Uno de los aspectos que más le llamaron la atención al general Pablo Morillo al llegar a sitiar a Cartagena en 1815 fue la cantidad de extranjeros, especialmente franceses, que defendían la ciudad. Intentó convencerlos de que se rindieran, pero ninguno lo hizo. Solo en la bahía había varios barcos, comandados por franceses bajo el mando del commodore Louis-Michel Aury o Luis Miguel Aury, en español.
Su título de commodore le correspondía por ser dueño de mínimo cuatro de estas naves. Además de compartir el mando de la ciudad con los generales venezolanos de Bolívar y con los cartageneros que la gobernaban, Aury protegía la bahía de aquellos intentos de penetrar de los españoles por Bocachica y Pasacaballos (canal del Dique).
El sitio, que duro 105 días, terminaría en la caída de Cartagena, que perdería a más de siete mil defensores y habitantes (una tercera parte de su población), y en una hambruna que seguiría tomando vidas aun después de la entrada de los sitiadores.
Sin embargo, una semana antes, los principales dirigentes abandonarían la ciudad en las naves de los franceses. Pablo Morillo instauraría el denominado Régimen del Terror, mediante el cual ejecutaría a importantes cartageneros que se habían quedado en la ciudad y los expropiaría de todos sus bienes. También ejecutaría a muchos más que defendieron la ciudad, incluyendo cerca de quinientos afrodescendientes que protegían la entrada por Bocachica.
La suerte de los que abandonaron la ciudad tampoco fue buena, muchos terminaron abandonados y asaltados por los propios capitanes. Sin embargo, Aury y sus cuatro naves llegarían a salvo a Haití.
Pero ¿quienes eran exactamente estos franceses? Para entender su presencia allí en Cartagena, hay que analizar su presencia en América. Muchos de ellos habían desertado de la marina francesa cuando se encontraban en puertos en Estados Unidos, al enterarse de la proclamación de Napoleón como emperador. Siendo verdaderos hijos de la Revolución francesa, se rehusaron aceptar a Napoleón y decidieron buscar fortuna en América.
Su presencia en estas tierras coincidiría con los movimientos revolucionarios en la América española y los conflictos posindependencia de Estados Unidos con la Gran Bretaña. Tanto para la naciente nación americana como para los revolucionarios hispanoamericanos existía una gran desventaja ante las potencias europeas, que era no disponer de una marina.
Para subsanar esto, se consolidó el concepto del corso. Si bien para esta época los piratas del Caribe ya habían prácticamente desaparecido, los nuevos corsarios ejercían la piratería a nombre de una nación a cambio de protección contra las marinas europeas. Esto funcionó en Estados Unidos, en la guerra de 1812 contra la Gran Bretaña, e importantes victorias se atribuyeron corsarios, como la de Jean Lafitte en la batalla de Nueva Orleans, donde los americanos, bajo el mando del mayor general Andrew Jackson (futuro presidente de Estados Unidos), enfrentaron a los ingleses.
Esto hizo que la mayoría de países que buscaban consolidar su independencia recurrieran a la figura del corso; tal fue el caso de Venezuela, la nueva Granada, Cartagena, México, Centroamérica, Uruguay (Artigas) y las provincias de Buenos Aires y Chile.
El impacto de los corsarios fue impresionante, fueron muchas las naves inglesas y españolas que sucumbieron. Aury, después de haber estado con Lafitte, había sido reclutado en Estados Unidos por Pedro Gual, diplomático venezolano y de la Nueva Granada, y había llegado con patente de corso a Cartagena. No sería la única vez que escucharíamos de Aury, ya que aparecería en otros momentos importantes de la historia del Caribe colombiano; pero dejaré esa parte para otra ocasión.
Lo que sí considero importante es aclarar por qué los corsarios como Aury no figuran en nuestra memoria histórica. La realidad fue que, en términos generales, todas las naciones que recurrieron al corso, una vez logradas las independencias, consideraron desasociarse de esta forma de piratería, cosa que no se veía bien en las nacientes naciones. Tampoco ayudaba que, como era el caso de Aury, la mayoría de sus hombres eran afrodescendientes provenientes de Haití, al punto de que a Aury se lo conocía como el Corsario Negro.
Por otro lado, Bolívar nunca fue muy partidario de Aury: quiso desconocer sus grandes aportes a la independencia e inclusive llegó a expulsarlo de la Nueva Granada. En Colombia, la historia de la Independencia tiende a centrarse en su parte andina, como son el Grito de Independencia (20 de julio) y la Campaña Libertadora de Bolívar de 1919, y desconoce la importancia de las campañas libertadoras de la costa del Caribe y del río Magdalena.
Es por esto que, al conmemorar el bicentenario del sitio de Morillo a Cartagena, es importante resaltar el papel que jugó un puñado de hombres que lucharon en nombre de nuestra patria, así se les haya querido dar el trato de anónimos en nuestra historia.
HERNANDO BAHAMÓN G.
Especial para EL TIEMPO
Comentar