Enamorados, fumadores, solitarios, familias enteras y hasta mascotas, llegan al sector de Chipre, en Manizales, para observar el ocaso del sol entre rojo y amarillo que causa curiosidad entre los visitantes.
Cuando Pablo Neruda bautizó al lugar como “Fábrica de Atardeceres” no estaba equivocado. Porque, mientras más se oculta el sol, más empieza a colorearse el cielo manizaleño con ese tono naranja que causa asombro a los turistas.
Pero hay otra forma de ver estos atardeceres. Solo basta con estar en contraluz para descubrir la vida cotidiana en este sector que, en días de verano, como los que calientan la ciudad por estos días, nos brinda las siluetas de los propios y foráneos a este singular sendero de aproximadamente dos kilómetros.
La 'selfie' que no podía faltar para llevarse un recuerdo de los atardeceres manizaleños.
Foto:
John Jairo Bonilla
El sector, con la torre que lo caracteriza, el cercano Monumento a los Colonizadores y su mirador de 360 grados, los juegos y los vendedores de helado y obleas, es uno de los más emblemáticos de la capital de Caldas. Además, una de las zonas con más espacio público para el disfrute de sus habitantes, en una ciudad que todavía tiene un déficit de 300 hectáreas en esta materia.
Las parejas se sientan para hablar y observar como lentamente el sol se va opacado en la lejanía.
Foto:
John Jairo Bonilla
Las siluetas reflejan el encanto al que invita esta maravillosa obra de la naturaleza que, como otros sitios en Colombia, hacen del país un lugar para visitar.
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