentino, por eso ese no fue mi único intento de tenerlo frente a mí. 

Intento #2: El repechaje

Un año más tarde me enteré que 'La pulga' estaría nuevamente en el país, prometí que si no conocía a Messi por lo menos iba a llamar su atención. No estaba dispuesta a fallar.
Esta vez empecé a preparar mi plan con mucho más tiempo de antelación y, faltando aproximadamente un mes para el partido en Medellín, compré una bandera de Colombia de cinco metros de ancho por dos de largo. Escribí sobre ella: 
Esta fue la frase que puse en el cartel.

Esta fue la frase que puse en el cartel.

Foto:EL TIEMPO / REUTERS

Para muchos mi insistencia era ridícula o ilusa, decían que nada haría que yo logrará infiltrarme y saltarme el esquema de protección. No me importó, compré pintura blanca, pinceles y empecé a materializar la idea con la ayuda de varias de mis amigas.
Mi objetivo era llevar la bandera al estadio el día del partido, abrirla y esperar a que las cámaras y Messi posaran toda su atención en el cartel por su tamaño, la frase y los colores.
Además, haría lo mismo que en mi primer intento, llegaría a la ciudad del evento la noche anterior y desde muy temprano estaría esperando en el alojamiento, con la diferencia que abriría la bandera en la entrada con la esperanza de que él la viera por la venta.
Aún no sé si la vio, pero hasta las doce del primer día no había pasado nada, la zona era inaccesible. No había otra ocupación diferente a observar a quienes entraban y salían, fue así que me di cuenta que algunas de las personas que lograban ingresar era porque tenían una reserva en el restaurante.
Busqué el teléfono del hotel, aparté una mesa en la zona de comidas y fui a la entrada con mi hermano y tres amigas. Cuando dijimos que teníamos reservación nos dejaron entrar sin ningún problema.
Ya desde adentro todo era diferente, veía pasar por mi lado a jugadores como Ospina, Abidal, Robinho, Malouda, el campeón del mundo Materazzi, James, Yepes, entre otros. Aunque les pedimos fotos y autógrafos, tratábamos de mantener un perfil bajo para evitar llamar la atención y quedar al descubierto.
Para no despertar sospechas almorzamos dentro del establecimiento, pese a que todo era carísimo. Terminamos pidiendo la pizza más pequeña para los cinco porque no teníamos plata.
En la mesa de enseguida teníamos a Pablo Aimar almorzando. Veíamos a todos los jugadores que iban a estar esa noche en el partido, menos a uno: Messi.
El resto del día consistió en mantenernos dentro haciéndonos pasar por huéspedes para que no nos sacaran. Disfrutamos como niños cada vez que veíamos a algún futbolista y podíamos acercarnos a conversar con ellos o conseguir recuerdos como fotos o autógrafos. Estuvimos ahí hasta que llegó la hora del partido y nos fuimos para el estadio.
La bandera nos acompañó a todo lado, muchos se detenían a vernos.

La bandera nos acompañó a todo lado, muchos se detenían a vernos.

Foto:Ana Cristina Álvarez

Al comienzo fue un poco frustrante saber que estaba en el mismo hotel de Messi y que, aunque había conocido a muchos jugadores, ni siquiera lo había podido ver de lejos. Pero una vez en el estadio dejé esos pensamientos a un lado y me puse en modo partido.
El juego lo disfruté de principio a fin y la bandera fue la protagonista de la noche, después de los jugadores. Cuando la sacamos todo el mundo empezó a acercarse para tomarle fotos. Como estábamos en la primera fila de las gradas, cuando empezó el partido la colgamos de las barandas que teníamos en frente y varias veces nos escribieron esa noche distintas personas para contarnos que las cámaras que transmitieron el encuentro nos habían enfocado varias veces.
Se acabó el partido y aunque la bandera se robó la mirada de todos, no fue así con la de Messi. Nos fuimos del estadio y al otro día teníamos planeado regresar en la mañana a Pereira, pero un presentimiento no me dejó ir.

Intento #3: Mantenerse en la zona de definición

Tenía una vocecita en la cabeza que me decía: “No se vaya para Pereira, vuelva al hotel”, pese a que no tenía ni idea si Messi ya se había ido del país o seguía allá. No me importó y aún sabiendo que al día siguiente debía presentar un examen de matemáticas para recuperar una materia, me levanté y convencí a todos de que volvieran conmigo.
No solo se trataba de la humildad de Messi, sino de la amabilidad de sus hermanos que hicieron esta historia posible.

No solo se trataba de la humildad de Messi, sino de la amabilidad de sus hermanos que hicieron esta historia posible.

Foto:Ana Cristina Álvarez

La técnica para ese día fue la misma, hacer una reserva en el restaurante, entrar de esa forma y hacernos pasar por huéspedes. No obstante, ese día todo era muy diferente, ya no había nadie aglomerado esperando ver a los jugadores. Se respiraba calma, al parecer ya todos se habían ido. 
Empecé a escribirle por Twitter a Matías, uno de los hermanos de Messi que estaba con él en ese viaje y era el único que tenía cuenta en esa red social (los que seguimos a Messi sabemos que él nunca ha tenido Twitter).
Realmente lo que le hice a Matías fue un spam de tuits, me veía o me veía. En todos copiaba y pegaba el mismo mensaje donde le ponía una foto de la bandera acompañada de un mensaje que le explicaba que yo era quien la había hecho y quería entregársela a Messi, que por favor me ayudara.
Envié y envié el mismo mensaje tantas veces que gente de todo el mundo empezó a darle RT a mis trinos y a estar pendiente de qué pasaba con toda la historia.
Empezaron a llegar varios mensajes de personas desconocidas a mi Twitter.

Empezaron a llegar varios mensajes de personas desconocidas a mi Twitter.

Foto:Pantallazo de Twitter

Cerca del mediodía Matías me respondió, su mensaje decía que en ese momento no estaban en el hotel, pero que allí nos encontraríamos más tarde. Esa fue la primera señal.
Me senté con mi hermano y dos amigas a ver la final de la Copa Confederaciones entre España y Brasil. Willy Caballero estaba viendo la final junto a nosotros y nos tomamos fotos con él. Yo estaba más pendiente de que Messi regresara que del partido.
Durante el juego vi que varias personas entraron al hotel e identifiqué entre ellas a Rodrigo, el otro hermano de Messi. Corrí hacia allá, pero no estaba ni Lionel, ni Matías, que era con quien había hablado.
De todas formas me acerqué y le dije que yo había hecho una bandera que quería que tuviera Messi, que por favor se la entregara. Dijo que sí muy amablemente, acto seguido saqué la bandera del bolso y se la entregué. También le pedí que me ayudara para que me firmara mi camiseta del Barcelona y respondió que sí., lo único que tenía que hacer era subir a la habitación de él en una hora por la camiseta.

Tiempo de reposición

Esa fue la hora más larga de mi vida, sabía que si subía a su habitación iba a poder ver a Messi y seguramente tomarme una foto, pero tenía que ser sabia y esperar. Durante ese tiempo empezaron a llegarme varios mensajes de personas desconocidas felicitándome porque Messi ya tenía la bandera que le había hecho.
Se me hizo raro, cómo sabían que Messi ya tenia mi bandera si yo no había publicado nada al respecto, ni siquiera que se la había entregado a Rodrigo. Inmediatamente busqué el perfil de Matías para tratar de entender y allí encontré  un tuit que me hizo empezar a llorar de felicidad.

Hilvanar una jugada

Se cumplió la hora, me acerqué a los hombres que custodiaban el ascensor para preguntarles si podía subir con mi hermano y mis amigas, pero respondieron que solo podía hacerlo yo.
En el elevador me dijeron que debía comportarme, que no hablara ni molestara a ningún jugador. Llegamos al último piso y la primera persona que vi fue Mascherano, uno de mis jugadores favoritos, pero por la advertencia no hice nada, me limité a verlo pasar.
Los guardias tocaron la puerta más grande que había en ese piso. Yo solo estaba temblando y con el corazón a mil pensando que iba a ver a Messi, pero quien salió fue su hermano Rodrigo. Me entregó la camiseta autografiada por el ‘10’ del Barcelona y de la Selección Argentina, me dijo que a Messi le había gustado mucho mi bandera y me preguntó si había visto la foto del trino con ella.
Le di las gracias por toda su ayuda, pero antes de irme le pregunté si había alguna posibilidad de conocerlo o de tomarme una foto. Rodrigo me respondió que en ese preciso momento Messi estaba ocupado, pero que en una hora iban a ir al gimnasio, que nos viéramos allá.
Sin ningún tipo de obligación, él siempre estuvo preocupado por saludar a todos los fanáticos que durante horas estábamos tratando de verlo.

Sin ningún tipo de obligación, él siempre estuvo preocupado por saludar a todos los fanáticos que durante horas estábamos tratando de verlo.

Foto:Ana Cristina Álvarez

El Messi que conocí

Empezó el conteo regresivo, de nuevo suspendida en 60 minutos. Para esa hora varias personas habían logrado entrar al hotel en busca de Messi y, como sabían que yo había subido a su habitación, lo estaban esperando a las afueras.
Cuando reportaron que él y sus hermanos iban a llegar, la seguridad retiró a todos los que estaban en el gimnasio y solo me dejaron ahí a mí y a mi hermano. De nuevo advirtieron que no podíamos acercarnos a él, tomar fotos o molestarlo.
A lo lejos empezamos a escuchar sus voces. Entró Matías, luego Rodrigo y por último Lionel, los tres venían charlando y riéndose. Yo le cogí la mano a mi hermano y se la apreté muy fuerte. No lo podía creer, lo estábamos viendo y se me salían las lágrimas de tanta felicidad.

Puede que suene obvio, pero para mí era increíble comprobar que era un tipo normal, de carne y hueso

Messi nos sonrió, saludó desde lejos y empezó su rutina de ejercicio. Estuvo en la caminadora, hizo abdominales, en general fue un entrenamiento suave. Mientras hacía eso, seguía conversando con sus hermanos, riéndose mucho. Cruzaba palabras con nosotros cada cierto tiempo, pero nos miraba y nos sonreía muy seguido.
Cuando terminó se acercó a nosotros. Antes de que pudiera mencionar una sola palabra por los nervios, él me agradeció por la bandera y me dijo que le había gustado mucho. Yo solo podía secarme las lágrimas de emoción.
Como había previsto que me iba a quedar sin palabras de la emoción, le había escrito una carta varias horas antes con todo lo que siempre quise decirle. Una de las frases que más recuerdo de ese escrito es: “gracias porque tu fútbol me pone bien cuando estoy un poco mal”.
Nos tomamos la foto juntos, le di las gracias por recibir mi bandera y por dejarme estar ahí con él. Pocos días atrás se había confirmado la llegada de Neymar al Barcelona y aproveché para preguntarle sobre eso. No recuerdo exactamente todas sus palabras, pero dijo que estaba emocionado por la llegada de un gran jugador y que tenía ganas de entrenar con él.
Su primer hijo, Thiago, tenía unos seis meses de nacido en esa época, poco se sabía o se había visto de él a esa fecha, así que le pregunté también sobre su hijo, sobre su esposa Antonella y sobre el Mundial que venía el año siguiente.
Conversamos brevemente de varios temas hasta que sus hermanos lo llamaron para ir a la piscina y él nos dijo que si queríamos podíamos acompañarlos. Estuvimos muy cerca de ellos escuchándolos conversar como los mejores amigos.
Puede que suene obvio, pero para mí era increíble comprobar que era un tipo normal, de carne y hueso. Mientras pasaba tiempo con su familia, Lionel aprovechaba algunos ratos para cruzar algunas palabras con nosotros.
Al terminar, dijo a sus guardias que se tomaría foto con todas las personas que estaban al otro lado del gimnasio. Los hombres de seguridad fueron y avisaron a la gente que estaba allá y les advirtieron que debían hacer una fila y conservar el orden o de lo contrario se lo llevarían.
Mi hermano y yo salimos hasta allá con ellos, vimos en esa sala a unas 30 personas esperándolo. Todo el mundo luchaba por conserva la calma, pero la emoción se sentía en el aire.
Estos fueron algunos de los recuerdos que me quedaron de ese día.

Estos fueron algunos de los recuerdos que me quedaron de ese día.

Foto:Ana Cristina Álvarez

Uno por uno, Messi fue acercándose para la foto y darles un autógrafo. Entre las personas que estaban allí haciendo fila se encontraba la presentadora colombiana Milena López.
Mientras 'Leo' hacía eso, sus hermanos y nosotros nos hicimos a un lado y charlamos un rato. Uno de los detalles más bonitos de la noche fue ver a Messi mirando a todo el mundo en esa sala y asegurándose de que ya tuvieran una foto o un autógrafo.
Cuando comprobó que ya había terminado, se acercó a donde estábamos con sus hermanos y se despidió, me dijo que iba a leer la carta que le había dado y me agradeció de nuevo por la bandera.
Lo abracé, le di las gracias de nuevo y lo vi sonriéndome hasta que se cerraron las puertas del ascensor para regresar a su habitación. Puedo seguir diciendo con orgullo que vi jugar al mejor futbolista del mundo (para mí), pero también puedo asegurar con tranquilidad -y sin importar lo que digan- que es igual o más ‘crack’ como persona que como jugador.
*ANA CRISTINA ÁLVAREZ
Periodista de ELTIEMPO.COM
(Esta historia se publicó originalmente en julio del 2019)
(Este texto contó con la edición y construcción periodística de DIANA MILENA RAVELO MÉNDEZ (@DianaRavelo), periodista del Laboratorio de Innovación EL TIEMPO)
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