Solo dos días después de haber sido liberada en Malí (África), la religiosa nariñense Gloria Cecilia Narváez se enteró sobre la muerte de su madre Rosita Argoty Narváez, la noticia la recibió con la fortaleza de roble que siempre la ha caracterizado.
Fue el 11 de octubre pasado cuando, en una llamada, las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, en Pasto, le informaron con tristeza que su progenitora había fallecido el 21 de septiembre de 2020, a la edad de 87 años, cuando la monja se encontraba en cautiverio en ese lejano país, a miles de kilómetros de distancia de sus seres queridos.
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Su hermano, el docente Édgar Narváez, cuenta cómo se imagina ahora el impacto que produjo en ella tan dolorosa noticia tras su retorno a la libertad.
“Ella es una mujer muy fuerte, imagínese si ella viene de padecer un secuestro de esos tipos, entonces ella lo asimiló de una manera diferente, claro muy triste, es lo normal”, dice y agrega que “en su forma de ser a ella le dolió mucho porque era su mamá”.
Cree que fue la hermana provincial la portadora de tan lamentable hecho que enlutó a su familia en Nariño.
El profesor, a través de varias cartas que le había enviado a la religiosa, le contaba “que la Rosita ya estaba en el cielo”, pero ninguna de ellas llegó a su destino.
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“Yo le mandé unas cartas pero como que no se las entregaron o no le llegaron porque ella no estaba enterada”, asegura, en las cuales le contaba que su madre Rosita estaba enferma, “que la desesperación por verla, se cansó de tanto esperarla, con la desesperación y la incertidumbre, ella no dormía, eso hizo que Rosita se nos fuera al cielo”, afirma resignado.
Pero después de los cuatro años y 8 meses que su hermana permaneció secuestrada por el grupo extremista Al-Qaeda, guarda dos sensaciones distintas: la del dolor que produjo el fallecimiento de su madre, con la de la alegría que significa tener a su hermana libre en Colombia y a pocos días de poder abrazarla y besarla nuevamente en Pasto.
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No le cabe también la menor duda de que gracias a las bendiciones de Dios y de doña Rosita, su hermana tuvo el feliz encuentro con el papa Francisco en El Vaticano, apenas un día después de ser liberada.
Ahora, cuando cuenta las horas de volver a ver a su hermana y se le pregunta qué está sintiendo, Édgar responde con enorme euforia: “imagine, después de cinco años de no verla, cinco años de no escucharla, esa pregunta sobra”.
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Y como un “milagro de Dios” califica la liberación de la religiosa, a quien en las pocas charlas que ha sostenido la ha notado muy segura, tanto de salud como psicológicamente está bien, “es una mujer alegre, contenta, radiante, feliz de la vida y muy agradecida con todos los colombianos y los nariñenses por sus oraciones permanentes”.
Sobre lo que será su futuro aún no han dialogado, “esperemos a que llegue, después le preguntamos”.
Tanto el educador como su familia tienen la esperanza de que su labor como misionera la continúe en Colombia y qué mejor si es en Nariño, donde existen varias comunidades y municipios que necesitan de su ayuda y apoyo.
“Por ejemplo, Tumaco, donde hay una pobreza absoluta; en Barbacoas, hay innumerables ciudades y pueblos que necesitan de la misión de ella, mejor que esté en Colombia, para estar cerca de su familia”, subraya.
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Narváez fue liberada el pasado 9 de octubre.
AFP
En cuanto al recibimiento que le prepara la familia en la intimidad del hogar, será muy sencillo, como todo lo que ella quiere; le van a brindar la comida tradicional nariñense que siempre ha preferido, como el cuy, el frito, la mazamorra y el sancocho.
Claro que también le están preparando desde ya un amplio recorrido por Nariño, como visitas a Buesaco, Samaniego y al vecino país del Ecuador, “porque hay muchos lugares por donde ella estuvo, la recuerdan mucho, ella era muy querida en muchas partes donde trabajó”.
“De parte de la comunidad el agradecimiento al pueblo entero de Nariño, de Colombia y (por qué no decirlo) del mundo, que siempre estuvieron muy pendientes de nuestra hermana”.
Acerca del que será el caluroso recibimiento que le ofrecerán a su llegada a Pasto, la congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, a la cual pertenece Gloria Cecilia, al igual que toda la comunidad nariñense, la superiora provincial de Nuestra Señora de la Merced Maridiaz, Hermana Carmen Isabel Valencia, comunicó que el lunes 22 de noviembre llegará al aeropuerto Antonio Nariño, en Chachagüí, desde donde una caravana la acompañará hasta el santuario religioso de Maridiaz, en Pasto.
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Al día siguiente se ha previsto una solemne celebración eucarística de acción de gracias a Dios por su liberación en la iglesia de La Catedral, la cual estará presidida por el obispo de Pasto, monseñor Juan Carlos Cárdenas.
Para el 24 del mismo mes se contempla una rueda de prensa con los distintos medios de comunicación de la región.
“De parte de la comunidad el agradecimiento al pueblo entero de Nariño, de Colombia y (por qué no decirlo) del mundo, que siempre estuvieron con una palabra, con una oración, con una pregunta muy pendientes de nuestra hermana”, fue el mensaje de la religiosa.
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