Cuando Luigi Patrone, un italiano que lleva 15 años radicado en la capital de Bolívar, supo hace unos meses que el papa Francisco pasaría justo al frente de La Enoteca, restaurante de su propiedad, en la calle San Juan de Dios, en pleno centro histórico de la Ciudad Amurallada, comenzó a idearse de qué manera le demostraría su fervor al sumo pontífice.
Todo salió de acuerdo con lo planeado por Patrone y su numerosa familia en el recorrido del santo padre hacia la plaza de San Pedro Claver, donde cerca del mediodía de este domingo, bajo un cielo nublado y 29 grados centígrados, Francisco pronunció el Ángelus, oración católica en la que se recuerda el anuncio del arcángel san Gabriel a la Virgen María de que iba a ser la madre de Jesús.
En medio de la multitud que lo esperaba con rosas blancas que quedaron disponibles de un evento social que se realizó la noche del pasado sábado, el papa Francisco apareció subido en su papamóvil. Iba con el pómulo izquierdo lastimado, tras haberse golpeado al subirse a su vehículo al salir del aeropuerto Rafael Núñez, pero no dejó de sonreír y saludar a los fieles que lo esperaban desde la madrugada.
Uno de ellos era Patrone, quien lo tenía todo medido para entregarle una torta con el rosto del papa impreso. Para lograr su objetivo, el extranjero habló con tiempo con los policías que custodiaban el camino que seguiría el obispo de Roma, para que lo dejaran hablarle a su paso.
Fue entonces cuando acompañado de su pequeño hijo, quien también se llama Luigi, Patrone aprovechó para abordar al papa en español con marcado acento italiano, para decirle cuánto había esperado su encuentro. “Pasamos la seguridad y le dije que este era un restaurante italiano y que habíamos preparado una fiesta en su nombre. Entonces no dudó en bendecirnos”, destacó el italiano.
Francisco alcanzó a recibir una carta de manos del hijo de Patrone, mientras su equipo de seguridad revisaba la torta. En la nota, le dicen al Papa que 10 infantes, que son llamados como ‘Los niños de la Enoteca’, cuyos padres trabajan en el negocio, hicieron el postre y también les gusta ayudar a los más necesitados.
“Sabíamos con tiempo que el santo padre pasaría por aquí, así que comenzamos a preparar. Los niños de La Enoteca, con ayuda de la comunidad italiana, construyen una casa a una familia de escasos recursos y todo porque él (el Papa) ha avivado en ellos las ganas de servir”, dijo Patrone, vestido de blanco como su cabello, visiblemente emocionado.
En la carta, le recuerdan a Francisco que la torta es dulce como su corazón, “dulce como su dulzura”, y que su presencia quedará marcada en su alma para siempre.
El Papa se despidió amablemente y se llevó la torta hacia la plaza de San Pedro, donde continuó con su nutrida agenda en Cartagena, pero el 10 de septiembre se convirtió en uno de los días más felices de La Enoteca, en la década y media que lleva funcionando en una de las zonas más visitadas de la Ciudad Heroica.
ANDRÉS ARTUZ FERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO
CARTAGENA